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Reclamo en la línea B: qué es el asbesto, la sustancia presente en los subtes porteños

Este martes los metrodelegados levantaron los molinetes de la Línea D en señal de protesta por la probada presencia de asbesto en algunas formaciones
19/11/2019 - 11:33hs
Reclamo en la línea B: qué es el asbesto, la sustancia presente en los subtes porteños

La presencia de asbesto en los subterráneos porteños es un tema que ya ha tenido repercusión en los medios y en las redes sociales en otras ocasiones. La reaparición constante y la preocupación de los trabajadores da cuenta de que la situación continúa sin la solución necesaria, tanto para los operarios como para los usuarios de las líneas de subte que hoy están concesionadas a Metrovías. Desde el último informe publicado por el diario Perfil, ha habido protestas, amenazas de más medidas de fuerza y denuncias públicas de todo tipo.

Esta semana no fue ni será la excepción a esa regla; este martes los metrodelegados anunciaron un paro de 24 horas en la línea B por la presencia de asbesto en sus formaciones.

Ahora bien, ¿qué es el asbesto y por qué es tan severo que esté presente en un transporte público que diariamente usan miles de personas, además de las que trabajan allí?

El asbesto es un nombre con el que se denomina a seis minerales que se encuentran naturalmente en el medio ambiente, como haces de fibras que se pueden separar en hilos finos y duraderos para su uso en aplicaciones comerciales e industriales. Dado que es un material resistente al calor, fuego y productos químicos y que no conduce electricidad, se ha utilizado ampliamente en muchas industrias. Cemento, plásticos, aislantes, calderas, tuberías, pastillas de freno de los autos, pinturas, revestimientos, entre otros, son algunos de los productos de uso cotidiano que contienen esta sustancia.

Precisamente porque se encuentra en tantos productos de uso diario -ya sea personal o presentes en el lugar de trabajo-, todavía son muchas las personas que pueden estar expuestas al asbesto. Tal como sucede con los trabajadores del subte en Buenos Aires, por citar un ejemplo.

Se trata de un material muy volátil, que rápidamente se libera y queda en el aire, de donde cualquiera puede inhalarlo. Cuando esto sucede las fibras de asbesto pueden quedar en los pulmones y permanecer allí por mucho tiempo. Con el tiempo -sobre todo cuando la exposición es constante-, estas fibras pueden acumularse y causar cicatrices e inflamación, lo que puede afectar la respiración y provocar problemas de salud graves.

Es importante tener en cuenta que el asbesto ha sido clasificado como un carcinógeno humano conocido por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, la Agencia de Protección Ambiental del mismo país y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer estadounidense. Según esta última, existe evidencia suficiente de que el asbesto causa mesotelioma, un cáncer relativamente raro de las membranas delgadas que recubren el pecho y el abdomen. Aunque es raro, este tipo de patología oncológica es la forma más común de cáncer asociada con la exposición al asbesto. Asimismo, la exposición al asbesto ha sido asociada con otros tipos de cáncer, como de pulmón, de laringe y de ovario.

Por último, la exposición a esta sustancia también se ha asociado al aumento del riesgo de asbestosis, una afección inflamatoria que afecta los pulmones y puede causar dificultad para respirar, tos y daño pulmonar permanente, y otros trastornos pulmonares y pleurales no malignos. Dentro de este último grupo se encuentran las placas pleurales, que son cambios en las membranas que rodean el pulmón, el engrosamiento pleural y los derrames pleurales benignos -acumulaciones anormales de líquido entre las capas delgadas de tejido que recubren los pulmones y la pared de la cavidad torácica-.

Las patologías relacionadas con la exposición al asbesto pueden aparecer después de años de exposición, dado que se producen por la acumulación de estas sustancias en el tejido pulmonar y en otras regiones del cuerpo. Es por eso que los síntomas también tardan en aparecer, lo cual hace que cuando se detecta el daño la situación sea más avanzada de lo ideal. Conocer los síntomas característicos de las patologías relacionadas a la exposición a esta sustancia puede alertar al paciente, lo cual probablemente derivará en un diagnóstico más rápido. La falta de aliento, la tos persistente que empeora con el tiempo, la sangre en el esputo, el dolor o la opresión en el pecho y la dificultad para tragar, son algunas de las manifestaciones características. La hinchazón en la cara o en el cuello, la pérdida de apetito y de peso, y la anemia, también pueden aparecer en personas en contacto con asbesto.

Ante cualquiera de estos síntomas -sobre todo si no responden a otra patología conocida- es importante consultar con un especialista, que podrá evaluar con precisión la situación del paciente y determinará el tratamiento necesario.

Por último, para comprender la gravedad de la presencia de asbesto en productos de todo tipo actualmente, cabe destacar que desde 1970 en Estados Unidos esta sustancia está prohibida en compuestos para parchar paneles y chimeneas de gas porque las fibras podían liberarse al medio ambiente durante el uso. Además, en 1989, la Agencia de Protección Ambiental del mismo país prohibió todos los nuevos usos del asbesto.

A lo largo de los años han sido muchas las entidades gubernamentales y organizaciones relacionadas a la salud que han advertido sobre los peligros del asbesto. En Argentina particularmente, su uso fue prohibido en el ámbito nacional a través de la Resolución Nº 845/00 del Ministerio de Salud de la Nación, y la Resolución Nº 823/01 del Ministerio de Salud de la Nación. El problema de las dos normas mencionadas es que no prevén qué hacer con todos aquellos productos y lugares que ya contengan asbesto. Como el subte porteño.

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