Conquistadores: ¿por qué el mundo se rinde ante el encanto argentino?
Mucho se sabe y mucho se dice que los argentinos somos una especie de "gente distinta", muchos nos llaman "únicos". Pero, realmente, ¿qué ven los extranjeros que no nos entienden pero les atrapa?
En los últimos años, el fenómeno de los "extranjeros argentinizados" creció notablemente, especialmente en redes sociales, donde se vuelve casi un subgénero. Y el patrón se repite: vienen, observan, prueban y se quedan. No siempre físicamente, pero sí culturalmente.
No es solo el fútbol, el Fernet o el asado que une a familias y amigos, es esa forma tan particular de ser que nos hace únicos, auténticos y, a veces, un poco incomprensibles para el resto del mundo.
Desde el instante en que un turista llega a la Argentina, se sumerge en un choque cultural que despierta su asombro y fascinación. ¿Cómo explicar que con una simple mirada y un "es un montón" podamos transmitir tanto sin decir una palabra? ¿O que llamemos "amigo" a alguien que acabamos de conocer, como si lo conociéramos de toda la vida? Deberían darle un diccionario argento a cada turista cuando pisa nuestro país para que nos entienda desde el comienzo, pero no, es más atractivo cuando nos van descubriendo de a poco…
Argentina tiene una de esas identidades que no pasan desapercibidas. Hay algo más: una manera de estar en el mundo. Una forma de vivir con intensidad, hablar con emoción, construir lazos con códigos propios. Algo que los argentinos sentimos como parte natural. Y que los extranjeros, cada vez más, detectan como algo deseable, admirable, incluso adoptable.
Nuestros códigos son propios, nuestra manera de relacionarnos desafía la lógica convencional, ¡y a los extranjeros les encanta!, de hecho notamos que cada visitante se lleva un pedacito de esa cultura y que intenta transmitirla a su manera y con los suyos…
De hecho, en los últimos años, el fenómeno de los "extranjeros argentinizados" creció notablemente, especialmente en redes sociales, donde se vuelve casi un subgénero. Y el patrón se repite: vienen, observan, prueban y se quedan. No siempre físicamente, pero sí culturalmente.
Más allá del mate, el asado y los ídolos: hay algo que los deslumbra. La manera en que tomamos Fernet.
Por ejemplo, Luisito Comunica, uno de los youtubers más conocidos de habla hispana, dedicó varios videos a recorrer el país con una mezcla de asombro y cariño. Se sorprendió con la intensidad emocional de la gente, la pasión por lo cotidiano y, por supuesto, el ritual del Fernet. La pareja española SN Challenge, por su parte, es otra de las duplas que transformó sus visitas a Buenos Aires en contenido viral: probando comida, aprendiendo frases locales y captando con humor las lógicas (a veces caóticas) que nos definen.
También están quienes decidieron ir un paso más allá y quedarse a vivir en Argentina, como Cam del Pueblo, inglés que retrata la vida cotidiana con una mirada externa pero un corazón ya bien local. O Ladislas d’Herbigny, francés que argentinizó a sus padres asado, fútbol y fernet de por medio.
El Fernet, como el mate y el asado, una de las claves para "argentinizar"
¿Cómo explicar nuestra obsesión por el mate, el asado, el fútbol y, por supuesto, por figuras como Maradona y Messi? Es casi imposible. Pero hay una tradición que también nos distingue y que genera curiosidad: el Fernet Branca, único, que solo nosotros los argentinos sabemos cómo tomarlo, con nuestros rituales.
No es casualidad que se haya vuelto un símbolo silencioso pero poderoso entre los más de 400.000 argentinos que viven fuera del país. Es una forma de estar presentes, incluso cuando estamos lejos, una bandera líquida que no flamea pero se siente. Una especie de contraseña emocional que le dice al otro: "esto es parte de lo que soy, vení, probalo".
Pero su magnetismo va más allá de la nostalgia. El Fernet también intriga, conquista y se viraliza. Por eso cada vez más extranjeros se animan a probarlo —primero con desconfianza, luego con fascinación— y terminan sumándose al ritual con naturalidad. No porque entiendan sus ingredientes, sino porque comprenden lo más importante: lo que representa. El encuentro. El código. El "dale, tomá y contame".
Por que argentinizarse no es sólo adoptar costumbres: es empezar a hablar un idioma que no aparece en los manuales, pero se entiende con el cuerpo. Un lenguaje lleno de matices, donde las palabras no tienen una sola acepción, sino muchas, y todas dependen del tono, el contexto y el vínculo. El "diccionario de argentinismos" está vivo, y para los recién llegados es casi un mapa afectivo del país.
Todos estos insights son los que supieron entender desde Fernet Branca y por eso, en el mes del amigo, te muestra cómo nos ven los extranjeros, y qué se llevan de nosotros, cómo festejan el día del amigo…. siguiendo rituales que son casi sagrados:
Porque la amistad argentina es un tesoro invaluable, ¡y qué mejor forma de celebrarla que con un buen fernet!