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Lucas Romero: si Fernández mejora en las seis provincias donde le fue mal a Scioli, no es imposible que llegue al 45% en primera vuelta

El analista político y director de la consultora Synopsis dialogó con iProfesional sobre la configuración de las fórmulas electorales antes de las PASO
19/07/2019 - 06:36hs
Lucas Romero: si Fernández mejora en las seis provincias donde le fue mal a Scioli, no es imposible que llegue al 45% en primera vuelta

A pocas semanas de las PASO y en el marco de una polarización muy notoria en la conformación política de las listas de candidatos a Presidente, el analista Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, dialogó con iProfesional sobre el posicionamiento y la situación electoral de las principales fuerzas.

El reconocido experto, ex integrante de la consultora Ecolatina y licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad del Salvador, desarrolla una hipótesis sobre el escenario en el que la pelea de fondo es entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner.

-Con las listas sobre la mesa y a pocas semanas de las PASO, ¿qué radiografía realiza del momento actual?

-Independientemente de las motivaciones que lleva a uno a votar por una u otra opción, la decisión del voto está condicionada por la oferta electoral, en relación a los intereses y objetivos políticos de los actores. A comienzos de año decíamos que se estaba produciendo un agotamiento de la grieta, cuando la gente demandaba que apareciera una nueva alternativa. El problema es que sucedieron dos cosas: los dos polos (Macri y Cristina) comenzaron a reconocer sus limitaciones y empezaron a trabajar en ese espacio de centro para desarticularlo y llevar algo para su lado. Y esos actores que intentaron formar ese espacio de centro no empezaron a encontrar sintonía, no articularon y no hubo acuerdo. De esta manera, el 22 de junio los dos polos lograron su cometido de desarticular el espacio del centro y llevarse un pedazo para cada uno.

-¿Cómo cree que operó Cristina sobre ese espacio de centro?

-Su objetivo fue encolumnar a todo el peronismo detrás de una oferta electoral opositora. Creo que allí radica el porqué decide correrse de la fórmula. Si ella hubiese sido candidata a Presidente, más allá de los factores personales y que los números le daban, difícilmente hubiese logrado un encolumnamiento tan masivo de todo el peronismo como se está viendo ahora. Incluso, tampoco hubiese logrado atraer a Massa. Por eso, con esa estrategia logró generar una oferta política más amplia.

-¿Y Macri cómo considera que reconfiguró a Cambiemos?

-Macri flexibilizó posturas, y después del sacudón en el tipo de cambio de marzo pasado y de los malos datos de abril logró hacer una corrección con congelamiento de tarifas y precios, y así aparece una propuesta de acuerdo político, que estuvo orientada a marcar una línea divisoria entre kirchnerismo y el resto. Creo que el Gobierno logró también retener lo propio (los radicales) y, luego al incorporar a Pichetto debilitar al espacio del centro.

-La sensación es que el espacio del centro se diluyó...

-La configuración final que adquirió la oferta electoral favorece la polarización porque la opción del centro quedó debilitada y sin volumen. La sensación es que la "cosa" es entre dos y eso favorece una mayor polarización de la demanda. Es decir, hoy el electorado se está acomodando a la oferta actual que se le está presentando y los dos espacios están creciendo porque hay una migración de votantes del centro hacia los extremos. Son los que a principios de año estaban desencantados con la grieta y hoy están desencantados con la tercera vía.

Ojo, este movimiento no está guiado por una adhesión o un encanto sino por el rechazo y el espanto. Ahí se explica por qué el debate electoral es de un tono elevado en donde los actores no buscan convencer con argumentos, sino atraer con el miedo al otro. Es decir, apelan a decir que si gana Macri habrá más ajuste. O bien, si vuelve el kirchnerismo vamos a ser Venezuela. Están intentando asustar. 

-¿En este contexto de pocas propuestas qué tipo de campaña se puede ver?

-Probablemente veamos una campaña más negativa que positiva por este escenario en el que los electores están desencantados con la grieta y, probablemente, tengan una posición tomada que esté más enfocada al rechazo para evitar que sea Presidente aquél que no se quiere. Y posiblemente las propuestas vendrán de la mano por el déficit de la oferta contraria. Por ejemplo, Macri dirá de seguir con este cambio y dejar atrás el pasado corrupto. En cambio, el frente opositor dirá de poner en marcha la economía.

