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¿Por qué se celebra hoy el Día Nacional de la Medicina Social?

Cada 12 de julio, se celebra el Día Nacional de la Medicina Social en conmemoración al natalicio del cardiocirujano René Favaloro
12/07/2020 - 10:33hs
¿Por qué se celebra hoy el Día Nacional de la Medicina Social?

Cada 12 de julio, se celebra el Día Nacional de la Medicina Social en conmemoración al natalicio del cardiocirujano René Favaloro.

En conmemoración al nacimiento del cardiocirujano René Favaloro, en el año 2002 se sancionó una ley para homenajear en este día a todos los médicos que se desempeñan en el área social.

El ejemplo es la vida y obra del hombre que revolucionó la ciencia médica introduciendo el by-pass coronario en la cirugía cardiovascular, quien solía expresar que "La medicina sin humanismo médico no merece ser ejercida".

René Favaloro: un ejemplo de vida

Hijo de un carpintero y una modista; René Favaloro nació en 1923 en una casa humilde del barrio "El Mondongo" y se graduó de médico en la Universidad Nacional de La Plata.

Su primer destino fue Jacinto Aráuz, un pueblo perdido de la provincia de la Pampa donde, junto a su hermano, permanecerán durante doce años trabajando en la creación de un centro asistencial que permitió elevar el nivel social y educacional de la población, hacer desaparecer la mortalidad infantil, reducir las infecciones en los partos y la desnutrición, organizar un banco de sangre viviente con donantes que estaban disponibles cada vez que los necesitaban y realizar charlas comunitarias para el cuidado de la salud.

El centro asistencial creció convirtiéndose en un referente de la zona por sus prestaciones y equipamiento.

En esa época Favaloro comenzó a interesarse por las primeras intervenciones cardiovasculares, que lo motivaron, con escasos recursos y un inglés incipiente, a viajar a Estados Unidos para hacer una especialización.

Así, en 1967 concretó su primer by-pass en la Cleveland Clinic, la cirugía de revascularización miocárdica, que hizo que su prestigio trascendiera ya que el procedimiento cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria. En la actualidad, esta técnica es aplicada en todo el mundo.

En el año 1972 rechazó un contrato millonario en los Estados Unidos por la posibilidad de regresar a su país, donde en 1980 creó el Laboratorio de Investigación Básica, financiado con dinero propio durante un largo período, que con posterioridad, pasó a ser el Instituto de Investigación en Ciencias Básicas del Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas, el que dio lugar, en agosto de 1998, a la creación de la Universidad Favaloro.

En 1992, inauguró en Buenos Aires el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Fundación Favaloro, entidad sin fines de lucro. Con el lema "tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico" se brindan servicios altamente especializados en cardiología, cirugía cardiovascular y trasplante cardíaco, pulmonar, cardiopulmonar, hepático, renal y de médula ósea, además de otras áreas.

Pero Favaloro no se conformó con ayudar a resolver los problemas sanitarios o médicos sino que denunció problemas político-sociales como la desocupación, la desigualdad, la pobreza, el armamentismo, la contaminación, la droga, la violencia, y la incomprensible desidia de los gobiernos ante obras como la que él emprendió para los más necesitados de su patria. Por ello, abrumado por las deudas de la Fundación Favaloro, el 29 de julio de 2000, se quitó la vida, dándose un disparo en el corazón.

René Favaloro: los reclamos, el drama y la angustia de su última carta

René Favaloro es uno de los grandes exponentes de la Argentina, tanto a nivel local como en el mundo. El cirujano se ganó su reconocimiento a partir del desarrollo de una técnica innovadora y disruptiva para el tratamiento de la patología de las arterias coronarias.

Más allá del desarrollo médico que hizo René Favaloro, de su formación y de sus realizaciones profesionales, uno de los datos más sorprendentes de su vida es cómo terminó.

El suicidio de René Favaloro dejó helado a un país, dejó sorprendidos a muchos argentinos. A principios del siglo XXI, más precisamente el 29 de julio del año 2000, se conoció esta noticia: el cardiocirujano René Favaloro, fundador de la Fundación que lleva su nombre y con una trayectoria extensísima, se había disparado en el pecho.

