La "Arabia Saudita del uranio" en Argentina: un funcionario cercano a Karina Milei manejará un área clave
El Gobierno del presidente Javier Milei dio un paso estratégico para reordenar y potenciar el sector nuclear argentino. Con la ambición de transformar la matriz productiva del país, el Gobierno anunció la creación de la Secretaría de Asuntos Nucleares y designó a un funcionario que asegura cuenta con "una visión integral" para liderar el área.
Pero más allá de la sorprensa de la creación de la nueva dependencia por fuera de la órbita del Secretario Coordinador de Energía y Minería, Daniel González, y de la secretaría de Energía, María Tettamanti, es el nombramiento de Federico Ramos Nápoli, como el encargado de la reestructuración y nuevo secretario del área nuclear.
Según un comunicado oficial, la creación de la nueva secretaría busca "coordinar las distintas áreas que conforman el sector nuclear argentino", garantizando un mayor dinamismo en la ejecución de sus políticas y asegurando la tutela de sus organismos.
La decisión de integrar este sector, con 75 años de historia y que posiciona a la Argentina en un selecto grupo de naciones con tecnología nuclear con fines civiles, obedece a una visión económica de largo plazo.
"La energía nuclear es un recurso estratégico que puede cambiar la matriz económica de nuestro país," reza el comunicado. Y añade una definición ambiciosa: "Nuestra Nación tiene el potencial para convertirse en la 'Arabia Saudita del Uranio', y para lograrlo se necesita que los sectores minero, energético y nuclear estén alineados con este objetivo como horizonte."
Designación clave en la nueva Secretaría
Para llevar adelante este desafío, el Gobierno eligió a Ramos Nápoli, quien asumirá la titularidad de la flamante Secretaría de Asuntos Nucleares bajo la órbita del Ministerio de Economía. El designado es un abogado que no tuvo vinculación con el sector nuclear hasta que en febrero de este año fue nombrado en la gerencia general y luego en la presidencia de la empresa estatal Dioxitek.
Esta sociedad anónima produce y abastece el combustible que necesitan las centrales nucleares nacionales para funcionar, lo que refleja el carácter clave de su función en el ecosistema de la energía nuclear y cuya gestión quedó a cargo de Ramos Nápoli, quien hasta entonces se desempeñaba al frente del sector de comunicación digital y vinculado a Karina Milei, en la Secretaría General de la Presidencia.
Con ese antecedente, el Ministerio de Economía destacó que Ramos Nápoli llega al cargo con una amplia experiencia en la conducción de Dioxitek, la empresa encargada de la conversión de uranio para las centrales nacionales y la producción de Cobalto-60.
Su gestión anterior incluyó logros significativos que destacó el comunicado oficial, entre los que se destaca "haber liderado las negociaciones para solucionar el heredado faltante de suministro de uranio en las centrales nucleares argentinas, y estuvo al frente de la reestructuración administrativa y productiva de Dioxitek".
Esa gestión de pocos menos de un año "obtuvo como resultado la eliminación del déficit operativo, el desendeudamiento y el récord de producción", se aseguró en la presentación del designado Secretarío de Asuntos Nucleares.
Ramos Nápoli, además "asesoró al Directorio y a la Gerencia General de Nucleoeléctrica en su reestructuración administrativa y trabajó con la CNEA en un plan de producción y comercialización de radioisotopos para el RA-10, por lo que su visión integral del sector lo convierte en la persona indicada para el cargo y el desafio que el Presidente Javier Milei ha delegado en este Ministerio".
La privatización de las centrales nucleares
La creación de la nueva Secretaría con un nuevo hombre fuerte del sector energético se da en el marco de la puesta en marcha la privatización parcial de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NA-SA), la empresa estatal que opera las tres centrales nucleares del país Atucha I, Atucha II y Embalse.
Este proceso, autorizado inicialmente en la Ley de Bases y formalizado mediante un decreto en septiembre de 2025, responde a la intención del Ejecutivo de abrir sectores estratégicos al capital privado para inyectar dinamismo y obtener financiamiento.
La medida establece que se licitará públicamente el 44% del capital accionario de la empresa a lo largo de un año, mientras que el 5% será distribuido entre los trabajadores, quedando el control mayoritario (51%) en manos del Estado nacional y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Este esquema de privatización parcial está diseñado para que el Estado conserve el poder de decisión en cuestiones estratégicas clave, como la ampliación de capacidad o la construcción de nuevas centrales nucleares, buscando así un equilibrio entre la participación privada y la soberanía tecnológica y energética.
A pesar de que NASA no es una empresa deficitaria y alcanzó recientemente récords de generación como los 10,4 millones de MWh netos en 2024, el proceso se enmarca en la agenda del gobierno, que prioriza la desregulación económica, y la gestión privada.
Qué ocurrirá con el Plan Nuclear
Una de las grandes definiciones que tendrá la gestión de Ramos Nápoli es qué ocurrirá con el Plan Nuclear Argentino lanzado por el presidente Javier Milei este año bajo la conducción de Demian Reidel, actual presidente de Nucleoelécrica.
El Plan tiene como objetivo principal posicionar a la Argentina como un centro estratégico global de energía, ligando el desarrollo atómico con la revolución de la Inteligencia Artificial (IA). La premisa central es que la creciente demanda de energía que necesitan los grandes centros de datos para alimentar la IA solo puede ser satisfecha por la energía nuclear, dada su naturaleza limpia, estable y escalable.
Para lograrlo, el plan prevé el desarrollo y construcción de cuatro módulos de reactores modulares compactos (SMR) del tipo ACR-300 en el predio de Atucha, con tecnología y diseño argentino. Esta estrategia se financiará mediante la colaboración público-privada e inversión extranjera, buscando finalizar el primer reactor para el año 2030, y es un pilar fundamental de la propuesta de privatización parcial de Nucleoeléctrica.
La visión de Reidel se articula en un modelo de tres fases que prioriza la exportación de tecnología y combustible. La primera fase se centra en el desarrollo del reactor ACR-300; la segunda fase apunta a la comercialización internacional de esta tecnología y del uranio argentino, adoptando un "modelo Gillette" donde se exportan tanto los reactores como el combustible necesario para su funcionamiento.
Finalmente, la tercera fase contempla la creación de una "ciudad nuclear" en la Patagonia para albergar grandes data centers, aprovechando las bajas temperaturas y la energía nuclear barata para generar un polo tecnológico. Este enfoque busca transformar la histórica capacidad nuclear de la Argentina en una herramienta de desarrollo económico soberano que genere divisas.