En resumen, el oficialismo tiene chances de ser reelecto por la oposición que enfrenta. Toda campaña electoral es en algún punto una batalla para signarle un significado a la elección. Entonces lo que van a buscar cada una de las campañas es explicarle a la gente cuál es la decisión que hay que tomar y qué se va a elegir en Argentina.

-¿De qué manera puede diferenciarse Alberto Fernández para captar más votos?

-Por lo que vemos en la campaña, queda claro que la presencia de Cristina en la fórmula lo condiciona, porque la mayor parte del tiempo lo ha dedicado a explicar lo que no es, no lo que va a hacer. Por eso, el mantra de Alberto Fernández está puesto bajo prueba. De hecho, preguntaría: ¿Con Cristina se puede ganar? Hay que ver eso. Lo cierto es que el hecho de que Macri tenga la posibilidad de ganar en este escenario económico lo adjudico a la presencia de Cristina. Su presencia no ayuda a crecer en cantidad de votantes. Incluso, Alberto está siendo mucho más crítico que Macri: criticó al INDEC, al cepo, el memorandun con Irán, 678, entre otros. En resumen, lo primero que hay que saber es que los candidatos tienen límites: no se le puede hacer decir cualquier cosa, su historia y contexto los condiciona. Es decir, no puede decir cualquier cosa porque de "copiloto" va Cristina.

-¿Qué están indicando sus relevamientos?

-El punto de inflexión lo ubicamos en abril, después mayo y junio fueron dos meses de recuperación en términos de imagen, expectativa e intención de voto. Y si se mira el proceso, la diferencia que llevaba Cristina a Macri era de 7 puntos en abril y en junio es menor, de unos cuatro puntos. Sigue estando arriba el frente opositor y la dinámica es que el Gobierno viene recuperando y creciendo más que la oposición, que está más frenada. En este proceso de polarización, los dos espacios vienen creciendo. En los números, tenemos al Frente de Todos en 40,3% y 36,2% a Juntos por el Cambio.

-¿Qué ocurre con los indecisos?

-Hoy ese nivel es del 8%, y ahí hay un punto interesante que tiene que ver sobre cómo se administran las expectativas porque el mercado político, en algún punto, funciona como el mercado económico. En este último los agentes funcionan con un cálculo de lo que creen que va a suceder y así corrigen. Por eso la expectativa que se construya sobre las primarias va a ser un factor, y ahí el Gobierno había construido una posibilidad de derrota e iba instalando los rangos: si pierde por menos de 5 puntos está bien, si la diferencia es entre 6 a 8 puntos ya hay dudas y si supera las 8 ya hay nervios. Al Gobierno siempre le va a convenir que la expectativa esté por debajo del resultado, para posicionarse desde atrás. La polarización ha subido los niveles de competencia, y a mayor volumen de votos el Gobierno se ve más necesitado de achicar la diferencia.

-Entonces, ¿cuál cree que puede ser el panorama para las elecciones nacionales?

-Si la diferencia es mayor a los cinco puntos, la condición es que conserve cierta calma el mercado financiero. No creo que el Gobierno esté en condiciones de soportar otra turbulencia en el tipo de cambio, no hay forma.

Otra de las cosas que vemos en las encuestas es que Mauricio Macri y Alberto Fernández van a sacar más votos que en 2015, ¿por qué se explica eso? Por el retroceso de Massa. Ese crecimiento indica que el frente opositor no debería estar muy lejos de un triunfo. De hecho, en ese entonces a Scioli le fue peor en las principales seis provincias del país, sacó en Córdoba el 19% de los votos, en Ciudad de Buenos Aires sacó 24%, en Santa Fe y Mendoza obtuvo 31% de los votos y en provincia de Buenos Aires un 37%. Si a esos guarismos se le suman 10 puntos, no son números alocados que pueda obtener Fernández. Eso representa 7 puntos más a nivel nacional.

