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La ruta del iPad: por qué en la Argentina hay que pagarlo hasta $2.000 más caro

Sobre 14 paí­ses en los que desembarcó, la Argentina se ubica segunda en el podio de los más caros. Esta realidad se extiende a notebooks y netbooks
23/09/2010 - 10:15hs
La ruta del iPad: por qué en la Argentina hay que pagarlo hasta $2.000 más caro

El esperado desembarco del iPad en la Argentina, uno de los "chiches" nuevos de Apple, disparó la atención de todos aquellos asiduos compradores de productos electrónicos y de los consumidores pendientes de las últimas tendencias hi-tech.

Sin embargo, cuando la innovadora computadora en formato "tablet" de la marca de la manzanita finalmente se puso a la venta en el mercado doméstico, surgió una pregunta inevitable: ¿por qué los argentinos deben pagar por este producto hasta $2.000 más que si lo compraran en una ciudad como Miami?

En este contexto, cada vez que una novedad informática irrumpe en el mercado, los consumidores locales tienden a aplicar la lógica del "í­ndice Big Mac".

En efecto, así­ como en el mundo de la economí­a se popularizó este indicador para conocer cuán apreciada o devaluada está una moneda respecto del dólar, iProfesional.com apeló a la elaboración de un "í­ndice iPad", para conocer cuánto más -y por qué- deberán pagar los argentinos por un producto tecnológico que es el mismo que se vende en las principales ciudades del mundo.

Y el resultado del relevamiento arrojó datos sorprendentes. En efecto, al trazar una comparación, la realidad indica que la Argentina está entre los paí­ses más caros, producto de una maraña de impuestos y restricciones que finalmente no hacen más que castigar el bolsillo de los consumidores locales.

En buen romance, sobre un listado de 14 paí­ses de América, Europa y Oceaní­a, la Argentina ocupa el segundo lugar entre los más costosos a la hora de adquirir el preciado dispositivo de Apple.

Si se considera la tablet de 64 GB con WiFi y 3G, se observa que en el mercado doméstico la misma se comercializa a u$s1.385. Como contrapartida, en las antí­podas del relevamiento se ubican los Estados Unidos, donde el mismo producto, impuestos incluidos, ronda los 890 dólares.

Esto implica que en el mercado doméstico hay que desembolsar un 55% más que en el paí­s del norte. Y la brecha se amplí­a hasta el 60% para el caso de los dispositivos de 16 GB.

El "índice iPad" arroja otros datos sumamente interesantes: el consumidor debe abonar hasta casi un 30% más en la Argentina que cruzando la Cordillera para comprarlo en Chile. Así­, en el caso de que se decidiera por la unidad más cara, en la capital del paí­s trasandino se ahorrarí­a unos 285 dólares.

La siguiente infografí­a muestra a las claras el relevamiento, que ubica al mercado doméstico como el segundo más caro, solamente superado por Brasil:

Claro que una vez adquirido el producto en el exterior, hay restricciones aduaneras que impiden ingresarlo libre de impuestos. Y lo que sucede con el iPad también ocurre con una gran variedad de artí­culos, como notebooks, netbooks, cámaras digitales y celulares, entre otros.

En efecto: por todo producto que supere los u$s300 se deberá pagar un 50% de recargo por sobre ese valor tope. Y todos los modelos de iPad están muy por encima de ese techo.

Sin embargo, a pesar de esta limitación, matemáticamente hablando, en algunos segmentos hasta sigue siendo conveniente adquirir el producto en el exterior.

Por ejemplo, si se optara por una tablet de 64 GB 3G comprada en Miami, al valor del producto se le sumarí­an $1.165 de "penalización", lo que terminarí­a llevando el costo total a unos $4.690. Aún así­, estarí­a bastante por debajo de los $5.499 que cotiza en tierra argentina.

Diferente es el caso si se trae desde Chile: la versión con mayor capacidad terminarí­a siendo casi $300 más cara una vez cruzada la Aduana de Ezeiza. Sin embargo, el iPad más básico sí­ resultarí­a unos "pesitos" más barato que comprarlo en la Argentina.

