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Las principales alimenticias ya acumulan pérdidas por casi $5.000 millones, por la recesión y la suba del dólar

Durante lo que va del año, Arcor, Mastellone y Molinos Río de la Plata se vieron afectadas por el freno del consumo y la devaluación
10/08/2018 - 05:56hs
Las principales alimenticias ya acumulan pérdidas por casi  $5.000 millones, por la recesión y la suba del dólar

El actual contexto recesivo y la fuerte suba del dólar registrada principalmente entre abril y mayo pasados, provocaron un freno en los ingresos de la mayoría de las empresas con fuerte dependencia del mercado doméstico. En especial, de las orientadas al segmento de la alimentación, donde los precios se siguieron incrementando en un contexto de fuerte contracción de las ventas y de la producción.

De hecho, la alimentación ostenta durante lo que va de este año el uso de la capacidad instalada más bajo desde el 2001, cuando la crisis golpeó a todos los etamentos de la economía del país y derivó en la caída del gobierno de Fernando de la Rúa a fines del mismo año. Ahora, la producción de alimentos usa nada más que el 63% de la capacidad total de las fábricas evidenciando una importante retracción que provocó la pérdida de 2.300 empleos y acumulando balances negativos en la mayoría de las empresas.

Los casos mas paradigmáticos son los de Arcor, Molinos Río de la Plata y  Mastellone Hnos, dueña de la marca La Serenísima, consideradas las principales empresas de la industria alimenticia de la Argentina, con un volumen anual de ventas que supera largamente los $40.000 millones al año, ,pero que vienen registrando fuertes caídas en sus ingresos y, por ende, en su rentabilidad.

De hecho, durante los primeros seis meses de este año, entre las tres acumulan pérdidas por algo más de $$5.000 millones. Es decir, alrededor de $833 millones por mes o $27 millones diarios. En este caso, es el grupo con sede en la ciudad cordobesa de Arroyito y propiedad de la familia Pagani, el más afectado en cuanto a resultados.

Según su último balance publicado en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires,  entre enero y junio pasados acumuló una pérdida de $2999 millones,cuando en el primer trimestre de este año había alcanzado una ganancia de $338 millones. Es más, había finalizado el 2017bcon un incremento en ventas respecto del año anterior.

Incluso, debe ser uno de los pocos balances que Arcor arroja con cifras en rojo. El último fue en el 2002, cuando en todo el año perdió u$s50 millones, pero con un contexto económico y político mucho mas  volátil e inestable que el actual, mas allá de los cuadernos del ex chofer de Roberto Baratta y el resto de los casos de coimas, sobornos y corrupción que envuelven a un grupo cada vez más grande de empresas y empresarios.

Por caso, las de las sociedades del exterior representaron el 27,1% respecto de las ventas consolidadas del Grupo y las ventas de Argentina, que incluyen las exportaciones a terceros, representaron el 72,9% de las ventas consolidadas del año 2017.

El total ascendió a $48.420 millones, con una ganancia neta de $1.118,7 millones, que representa el 2,3% sobre ventas y una ganancia atribuible a los accionistas de la sociedad que ascendió a $386,8 millones. En ese lapso, su EBITDA ascendió a $4.783,4 millones y representa el 9,9% sobre ventas.

El nivel de liquidez del grupo asciendió a $2.663,9 millones con una disminución neta en el efectivo de $127,8 millones con respecto a la posición al inicio del ejercicio.

Con respecto a la empresa controlada por la familia Perez Companc sufrió pérdidas por $1070 millones entre enero y junio de este año. Ya en el 2017 su rojo fue de $184 millones, más que nada porque los aumentos de precios que aplicó a sus productos ese año perdieron contra la inflación y también por la suba del dólar y de sus costos fijos. 

En ese marco, la empresa optó por priorizar sus ventas y sostener el nivel de clientes para evitar profundizar la baja del consumo que se viene evidenciando en los últimos años. En este sentido, el año pasado dispuso una suba del 15% en los valores de sus marcas, mientras que sus gastos aumentaron 22% casi el mismo nivel que la inflación anual. También debió soportar la devaluación del peso frente a la moneda norteamericana con su deuda en dólares.

En cambio, en el primer trimestre de este año había logrado revertir el escenario, con una ganancia de $6 millones y un resultado antes de impuestos que arrojó una pérdida de $42 millones, lo que implica una caída de $75 millones respecto de igual periodo del año anterior. A nivel operativo obtuvo un resultado de $236 millones, mostrando una mejora respecto del resultado obtenido durante el mismo periodo del año anterior .

En cuanto a los ingresos operativos, se incrementaron un 22%, alcanzando $3302 millones, para absorber mayores costos de producción (22%) y gastos (15%) que en su conjunto suben 20%. Según la empresa, ese crecimiento estuvo en línea con la estrategia de focalizarse en el consumidor y la reducción de los gastos basados en productividad.

