Baja del dólar alienta depósitos en plazos fijos en pesos
La cotización del dólar está en la mente de todos nosotros por diferentes motivos. El principal es que es la moneda en la que se ahorra en nuestro país, cualquiera sea el instrumento que se elija para ello. Desde un plazo fijo hasta una vivienda, todo se referencia en el billete verde.
También ocupa un lugar destacado en el actual modelo productivo, que en teoría se basa en la búsqueda de una competitividad creciente respaldada por un tipo de cambio elevado, al menos desde el punto de vista nominal, ya que el dato más relevante es el tipo de cambio real. Y en tal sentido, los "tres pesos" que están en la mente de la mayoría de los agentes económicos a la hora de hacer negocios se reducen sustancialmente si se les descuenta factores inflacionarios.
Precisamente, luego de hacer los cálculos correspondientes, se arriba a un dólar real que oscila entre 1,70 y 1,80 pesos por dólar, según los indicadores que se usen y la inflación local que se calcule.
Luego de una primera parte del año sumamente tranquila, en la que la cotización vendedora no pasaba de $3,12, con el estallido de la crisis de las hipotecas en los EEUU comenzó una fuerte corrida compradora, que provocó una notoria presión sobre el precio de la divisa que llegó a un máximo de $3,20 por unidad.

La paridad peso y dólar a futuro
Es evidente que si el dólar se mantuviera a lo largo del tiempo en un rango de 3,15 y 3,20 pesos, y el ritmo de inflación no cede, el deterioro de la paridad se aceleraría, por lo que generaría problemas para el sector exportador. No en vano, previo a las elecciones presidenciales del 28 de octubre pasado, los operadores financieros aventuraban un retoque a la paridad para devolverle parte de la competitividad perdida.
Esta situación, más la incertidumbre en cuanto a una hipotética segunda vuelta electoral, alentó compras de divisas por coberturas, que llevaron a la cotización a ese techo teórico de $3,20 impuesto por el Banco Central, que debió vender reservas para mantenerlo. Esta situación provocó una salida de divisas, que según el BCRA en su último informe cambiario sumó más de u$s4.300 millones en sólo un trimestre.
Esta pérdida de reservas también produjo un estancamiento de los depósitos en plazos fijos de los bancos, que para evitar mayores pérdidas debieron incrementar las tasas de captación.
Luego de las elecciones, la avalancha de dólares obligó al Banco Central a salir a sostener la cotización, por lo que se invierte su estrategia basada en la venta de divisas para evitar que la se supere el techo de 3,20 pesos.

Pese a las compras, la autoridad monetaria no logró que el dólar frene su caída y que toque los $3,13 en el segmento mayorista. A diferencia de lo que ocurre en otras partes del mundo, aquí no existe un piso ni un techo "natural", ya que la política cambiaria se mueve dentro de las pautas que fija el BCRA, que cuenta con un stock de reservas que le permite la posibilidad de actuar con total libertad.
Las fuentes del mercado consultadas dijeron que, pese a la postura vendedora de divisas, el mercado no presenta mayores oscilaciones en su cotización debido al firme control del Banco Central.
Pero así como en el camino de ida las subas se debieron no sólo a cuestiones locales, en esta baja también tuvo influencia la decisión de la FED de reducir en 0,25 punto porcentual la tasa de referencia. Obviamente que con esta rebaja el dólar se depreció frente a otras monedas.
De continuar esta caída desde un máximo de $3,20, y que esta semana concluyó en $3,16, es probable que el Banco Central compre más agresivamente, con la posibilidad de obtener ganancias por hacerlo a un valor más bajo al que estuvo vendiendo.
Perspectivas
Las autoridades económicas confían en que este último bimestre del año será cómodo desde el punto de vista cambiario por los ingresos de divisas de la cosecha gruesa, los fondos de las AFJP y la venta de Acindar. Pero el principal condicionante será la evolución de la situación internacional.
Analistas del mercado consideran que la cotización mayorista no debería bajar de $3,10, pero estiman que continuará cayendo en el corto plazo, pudiendo incluso la cotización minorista llegar a ese nivel.
Un hecho que llama la atención, y que estaría avalando la posibilidad de que la tendencia continúe, es el elevado volumen negociado en los últimos días y que está expresando que muchos operadores se están desprendiendo de sus tenencias antes que continúe cayendo, por lo que se está generando una especie de "profecía autocumplida".
En tal sentido, la baja de la divisa y la probabilidad de que se mantenga por un tiempo alientan la recomposición de los depósitos a plazo fijo, con tasas de interés en pesos más que atractivas, en especial, si se piensa en una rentabilidad medida en dólares.
Algo similar a lo que ocurre en el mercado brasileño, en el que se conjugan elevadas tasas de interés con tipo de cambio decreciente.
En cuanto a los intereses sectoriales, por un lado la industria tiene un reclamo histórico de un dólar alto que aliente las exportaciones y frene las importaciones, en tanto que por el otro se ubica el sector financiero que insiste en que tiene que bajar o por lo menos estabilizarse como máximo en el techo simbólico de $3,20 por unidad.
En cuanto al Gobierno, hasta ahora fue partidario de un dólar nominal alto acorde con su "proyecto productivo", que todo hace suponer se mantendrá con el cambio de administración en diciembre. Sin duda que para restar incertidumbre sería bueno un pronunciamiento en tal sentido.
Rubén Ramallo
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