Alemania es la última etapa confirmada de una gira europea en la cual el presidente argentino, Alberto Fernández, espera cosechar respaldo político para superar el primer gran desafío de su gestión: la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional.

Sumando la recién confirmada reunión con Angela Merkel, Fernández habrá recorrido en este viaje cuatro de los principales países de la Unión Europea: Italia, Francia, España y Alemania.La visita empezará en la Santa Sede, donde Francisco lo recibirá el 31 de enero por la mañana.

Esa misma tarde, el Presidente tendrá dos encuentros en Roma con el presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, y con el jefe de Gobierno, Giuseppe Conte.

El 3 estará en Berlín para ver a Angela Merkel; el 4, en Madrid, la agenda se desdobla en una audiencia con el presidente de Gobierno español, Pedro Sánchez, y otra con el rey Felipe VI. Finalmente, el día 5 de febrero será recibido por el presidente francés, Emmanuel Macron, en París.

Más allá de la habitual agenda bilateral de Argentina con cada uno de estos países, lograr el apoyo político a la posición argentina en la negociacion con el FMI será el tema central de los encuentros con esta gira, con la obvia excepción de la reunión con Francisco que tendrá otro temario que posiblemente permanezca reservado, al menos en parte.

El encuentro con Angela Merkel reviste gran importancia, en especial si se recuerda que, hace 15 años, cuando Argentina negociaba su salida del default de 2001, Alemania había sido uno de los gobiernos más severos con nuestro país.

En septiembre pasado, un mes después de las PASO, el secretario de Estado y canciller alemán, Stefan Seibert, ratificó el aval de su país al acuerdo negociado por el gobierno de Mauricio Macri con el Fondo Monetario, aunque también a "las reformas económicas que la Argentina puso en marcha", muchas de las cuales hoy están en revisión.En caso de obtenerse, el respaldo de estos cuatro gobiernos juntos representa algo más del 14% de los votos en el directorio del FMI. Pero en diplomacia, las cosas no se miden de un modo tan esquemático: con frecuencia la autoridad política pesa más que la matemática. En uno u otro sentido.