Empresarios hicieron un "mea culpa" por su silencio ante los casos de corrupción
En el 2014, una encuesta realizada entre los empresarios que asistían a 52 Coloquio de IDEA, ya demostraba que la corrupción no era un fantasma desconocido para los hombres de negocios.
Por el contrario. El resultado de la evaluación hecha en el segundo día del evento determinaba que el 47% de los ejecutivos consultados aprobaría el pago de coimas.
Fue ya una clara evidencia de que el empresariado argentino, como mínimo, conocía y aceptaba que para hacer negocios con el Estado, muchas veces debía actuar al margen de la ley.
Eran años de gobierno kirchnerista, con una campaña electoral que se iniciaba en el país y que culminaría con el triunfo de Mauricio Macri en los comicios del 2015.
Tiempos en los cuales los funcionarios de Cristina Kirchner tenían proíbido asistir a los coloquios de IDEA, por ser considerado un encuentro de empresarios opositores al modelo K.
Sin embargo, cuatro años después, la causa de los cuadernos reveló que el entramado de corrupción entre empresarios y funcionarios del gobierno kirchnerista era un secreto a voces en el mundo corporativo. Un secreto que, por lo bajo, más de un asistente a los coloquios de IDEA contaba en estricto off a los periodistas acreditados para cubrir el evento.
De hecho, varios de los ahora implicados en esa causa que investigan el juez Claudio Bonadío y el fiscal Carlos Stornelli fueron asiduos concurrentes y, en algunos casos, hasta auspiciantes y panelistas del encuentro que todos los años tiene como sede a Mar del Plata.
Desde el resultado de la encuesta del 2014 a la edición 54 del Coloquio de IDEA que está culminando en el hotel Sheraton de la zona de Playa Grande pasaron 1.460 días. Plazo que se tomaron los máximos ejecutivos del país para hacer una especie de mea culpa, de reconocimiento casi explícito a la connivencia que un sector del empresariado tuvo con el pago de coimas y sobornos para beneficiarse de contratos con el Estado.
Quizá por ese motivo, el caso de los cuadernos de Centeno despertó casi el mismo interés que las palabras de Nicolás Dujovne o la presencia del presidente Mauricio Macri en el evento.
Hubo paneles con temas muy cercanos a la corrupción, con debates sobre la actuación de la justicia, sobre la necesidad de mayor transparencia e institucionalidad.
También discursos como el del tiluar de IDEA, Javier Goñi, reclamando que los culpables vayan presos y anunciando la redacción de un código de ética común que firmarán las empresas miembros de IDEA como contribución a evitar que se repitan casos similares.
Formas de evidenciar la necesidad de un cambio, de demostrar a la sociedad que los empresarios implicados quedaron afuera y que la corrupción es un hecho aislado y no una estrategia compartida por todo el mundo corporativo.
Hasta el lema de este coloquio “Cambio cultural. Soy yo y es ahora”, fue una invitación a modificar comportamientos y asumir valores más transparentes.
En este marco, los organizadores del encuentro organizaron un almuerzo para escuchar a Diego Cabot, el periodista del diario La Nación que dio a luz la mayor causa de corrupción de la historia argentina y con coloquios de IDEA en sus espaldas.
La reunión, llevada a cabo en el coqueto Club del Golf de Mar del Plata, a 300 metros del Sheraton, fue una de las más convocantes. Casi un centenar de CEOs de grandes, medianas y pequeñas empresas colmaron dos salones del lugar para escuchar de parte del propio periodista la historia del Lavajato argentino.
Hubo representantes de sectores diversos y hasta de aquellos mencionados en los cuadernos de Oscar Centeno o señalados en algún tramo de la causa como Techint y Ternium, y Cartellone.
También ejecutivos de empresas como Philips, Microsoft, IBM, Latam, Swiss Medical, Ledesma, Dow Química, Zurich, Newsan. También de YPF, Toyota, Motorola, Banco Supervielle, Banco Santander, Telefónica, Vista Oil, Visa y TGN, entre otras.
Con el abogado Guillermo Lipera haciendo de presentador y moderador, Cabot fue recorriendo la historia de la investigación desde el día en que conoció a quien luego le entregó las anotaciones que durante años fue haciendo el chofer de Roberto Baratta para revelar el pago de coimas a ex integrantes del Ministerio de Planificación Federal de Julio De Vido.
El periodista de La Nación reveló que su fuente fue un vecino del edificio al cual se había mudado a principios de año y que su vínculo se gestó casi de casualidad y por intermedio del encargado de ese edificio.
Dijo haber recibido los cuadernos luego de regresar de un viaje a Japón y confesó que una vez que descubrió el contenido de las cajas tuvo temor por lo que le habían entregado y por las consecuencias que ese material iba a generar una vez que se descubriera.
A partir de ese momento, fue revelando los pasos dados en el diario y ante la justicia que terminaron con una gran cantidad de empresarios detenidos, otros imputados y procesados, al igual que varios ex funcionarios del gobierno anterior. Todo, a partir de las preguntas que Lipera le fue haciendo y ante la atenta mirada de la platea empresarial.
Admitió haber recibido amenazas en algún momento por su trabajo, reconoció el apoyo de sus jefes en La Nación, contó cómo fue chequeando el material, manteniendo reuniiones con varios de los mencionados en la causa.
Y hasta reveló charlas que, durante todo el proceso, fue manteniendo con Bonadio y Stornelli para poder encausar todos los datos, las pruebas y evitar filtraciones que pusieran en peligro tanto su trabajo periodístico como la misma causa.
Casi sobre el final de la charla, Cabot fue crítico con el accionar de los ejecutivos durante esos años en los cuales los acusó de haber silenciado lo que sabían. Hasta pensó en hacer con los empresarios un ejercicio del que luego desistió y que consistía en pedir que levantasen la mano quiénes conocían los hechos de corrupción y coimas denunciados en su investigación.
También los confrontó por los años en los cuales se callaron y aceptaron las premisas kirchneristas de no hablar de temas como la inflación o la crisis energética.
“No pusieron sobre la mesa un tema que nos debería haber importado más”, sostuvo ante los empresarios a quienes también les dijo que prefirieron no hablar y ahora tienen que enfrentar los costos de ese silencio que nunca asumieron. “Deben entender que no vale todo, que estos hechos no deben repetirse, que deben asumir los costos del silencio”, agregó.
Con respecto a la causa, consideró que tendrá un final diferente a los otros casos de corrupción que la Justicia investigó y que, en su gran mayoría, quedaron en la nada o siguen durmiendo en la letanía de la justicia.
La causa, cree Cabot, va tener desenlace diferente por los tiempos y las particularidades, porque hay imputados, encarcelados, procesados y porque se han descubierto cuentas bancarias con parte del dinero proveniente de esos hechos de corrupción.
Sin embargo, no cree que la política discuta este tema y por eso les pidió a los empresarios que presionen y usen las herramientas necesarias para ejercer el control y hacer las cosas bien.
Luego de las palabras de Cabot, varios de los presentes admitieron ante iProfesional la necesidad de que esto no ocurra nunca más, de dejar el silencio de lado y comenzar a dialogar, hablar y actuar.
Algunos recordaron el código de ética que los miembros de IDEA van a dar a conocer en los próximos días a modo de contribución y de compromiso a la mayor transparencia reclamada.
También para que la financiación de la política abandone el oscurantismo y sea más transparente. Sostuvieron que hay muchas entidades dispuestas a trabajar en forma activa. Y que la voz de los empresarios comenzará a esucharse.