Claro está, que hay que aclarar un punto al que hacen referencia los vendedores argentinos: comprar el producto afuera tiene sus riesgos por el tema de la garantí­a y el servicio post venta, variables a tener en cuenta a la hora de adquirir un producto de este tipo.

Sin embargo, el "Indice iPad" no hace más que reflejar las enormes diferencias de precios a las que están sometidos los argentinos.

¿A qué se debe esta brecha? iProfesional.com trazó un extenso relevamiento con el objetivo de obtener una radiografí­a de cargas impositivas, sobrecostos tangibles y otras variables no tan palpables que terminan elevando el valor final de las tablet.  

En definitiva, se trata de un cóctel de "ingredientes" que termina castigando no sólo al nuevo chiche de Apple, sino que también se hace extensible a LCD, celulares, cámaras digitales y hasta a productos de menor valor agregado, como calzado e indumentaria, perjudicando en definitiva al bolsillo de los consumidores locales. Disparen contra las impuestos

"Muchos consumidores podrán pensar que tenemos una rentabilidad altí­sima por producto vendido y no es tan así­. Se especula mucho y se cree que porque acá cuesta un 50% más que en EE.UU. hacemos un enorme negocio", se quejó el gerente comercial de una de las principales cadenas autorizadas por Apple en la Argentina, entre las que se encuentran Compumundo, Garbarino, MacStation y MacStore.

"Apple es un producto único, no es un commodity y tiene una polí­tica de precios firme. El valor al cual nos llega a nosotros es bastante similar al que abona un consumidor final en EE.UU.", recalcó.

En este contexto, el ejecutivo aseguró que "si la Argentina tuviese un arancel de importación más bajo, seguramente podrí­amos vender una mayor cantidad y serí­a un negocio mucho más atractivo".

Al trazar la "radiografí­a" del iPad, el directivo explicó que, "estos productos están fabricados en China por motivos más que lógicos pero la distribución se centraliza en EE.UU., desde donde lo importamos".

Así­, desde que la unidad parte desde su origen, hasta que se superan los trámites en Aduana, "de movida, se encarece más de un 30%", ya que "además de los aranceles hay un costo logí­stico importante, porque son bienes sensibles que no se traen en contenedores por barco, sino que se utiliza el servicio de carga aérea".

Según explicó Alberto Ortiz, gerente de la Federación de Cámaras de Comercio Exterior de la Argentina (Fecacera) y experto en temas aduaneros, un producto de este tipo "sufre" los siguientes costos en su "viaje" a las góndolas locales:

  • Al costo del producto se le debe sumar el flete, estimado en el caso en particular del iPad en un 4% sobre el valor original.
  • Sobre esta base imponible se aplica el seguro, del 1 por ciento.
  • A partir de ese valor es que se calcula el arancel de importación,  que es del 16 por ciento.
  • A ello se deben sumar un 2% extra de gastos por honorarios de despachantes de Aduana, desaduanamiento, flete interno y depósito.
  • Sobre la base costo+flete+seguro+derecho de importación se le aplica un 10,5% de Impuesto al Valor Agregado (IVA).
  • Y luego se deben realizar al fisco los siguientes pagos:

    -5% de IVA adicional

    -3% de Impuesto a las Ganancias

    -1,5% de Ingresos Brutos

Si bien una parte del monto de estos tres últimos tributos que se fijan al importar un iPad no encarece el producto, porque luego funciona como crédito ante la AFIP, sí­ produce un aumento del costo financiero por haber pagado en forma previa impuestos que, en realidad, deberí­an enfrentarse una vez vendida la unidad.

En concreto, un artí­culo que parte del mercado de origen (en este caso EE.UU.) a u$s100, llega al depósito en Buenos Aires a casi u$s150 -incluyendo los pagos a cuenta-. Luego hay que sumar gastos administrativos, costos de manipulación, stockeo, rentabilidad, etc.

¿Qué paí­s es el "paraí­so" de la tecnologí­a?

Según Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Internacional, la diferencia sustancial que explica por qué apenas cruzando la Cordillera un producto de este tipo resulta más económico, está en el entramado de impuestos propio de la Argentina que, en parte, es una herencia del Mercosur.