Pero antes de hacerlo redactó una carta al entonces presidente, Fernando de la Rúa, en la que relataba los motivos de su decisión y una serie de críticas al sistema sanitario y político de la Argentina. René Favaloro, entonces, dejó el siguiente texto cuando decidió quitarse la vida. Pasaron casi 20 años y muchos de los puntos señalados en esa carta siguen vigentes, al igual que sus aportes médicos. Como si fuese uno de los tragicómicos monólogos de Tato Bores, pero con más carga de tragedia y ni una sola pizca de humor.

René Favaloro cuando era joven
René Favaloro cuando era joven

La carta completa de René Favaloro

(Del Dr. René Favaloro/ julio 29-2000 – 14,30 horas)

Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles. Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo. En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.

La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).

Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.

Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.

A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo.

Este era nuestro único contacto.

A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.

Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado. La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.

¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno!

Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.

Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país.

Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).

Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda.

El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.

Lo mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.

René Favaloro dejó una carta en la que explicaba la situación apremiante que aquejaba a su fundación
René Favaloro dejó una carta en la que explicaba la situación apremiante que aquejaba a su fundación

Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este infundio? Muy simple: el pacientes es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. 'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?'. 'Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe'.

El cirujano 'de real valor' además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!

Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las 'indicaciones' de su cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.

Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.

Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna 'lecture' de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos.

Pero aquí, vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que más les interesa.

La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc, etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos.

No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle 'la operación económica' y entregará el sobre correspondiente!

La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir 'no hay camas disponibles'.

Nuestro juramento médico lo impide.

Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se complica.

En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.

Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando. Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.

¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente? Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.

La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C. Clinic , le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español!

Sin duda la lucha ha sido muy desigual.

El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.

Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al ´sistema'.

Sí al retorno, sí al ana-ana.

'Pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben como hacerlo. 'Debes dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabes nada, que no estás enterado'. 'Debes comprenderlo si querés salvar a la Fundación'.

¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!

En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.

Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'.

Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular.

El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo. '¡La leyenda, la leyenda!'

Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.

Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.

Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.

No puedo cambiar. No ha sido una decisión fácil pero sí meditada. No se hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.

Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.

Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.

En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.

En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.

A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.

Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.

Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.

Un abrazo a todos

René Favaloro

Cómo fueron los últimos meses y días de René Favaloro

La situación económica que atravesó la Argentina en los años posteriores a la década del ‘90 fue de una profunda crisis. Las decisiones políticas y económicas que se tomaron durante los gobiernos anteriores y durante el gobierno de Fernando de la Rúa condujeron a lo que finalmente fue una explosión social, económica y política. Terminó, como ya se conoce, en la renuncia del entonces primer mandatario y en la tristemente célebre sucesión de cuatro presidentes en una semana.

Así como muchas empresas quebraron, muchos trabajadores sufrieron despidos, aumentó la pobreza, la miseria, el desempleo, entre otros problemas centrales, el sistema de salud también sufrió su impacto. Y la fundación de René Favaloro, claro está, no fue la excepción a esa regla.

Las deudas respiraban en la nuca de la Fundación: debían más de 40 millones de pesos. Al mismo tiempo, a la entidad fundada por René Favaloro le debían más de 18 millones. Su principal deudor era IOMA, la obra social de la Provincia de Buenos Aires. Por su parte, PAMI también le adeudaba casi 3 millones (las autoridades de ese entonces de la Alianza, dijeron que las prestaciones en su gestión estaban al día, que esa deuda se había generado en las gestiones del menemismo de Alderete y Matilde Menéndez por lo que debían verificarse judicialmente). Además de IOMA y PAMI eran muchas las empresas y obras sociales que le debían dinero a la fundación encabezada por René Favaloro. 

René Favaloro no quería cambiar el esquema de funcionamiento de la Fundación. Deseaba seguir atendiendo gratis a quien lo necesitaran, tener casi 1200 empleados, contar con tecnología de última generación y continuar recibiendo pacientes de obras sociales y privados.

Los demás miembros del directorio habían logrado formar un comité de crisis con asesoramiento externo. Los vencimientos se les venían encima. René Favaloro había escuchado lo que nunca pensó escuchar. Varios directivos y hasta familiares le habían sugerido que diera un paso al costado, que dejara por un tiempo de encabezar la institución.

El lunes siguiente a aquel sábado 29 en que René Favaloro decidió suicidarse, iban a despedir a casi un tercio de los trabajadores, muchos de los cuales trabajaban con él desde que había vuelto al país a principios de los setenta.