Es decir, Scioli tuvo a nivel nacional 37% en primera vuelta y quizás con esa suba ahora llegaría el Frente de Todos a 44%. Por eso soy cauteloso sobre los que dicen que Macri gana, porque juntar a toda la oposición fue un gran hecho electoral y le está dando niveles de apoyo suficiente para pensar que ese espacio puede conseguir el 45% de los votos y ganar en primera vuelta. De hecho, con indecisos hoy nuestras encuestas le dan al frente opositor alrededor de 42%. Está muy peleado y más del 50% de la resolución de las elecciones se va a definir en la primaria.

-¿Qué puede hacer el Gobierno para ser más competitivo?

-Además de la campaña en sí, tiene otros elementos estratégicos: uno es adelantar el voto útil y decir al resto de los votantes de las otras fuerzas si quieren que vuelva el kirchnerismo o que siga este gobierno. Es el oficialismo el que viene compartiendo el voto anti K con otras candidaturas, y ahí tiene mucho más para aprovechar del voto útil y estratégico, donde en la fase final va a ir por los seguidores de Lavagna y Espert.

-¿Piensa que fue atinado para el Frente de Todos sumar a Alberto y a Cambiemos añadir a Pichetto?

-Por el lado de Alberto, es una candidatura que se ajustó al objetivo buscado y logró armar el frente opositor que Cristina quería armar, no le quedó casi nada afuera y logró administrar las listas. Pero desde el punto de vista electoral, Alberto Fernández no es una figura atractiva, no es el típico liderazgo carismático, tampoco territorial. Es un típico actor de la política que tiene y tuvo protagonismo político tras bambalinas. Y puesto como candidato habla bien y se maneja bien con los medios, tiene buena relación con los periodistas, pero no es el mejor candidato. Otra de las contras, más allá de él, es que estoy viendo una campaña que está mostrando cierta falta de homogeneidad, de unidad y de espíritu de equipo. Que cada uno vaya por su lado, atrapando las diferentes audiencias, no sé hasta qué punto es útil para ofrecer una oferta atractiva.Por el lado de Pichetto, lo mismo que Alberto, no es una decisión que tenga un correlato electoral, no le produjo una mejora al Gobierno. Lo que viene creciendo el oficialismo no se lo adjudico a él. Sí él le dio dos cosas muy relevantes a Cambiemos: una, desde el punto de vista simbólico le permitió renovar un poco su oferta, ampliar el espacio con un peronista. Esto permite dar una señal de que el segundo mandato va a ser distinto. El otro aspecto que le otorga Pichetto fue corregir un error estratégico para el oficialismo de haber planteado en su momento lo de peronismo sí o peronismo no, porque en este contexto económico pelear con el peronismo era suicidio y lo modificó. Así trajo un pedazo del centro, tuvo la oportunidad de desarticular ese espacio y consolidó la polarización. Todo eso es lo positivo. Lo negativo de su candidatura es que no muestra el perfil que Cambiemos quería mostrar de la renovación.

-¿Qué factores considera que hicieron subir la imagen del Gobierno en los últimos meses?

-Creo que la sensación de que se retomó una senda de control de la economía para transitar un sendero de recuperación le permite al gobierno plantearle a la gente que lo peor ya pasó, obviamente, sin decirlo porque ya se quemaron muchas veces. Además de esa calma, lo otro a destacar es el proceso político desde abril, cuando Cristina presenta su libro y volvió a poner en escena la polarización y ella atrajo a la gente que la detesta. En cambio, si aparecía una figura nueva del peronismo y había una renovación, Cambiemos no tenía chances de ser reelegido. Claro, el Gobierno ahora aprovecha una circunstancia con Cristina que muestra que no hay renovación es el peronismo. 

-¿Y Cristina?

-Estando acorralada judicialmente hizo lo lógico que podía hacer cualquiera. Yo pensaba que iba a ser candidata a Presidenta, pero la decisión de ponerlo a Alberto está ajustada a una estrategia mucho más ambiciosa de cierta resignación de poder. Aunque me parece que él tendrá un poder condicionado por Cristina. No digo que vaya a ser un títere, pero no va a poder gobernar solo. Igual, las condiciones de gobernabilidad van a ser mejores en un eventual gobierno de Alberto Fernández que en un eventual segundo gobierno de Macri. Es una paradoja, porque el mercado quiere que Macri reelija pero Cambiemos quedaría en minoría y debería seguir negociando y esperar eventualmente al 2021 para poder llegar a tener mayoría en el Congreso. 

 

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