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ALERTA

Construcción: relanzan plan por falta de personal capacitado

Alertan sobre la necesidad de empleados calificados en un sector reputado clave ya que, junto a automotrices y bancos, es uno de los motores de la economí­a
02/05/2007 - 14:01hs
Construcción: relanzan plan por falta de personal capacitado

El Instituto de Estadí­stica y Registro de la Industria de la Construcción (IERIC) es una experiencia pionera que comenzó a funcionar en 1996. Ese año, el antiguo registro, que dependí­a del Ministerio de Trabajo se convirtió en una "entidad pública no estatal" que sigue bajo la tutela de la cartera laboral, pero se financia con fondos propios y está co-gobernada en partes iguales por representantes del sector empresario y del sindicato.

La función principal del IERIC es fiscalizar el trabajo formal en la industria y asegurar el cumplimiento de la regulación especí­fica para el sector en temas laborales, la ley 22.250.

Pero además de llevar el registro oficial de trabajadores y empresas en la industria, el organismo concentra las acciones oficiales de formación, junto con el Ministerio, la Cámara Argentina de la Construcción y la UOCRA.

En los últimos tres años el proyecto de capacitación conjunto cumplió con la meta de brindar 4,5 millones de horas de clase a un total de 25 mil desocupados, incluidos Jefas y Jefes de Hogar.

Por eso, el Plan Nacional para Calificación de Trabajadores de la Construcción, se relanzará hoy en Casa de Gobierno. El presidente Néstor Kirchner y el ministro de Trabajo Carlos Tomada encabezarán el acto en el salón Sur, en el que se firmará el nuevo acuerdo de capacitación.

En este contexto, Rául Massarini, gerente ejecutivo del IERIC, dialogó con infobaeprofesional.com y resaltó el valor de la renovación del acuerdo, pero alertó sobre la urgencia de mejorar la capacitación de recursos humanos para el sector.

- La construcción vivió muy de cerca tanto la crisis como la reactivación posterior. ¿De qué manera impactó ese cambio sobre el empleo en el sector?
- Luego de la devaluación hubo un alto crecimiento económico y la construcción acompañó, porque es procí­clica, generando una demanda laboral insatisfecha. Pero, al mismo tiempo, tení­amos más de un millón de desocupados en todo el paí­s. Por eso, la idea fue formar a esa mano de obra desocupada para poder darle un reinserción laboral, por lo menos en la industria de la construcción. En el 2004 sellamos un acuerdo con el Ministerio de Trabajo, la Cámara de la Construcción y la UOCRA, para implementar un plan de capacitación a nivel nacional. Ese programa se llevó a cabo en los últimos tres años y hoy firmaremos un nuevo convenio en la Casa Rosada en el que vamos a renovar el acuerdo original.

- ¿Pero el problema de hacer coincidir la demanda con la capacitación de los desocupados sigue?
- La estrategia ha sido exitosa, aunque aún no satisface del todo la demanda empresaria, porque hay mucha necesidad de oficios complicados, que no se adquieren en este tipo de capacitación. Si no se encara una polí­tica inmediata en cuanto a la formación de mano de obra, va a ser un condicionante serio. Va a haber obras que se van a parar por falta de personal, cosa que hoy a nadie se le pasa por la cabeza. Puede ser que se dejen de hace obras porque para conseguir una especialidad haya que pagar mucho más o porque directamente no existan.

- ¿Ese escenario en cuánto tiempo podrí­a darse?
- Esto puede darse en un plazo de 5 años. Por eso, tenemos que hacer algo ahora. Si se mantiene el crecimiento sostenido de hoy, en el mediano plazo vamos a tener problemas de falta de mano de obra, tanto con perfiles tecnológicos como en los de oficios tradicionales, que hace dos años estamos tratando de capacitar.

- ¿A qué perfiles apuntaron los cursos?
Fundamentalmente se orientaron a plomerí­a y albañilerí­a. Pero cuando hablamos, por ejemplo, de un maquinista, ya se complica. No se puede formar de un dí­a para otro a una persona y además es necesario tener las máquinas para capacitar. Por eso con algunas empresas hemos firmado convenios para que ellos pongan las máquinas y nosotros la gente. Hay empresas que han ido a buscar a sus antiguos maquinistas de más de 70 años, tanto para mover la máquina como para poder capacitar a alguien. Esas son las demandas que hoy tenemos y que condicionan de alguna manera el crecimiento del sector.