Otro de los problemas de la institución fundada por René Favaloro era el sistema de salud, que al prestigioso cirujano le resultaba inconcebible. Las coimas, los retornos de dinero que cobraban algunos médicos y que se relacionaban tanto al Estado como a empresas privadas, eran objeto de repudio de René Favaloro.

En ese contexto, René Favaloro tenía una disyuntiva delante de sus ojos: perdía la integridad que se había esforzado por construir o perdía su fundación.

Así, decidió enviar una serie de cartas a conocidos, personas poderosas o relacionadas con el poder, hombres y mujeres con influencias que podían ayudarlo en su situación. Nadie le respondió.

El fatídico día para René Favaloro: el 29 de julio del 2000

Aquella mañana fue muy similar a otras. René Favaloro fue temprano hacia la Fundación, con sede en la Avenida Belgrano, en el centro de la ciudad de Buenos Aires. Había hecho planes para almorzar con su pareja, Diana Truden, que sería la primera en llegar a la escena del suicidio de René Favaloro. 

René Favaloro durante varias horas en su despacho, donde no recibió a nadie ni realizó llamados telefónicos. Solo salió al mediodía para volver hacia su casa para almorzar con su pareja, tal como habían quedado a la mañana.

Al finalizar el almuerzo ella se fue con su hermano, mientras que René Favaloro le había dicho que iría a La Plata, su ciudad natal. Unas horas después la pareja de René Favaloro se enteraría de que ese nunca había sido su plan.

René Favaloro fue uno de los cardiocirujanos más prestigiosos del país
René Favaloro fue uno de los cardiocirujanos más prestigiosos del país

En lugar de ir hacia La Plata René Favaloro se quedó en su departamento, donde ultimó los detalles para finalizar con el plan que culminaría con su suicidio.

La pareja de René Favaloro regresó con su hermano cerca de las 17. La llave puesta y con una vuelta bloqueaba la puerta, pero después de un rato ella y su hermano pudieron ingresar. No encontró a René Favaloro en ningún sitio de la casa hasta que vio la luz que se asomaba por debajo de la puerta de uno de los baños. Del otro lado, el cuerpo sin vida de René Favaloro impedía que la puerta pudiera abrirse.

Después de haber pedido ayuda a los gritos en el pasillo un vecino llegó para ayudarla. Logró sacar la puerta y allí se encontraron los tres -el vecino, el hermano y Diana Truden- con el peor escenario que podrían haber imaginado. En el piso, en medio de una gran cantidad de sangre ya oscurecida por la oxidación, vieron el cuerpo de René Favaloro, en el que claramente se podía ver un agujero bajo la tetilla izquierda.

René Favaloro, el médico que había trabajado toda su vida para cuidar la salud cardíaca y cardiovascular de otras personas, se había disparado en el corazón.

La Fundación hoy

Casi 20 años después de la carta que escribió René Favaloro antes de presionar el gatillo, son muchos los aspectos de la vida y de la realidad Argentina que han cambiado. Se sucedieron los presidentes en el poder; la economía argentina creció, pero luego volvió a caer, en ese ciclo eterno al que parece que los habitantes del país están destinados. La tecnología médica, y puntualmente los elementos que se utilizan en la cirugía cardiovascular, evolucionó de manera significativa.

Sin embargo, los aportes de René Favaloro siguen vigentes y los especialistas todavía se forman y desempeñan su función a partir de las bases que sembró el reconocido cirujano. 

La Fundación que lleva su nombre sigue ahí, tan vigente como sus técnicas, y es uno de los centros de salud más reconocidos del país. Ella también vio crecer sus instalaciones, supo tener dos centros de salud en la zona norte de la capital y del conurbano. Esto fue así hasta hace pocos días, cuando la crisis económica y sanitaria desatada por la pandemia de coronavirus y el aislamiento social, forzó a las autoridades de la Fundación Favaloro a cerrar las puertas de dos de sus centros periféricos. De este modo, la entidad fundada por René Favaloro regresó a tener una sola sede, la original, la de Avenida Belgrano. Esa en la que René Favaloro tenía su despacho, esa desde donde pensó durante largas horas, días y meses, cómo salir de la situación en la que la economía y el sistema de salud lo habían sumergido. Esa en la que pasó toda la mañana de aquel 29 de julio, de donde se fue al mediodía para almorzar con su pareja, sabiendo que sería su última vez allí.