"Estamos dentro del bloque y desde que fue creado se fijó una estructura arancelaria tendiente a proteger, aunque no haya producción local, a todo el sector de bienes de capital, electrodomésticos y productos informáticos", explicó el experto.

En la misma lí­nea, Mauricio Claverí­, analista de la consultora Abeceb.com, sostuvo que "importar un producto en la Argentina, especialmente si es un bien tecnológico, es mucho más complejo que hacerlo en Chile. Más allá de que hoy el artí­culo en cuestión no se fabrique internamente, hay una estrategia coordinada con Brasil de defender una rama industrial en la cual Brasil tiene cierto peso, con Manaos a la cabeza, y donde la Argentina tiene un grado de desarrollo incipiente en el sur".

Como contrapartida, según Claudio Kramer, gerente de Cadieel, cámara que aglutina a las compañí­as electrónicas locales, "Chile es un caso aparte, porque tiene un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, de donde es originario el producto, y otro con Estados Unidos, que desgrava las importaciones".

La diferencia, aseguró, es que el paí­s vecino "puede darse el lujo de ser una economí­a abierta porque tiene un muy bajo nivel de industrialización. No puede proyectar el desarrollo de tecnologí­a como sucede en Brasil y, por lo tanto, prefiere concentrarse básicamente en productos primarios".

Esto permite que hoy casi 6 de cada 10 productos que ingresan a Chile tengan una preferencia del 100%, es decir, no pagan impuestos. Y que el arancel promedio a nivel nacional sea de apenas 1%, versus el 16% del Mercosur para este tipo de artí­culos. Argentina, la contracara

El gerente general de uno de los "premium resellers" de Mac en la Argentina, que pidió estricto off the record, aseguró que este tipo de aranceles que se aplican a un producto tecnológico son "proteccionistas" y los consideró un "sinsentido porque son artí­culos innovadores. iPad es iPad, no es parecido a cualquier otro dispositivo que se pueda llegar a producir localmente".

Sin embargo, la realidad es que peor les va a otros bienes tecnológicos importados que se ven alcanzados por el "impuestazo" -régimen tributario tendiente a fomentar los artí­culos ensamblados en Tierra del Fuego y, en sentido inverso, "castigar" el ingreso de unidades listas para vender-.

Por eso es que un LCD en el mercado local cuesta tan caro en relación a otros paí­ses de la región, dado que en vez de un 16% de aranceles -como sucede con el iPad- debe tributar 4 puntos más, a los que se suman los impuestos internos que llegan a un 28 por ciento.

De acuerdo a un relevamiento de IFR Monitoring, un LCD de 32 pulgadas que en la Argentina cuesta u$s1.000, en Colombia se vende a menos de u$s500, es decir, una diferencia del 100%.

Está claro: tanto en la Argentina como en Brasil, que poseen el "privilegio" de tener un polo de industrias tecnológicas propio –en el caso local serí­a Tierra del Fuego-, los consumidores deben pagar mucho más que sus pares de América latina, ya sea que los bienes se fabriquen o no localmente.

En el caso de Brasil, donde los iPad se venden un 7% más caros en promedio que en la Argentina, Gustavo Segré, CEO de la consultora internacional Center Group, explicó a este medio desde su oficina en San Pablo que "al comparar con el resto del mundo, los precios son mucho más caros por los aranceles del Mercosur, pero también por la fuerte carga impositiva que existe en el mercado doméstico, que incluso es más alta que en el resto del bloque".

¿Tiene sentido esta maraña impositiva cuando un bien, como el iPad, se fabrica únicamente en China y prácticamente no hay chances de que la multinacional piense en algún tipo de ensamble en la región?

Según Kramer, sí­. "Está claro que si yo empiezo a facilitar la importación con el argumento de que no se fabrica localmente, nadie nunca va a asumir el riesgo de producirlo o armarlo aquí­. Esto funciona a la inversa, es justamente en el momento en que se cierra un mercado cuando las cosas cambian y aparecen proyectos de inversión".

