Sueldo de altos ejecutivos, ¿culpable de la crisis en EEUU?
La reciente crisis tiene muchas caras y distintas explicaciones. La revista New Yorker busca un nuevo culpable: la forma de retribución de los altos ejecutivos de las empresas y de los hedge funds. Y es que el sistema de pago mediante bonus o con opciones sobre acciones puede inducir a tomar riesgos mucho mayores para obtener grandes beneficios que no se corresponden con las pérdidas que pueden generar.
Según un estudio realizado por los profesores Gerard Sanders y Donald Humbrick, los consejeros delegados cuyas retribuciones están hechas en mayor medida de stock options, es decir, la posibilidad de comprar acciones a un precio prefijado, tienden a "moverse al borde del abismo", tomando decisiones con mucho mayor riesgo que aquellas que realizan otros ejecutivos.
El resultado son empresas mucho más impredecibles, y no precisamente para bien: también tienden a ser más un gran fiasco que un gran éxito, consigna un artículo publicado por el diario español El Economista.
¿Por qué ocurre esto?
El problema con este tipo de pagas es que no hay gran diferencia si las acciones están un euro por debajo o 20 euros. En ambos no casos no valen nada para el directivo.
Sin embargo, para un accionista, esa misma diferencia es enorme. Como consecuencia, los directivos tenderán a abrazar proyectos con mucho mayor riesgo en busca de mayores beneficios, incluso si eso conlleva una alta probabilidad de fracaso.
Además, como recuerda el semanario, las opciones pueden asimismo animar al fraude; los profesores Jared Harris y Philip Bromiley1 hicieron un estudio sobre empresas que son obligadas a revisar sus cuentas por irregularidades contables.
En él descubrieron que las compañías que utilizan el sistema de pago con opciones son mucho más propensas a acabar rehaciendo sus cuentas.
El caso de los hedge funds
Tampoco parece sorprendente que los hedge funds hayan estado en el centro de la crisis con sus sistemas de retribución, apunta El Economista.
Los gestores de los hedge funds, por ejemplo, suelen ser retribuidos con la regla del "2 y 20": cobran un 2% del total de los activos que gestionan y se quedan con el 20% de las ganancias que obtienen.
De esta manera se busca que les interese más que su fondo lo haga mejor; en teoría sólo se harían ricos si el hedge fund se revaloriza mucho.
En la práctica, las cosas no siempre funcionan así. Por ejemplo, si un fondo de u$s1.000 M sube un 20% el primer año gestionado y cae otro 20% el segundo, el gestor se llevaría una comisión de u$s40 M a pesar de que el inversor perdería dinero, detalla el matutino.
Para evitarlo, los fondos tienen una norma por la que no cobran sus bonus hasta que los inversores al menos igualaran las pérdidas con las ganancias.
El problema es que nada prohíbe al hedge simplemente cerrar al final de un año y largarse con las bonificaciones acumuladas y, a veces, incluso no es necesario: este verano los dos fondos de Bear Stearns que cerraron habían visto esfumarse todo el valor de sus activos.
Así, el gestor no tiene incentivos reales para supervisar los fondos que no le van a proporcionar una comisión decente por su rendimiento. Les basta quedarse con lo ganado y dejar colgado al inversor con un fondo que no le va a dar ninguna rentabilidad. Además, aquí también tienen un mayor incentivo para tomar grandes riesgos que un inversor normal, con lo cual tienden a endeudarse muy por encima del valor de sus activos.
Esto puede generar muchos mayores beneficios, pero también muchas más pérdidas. Y el gestor sólo participará en los beneficios, pero no tendrá penalizaciones, que se trasladarán al inversor.