Con respecto a sus resultados financieros, durante el primer trimestre reflejaron un deterioro interanual de $292 millones, mayoritariamente producto del efecto negativo de la devaluación sobre la deuda financiera en dólares,

Con respecto a Mastellone, el año pasado y gracias a la debacle de SanCor, su principal competidora, había cerrado un balance positivo con ganancias por $1.156 millones. La láctea, donde la alimenticia cordobesa Arcor ya controla el 40,2% del capital accionario, había aprovechado el achique de su rival para, por ejemplo, quedarse casi con el control total del mercado de leche fresca de Capital Federal y el Gran Buenos Aires, donde SanCor ya no participa.  También logró crecer en el segmento del dulce de leche, donde las ventas de sus marcas se duplicaron en el 2017 con respecto al año anterior. Un caso similar ocurre con la comercialización de sus leches larga vida.

El impacto del dólar: suben insumos pero mejora perfil exportador

Sin embargo, en los primeros seis meses de este año el escenario cambió. Fue diametralmente opuesto con resultados que estuvieron afectados por la combinación de una fuerte y abrupta devaluación del peso y por la caída en los niveles de consumo de productos lácteos en el mercado interno, en relación con otros productos de la canasta familiar.  En ese contexto, su balance correspondiente al semestre enero-junio de este año muestra una pérdida neta total de $1.042 millones contra una ganancia de $106 millones en igual período del 2017.

De hecho, la propia compañía admite en el informe de resultados que envió a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires que la devaluación “ha impactado en el resultado económico neto del período a causa del registro de la diferencia de cambio generada por la valuación de la deuda financiera en dólares de la compañía”.

Según la visión de sus ejecutivos, considerando el carácter abrupto de la devaluación que llegó a un máximo del 56%, “ha producido una incipiente presión sobre los costos, especialmente de las materias primas”.

En lo que respecta a las actividades comerciales de Mastellone, la empresa advierte que la caída en el consumo doméstico de productos lácteos “ha tenido consecuencias en los volúmenes vendidos en el período”. 

De todos modos, recuerda en su informe que logró mantener “un claro liderazgo” de mercado en prácticamente la totalidad de los productos que componen su portafolio, “el cual incluso ha incrementado en el período”.  En este sentido, se vio de alguna forma beneficiada por la recesión del mercado doméstico ya que derivó un mayor volumen a abastecer mercados internacionales.

“La situación del mercado doméstico y la recuperación parcial de la rentabilidad de la exportación, ha contribuido a un incremento de los volúmenes exportados, aprovechando un mercado internacional que se mantuvo firme durante casi todo el período, pero que sobre el final del mismo empezó a mostrar algunos signos de debilidad”, argumenta el documento de Mastellone.

Se refiere además a subas en el volumen de leche cruda procesado pero advierte que el precio pagado también ha tenido que ajustarse “acompañando el incremento de los costos de producción generados por la devaluación”.

La compañía también destaca que los resultados operativos “muestran una mejora en su comparación con el mismo período del año anterior, producto en gran parte, por las acciones llevadas adelante a fin incrementar la productividad”.  Y explica que a pesar de las pérdidas, no frenó su plan de inversiones puesto en marcha hace dos años, “en el marco de una estrategia que tiene como objetivo primordial incrementar la productividad”.

Es decir, crecer en la industrialización y comercialización de productos, subproductos y derivados de la leche. También elabora y distribuye productos lácteos frescos, incluida leche fluida, crema y manteca, como así también productos lácteos de larga vida, incluidos quesos, leche en polvo y dulce de leche. Sus marcas más destacadas son La Serenísima, La Armonía, Ser y Finlandia.

En este marco, el volumen de producción y ventas alcanzado durante el primer semestre de este año llegó a los 807.987 litros, contra 780.804 litros de igual período del año pasado.

En cuanto a las perspectivas, el directorio de Mastellone admite que la evolución de la situación macroeconómica general “ocupa el centro de nuestra atención” y que observará “muy de cerca” el comportamiento de las principales variables que tienen impacto en sus negocios.

Más que nada, la situación del consumo en el mercado interno que es la que concentra la mayor preocupación, aunque igual se muestran “optimistas en cuanto a la recuperación de volúmenes comercializados”.

Todo esto, considerando una virtual desaceleración en los niveles de precios, la evolución de la inflación y su impacto en la compañía, además de la situación de la producción primaria de leche donde buscará realizar “importantes esfuerzos acompañando a nuestros productores y con la ejecución de las acciones de nuestro plan Más Leche”.

También la situación de los mercados externos será otro de los temas bajo seguimiento, especialmente la marcha de los negocios en los mercados regionales donde está presente como Brasil, Paraguay, Uruguay y próximamente Bolivia, además del resto de los mercados importadores de lácteos del mundo.