Distinta es la visión del economista Tomás Bulat, quien aseguró que "el negocio para la Argentina es hacer software, y para eso tenemos que disponer de hardware barato. El hardware caro es un negocio para pocos y sin futuro y una estrategia industrial de los setenta. El rédito está en el software y para desarrollarlo necesitamos disponer de los últimos equipos y lo más económicos posibles. Poner artí­culos importados caros es permitir que se beneficien algunas compañí­as y el resto de la gente lo pague más".

En la misma lí­nea, Diego Pérez Santisteban, presidente de la Cámara de Importadores (CIRA), sostuvo que "la lógica indicarí­a que lo que no se puede producir localmente tendrí­a que tener un arancel mucho más bajo". Los costos "ocultos"

Más allá de la polémica y continuando hacia abajo en la cadena de costos que afecta a la comercialización del iPad en la Argentina, se ubica un tema no menor: la inflación local.

¿Qué genera esto? Según reconocieron a iProfesional.com, en el valor actual está contemplada la suba de costos estimada para 2011, el año fuerte del iPad en la Argentina, ya que no es un producto cuyo precio pueda modificarse continuamente, especialmente en un negocio como el de la tecnologí­a, donde los precios internacionales tienden a bajar.

En definitiva, se trata de unos "puntitos de más" que funcionan como colchón para ir amortiguando la suba de costos en el mercado doméstico y la eventual reducción de precios de este artí­culo, cuando deje de ser una novedad.

Sin ir más lejos, las tarifas logí­sticas nacionales ya aumentaron más del 20% en los últimos doce meses y los salarios, en dólares, se dispararon otro 19%.

En este contexto surge un costo extra pero no menor, que es un efecto propio de los mercados con cierto grado de protección, como es la Argentina y que funciona como una especie de "efecto dominó".

¿Qué sucede? Al tener productos tecnológicos que, a partir del "impuestazo" a los bienes importados son mucho más castigados con aranceles e impuestos que otros, con diferencias de hasta 20 puntos, la estrategia de algunas compañí­as es "hacer una suerte de promedio con todo el portfolio y achicar las grandes diferencias que puede haber en las tasas de rentabilidad por artí­culo".

A este cóctel de aranceles, logí­stica e inflación se suma el pago anticipado de impuestos en Aduana, mencionado anteriormente, que si bien no impacta directamente en el precio, sí­ es contemplado porque le genera un costo implí­cito extra a los importadores por capital inmovilizado.

En definitiva, para Ochoa, la coyuntura marcada por la suba de precios y las barreras a la importación "obliga a tener márgenes mucho más altos que el promedio de la región".

En otras palabras, en el "í­ndice iPad", si hay algo que pesa es el "riesgo argentino". Proteger o no proteger, esa es la cuestión

Si bien se mostró en contra de que el régimen de preferencias que recibe Tierra del Fuego no sea extensible a otros polos productivos, Kramer sostuvo que cualquier paí­s que quiera desarrollarse tiene que tener medidas proteccionistas.

"Todas las economí­as que hoy luchan por el libre comercio y que se quejan cuando nosotros ponemos una licencia no automática, tuvieron durante cientos de años aranceles por las nubes para proteger su industria. Hoy en dí­a, a Obama no le podés vender una plancha si no está hecha con acero estadounidense", disparó.

Sin embargo, Ochoa consideró que es necesario enfocarse en la especialización y no pretender hacer una industria de cada producto que se consuma en el paí­s.

En el caso de los textiles, por ejemplo, aseguró que "con el argumento de combatir la mano de obra esclava de China, se fijan derechos de importación altí­simos para la ropa, que la encarecen en la Argentina, pero paralelamente proliferan cadenas de dudosa transparencia impositiva, como La Salada".

"La Argentina no puede ni podrá ser China ni Malasia. Cuando se discuten estos temas se dice que se defienden 500.000 puestos de trabajo, pero lo que sucede es que no hay una estrategia de desarrollo seria. El paí­s definitivamente debe hacer foco en aquellos sectores de alto valor agregado donde sí­ es competitivo, como la maquinaria agrí­cola. No tiene sentido dificultarles a millones de consumidores locales el acceso a la indumentaria o ponerle trabas a un producto como el iPad, cuando el objetivo real está en otro lado", disparó.

Juan Diego Wasilevsky

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