- ¿Frenan el crecimiento?
Lo frenan o impactan en los costos. Por ejemplo, en las fiscalizaciones en el Norte, hemos encontrado obreros brasileños trabajando como maquinistas. Es decir que hubo que traerlos de paí­ses vecinos y eso genera un costo adicional. Evidentemente, tanto los privados como el Gobierno tienen que fijar un plan para volver a lo que eran las escuelas técnicas, que a esta altura han desaparecido.

- El reclamo desde el Gobierno apunta a que las empresas no están dispuestas a comprometerse e invertir en capacitación. ¿Cómo lo viven en la construcción?
- La construcción no es la excepción. Por eso es necesaria una polí­tica nacional comprometiendo al sector público y privado en conjunto. Lo que pasa es que la construcción es una industria muy particular. Tiene principio y fin. Una industria automotriz, en cambio, si es exitosa, puede serlo de por vida. Esa temporalidad de la construcción limita también las inversiones que pueda hacer el empresario. Por eso, la falta de capacitación se nota en estos momentos, cuando hay escasez de mano de obra y entonces todos pegamos el grito.

Experiencia
- ¿Cómo es la convivencia entre empresarios y sindicalistas en el IERIC?
- Es un ejemplo de una estrategia mayor. Tanto empresarios como trabajadores decidieron trabajar en forma conjunta, defendiendo cada uno sus propios intereses. En el caso puntual del IERIC la experiencia es completamente exitosa. Se ha llegado a la independencia de criterio de poder decir que la mesa del directorio del Instituto no es una paritaria. Los temas en los que confrontan ambas partes se dan en otro ámbito. Aún cuando suelen ser los mismos interlocutores, pero si se ponen el sombrero del IERIC, hablamos de proyectos en común.

- ¿Cuál es la apuesta para profesionalizar el sector?
- Nosotros incorporamos junto con la función de formación, la creación de un área de certificación de competencias que apunta a certificar que los trabajadores de la industria, tienen las competencias necesarias para determinado oficio. Este proyecto está en pleno desarrollo. El año pasado hicimos una prueba con 250 personas y el objetivo para este año es llegar a las mil.

- ¿La idea es que los empleadores empiecen a pedir esa certificación?
- Sí­, lo estamos empezando a difundir porque para ellos puede ser un beneficio importante y les permite ahorrar tiempo que pierden al hacer ellos las pruebas. La idea es que el dí­a de mañana los propios empleadores traigan a sus trabajadores para que los certifiquemos y que esto funcione como una carta de presentación de la empresa para cualquier obra pública.

- ¿Cómo conviven estas iniciativas con los altos niveles de trabajo en negro que tiene el sector?
- Tanto la capacitación como la certificación contribuyen a la formalización. De todas formas, es cierto que la industria tiene un componente de informalidad significativo. Pero vale la pena hacer alguna aclaración. Primero, es una industria pro-informalidad en todo el mundo por las propias caracterí­sticas de la actividad. Y en segundo lugar, hay que diferenciar lo que es sector de la construcción de lo que es industria. En el sector se incluyen las obras que contratan los privados para refacciones domésticas, o las changas y eso se computa como trabajo en negro. Pero en lo que es la industria de la construcción, las empresas que se dedican a edificios u obras públicas, ahí­ la informalidad no es tan alta, no escapa de lo que pasa en otros rubros.

- ¿A qué porcentaje llega?
- El porcentaje de empleo en negro en la industria está entre el 20 y el 30 por ciento.

- ¿El tema es una preocupación para las empresas registradas y los sindicatos?
- Es un reclamo permanente. Nos piden que fiscalicemos y que colaboremos para reducir la informalidad, tanto los representantes de los trabajadores como los empresarios. Porque para las compañí­as formalizadas se encuentran con que aquellas que no cumplen están trabajando con un margen de un 40% de diferencia a favor.