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Si bien no tiene consecuencias graves en el organismo, puede ser un signo de otras patologías y es importante controlarla
11/08/2017 - 17:02hs
La púrpura senil, también conocida como púrpura de Bateman, es una condición de la piel que suele afectar a personas mayores, cuya piel ha sufrido cierto deterioro por el paso del tiempo. Su principal característica es la aparición de manchas de color púrpura o rosado en la piel que está expuesta. En general aparecen en las manos y brazos y suelen tener formas indefinidas, con bordes irregulares. No se relacionan con problemas en la circulación.

La principal causa de la púrpura senil es el envejecimiento de la piel. Con el tiempo, a medida que el cuerpo envejece, la piel se afina y se torna más delicada. La exposición a rayos ultravioletas debilita los tejidos conectivos que rodean a los vasos sanguíneos y los mantienen en su lugar.

La púrpura senil ocurre más frecuentemente en adultos mayores, pero el envejecimiento natural no es la única causa de este tipo de daño en la piel. El envejecimiento de la piel puede acelerarse si la persona se expone demasiado tiempo a los rayos ultravioletas.

Por otro lado, las personas que toman ciertas drogas con regularidad, como esteroides, son más propensas a padecer este tipo de púrpura. A su vez, existen algunas enfermedades que pueden causarla, como el lupus, la artritis reumatoidea o el síndrome de Sjogren. Del mismo modo, algunos tipos de cáncer -como la leucemia y algunos tipos de linfoma- puede ser causa directa de púrpura senil.

Si bien ese tipo de enfermedad de la piel no tiene consecuencias en el organismo, puede ser un indicio de otra patología subyacente. Puede ser señal de la pérdida de colágeno en la piel y en los huesos.

Los principales síntomas de la enfermedad suelen aparecer en los sectores más expuestos de la piel, como los brazos y manos. Los adultos mayores que tengan una tendencia a sufrir hemorragias más frecuentes suelen experimentar los síntomas de la púrpura más regularmente. Los hematomas que se producen por esta enfermedad suelen durar entre 1 y 3 semanas antes de que se reabsorban por completo, aunque la decoloración de la piel en esa zona puede durar algún tiempo más. Si bien la aparición de las manchas violáceas o rosadas son el síntoma más común de la púrpura, otros síntomas pueden ser la debilitación de la piel y la pérdida de su elasticidad.

El diagnóstico de esta enfermedad se puede hacer, en general, en base a una examinación visual por parte de un médico. De todos modos, en ciertos casos los profesionales médicos pueden requerir apoyo de algunos estudios, para asegurarse de que la púrpura senil no está causada por una enfermedad más seria.

Con respecto al tratamiento, los hematomas que produce la púrpura senil suelen desaparecer sin requerir ayuda adicional. En algunos pacientes, si la piel es muy fina, pueden producirse cortes o lesiones externas, pero pueden tratarse como cualquier otra lesión en la piel.

Además, es importante que los pacientes protejan su piel. El uso de remeras o camisas de manga larga es recomendable para proteger la piel de la exposición al sol, para lo cual también es útil usar protectores solares. Asimismo, las personas que padecen púrpura senil deben cuidarse de golpearse y, por ende, de que se produzcan hematomas o lesiones en su piel. Si bien ninguna de estas acciones podrá remediar el daño que ya ha sido causado por la exposición excesiva al sol, sí pueden prevenir que el daño siga avanzando.