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Argentina, sin dólares: de cuánto es el "agujero" a tapar para que haya "paz cambiaria"

El Gobierno ya echó mano a todo tipo de medidas. Pese a todo, los billetes no alcanzan. ¿Cuánto es lo que hace falta? El efecto "crowding out"
22/05/2012 - 10:11hs
Argentina, sin dólares: de cuánto es el "agujero" a tapar para que haya "paz cambiaria"

La nueva cruzada antidolarizadora, que llegó a su máxima expresión con la llegada de los "perros inspectores" olfateando billetes en el microcentro porteño, no deja de ser una sorpresa para la mayoría de los analistas.

A fin de cuentas, hasta hace pocas semanas se respiraba un clima de distensión. Los economistas vislumbraban un escenario calmo, producto de que es justamente en este trimestre cuando el país recibe la mayor cantidad de "sojadólares".

Sin embargo, el brusco cierre de la canilla de billetes verdes -con la previsible explosión del tipo de cambio paralelo- llevó a la generalizada sensación de que la situación en Argentina debe estar más complicada de lo que se pensaba.

La gran pregunta es por qué faltan dólares a pesar de haberse tomado una catarata de medidas, que incluye:

  • La obligación de varios sectores de liquidar ganancias en el país
  • Las fuertes restricciones para que las compañías no giren dividendos al exterior. 
  • El bloqueo a la entrada de productos importados
  • Los "telefonazos" de Moreno para que empresarios retrasen pagos al exterior. 
  • La entrada en vigencia de las Declaraciones Anticipadas, para burocratizar los trámites de importación. 
  • La modificación de la Carta Orgánica del Banco Central, para que el Gobierno tenga más a mano las reservas de la entidad. 
  • Las restricciones al retiro de dólares en cajeros del exterior
  • La caja de YPF, que le aporta al Gobierno unos u$s1.200 millones anuales. 
  • La "veda" casi total a particulares y empresas, que no pueden adquirir divisas.

Pese a todo esto, igual faltan dólares en el país. Al menos, así queda evidenciado tras la actitud del Gobierno que, lejos de relajar la situación, le imprime una mayor velocidad y tensión.

Parecería ser que ahora incluso no alcanza ni siquiera con la "super soja" que cotiza por encima de los envidiables 500 dólares.

Los argentinos, afectados por el "crowding out"

A la hora de encontrar las justificaciones, los analistas ensayan distintas hipótesis. Y uno de los conceptos que vuelve a escena con fuerza es el de "crowding-out".

Esto es, el desplazamiento de las necesidades de hacerse de dólares por parte del sector privado, producto de los fuertes requerimientos del Estado.

De momento, nadie ve la posibilidad de un colapso financiero, pero sí un "cambio de prioridades" respecto de a quién debe proveerse primero de divisas, donde el perdedor es el ahorrista.

En esta línea Andrés Mendez, de la consultora AMF, señala que el Gobierno no quiere repetir la mala experiencia del año pasado, cuando en plena cosecha agrícola "se quedó con las ganas" de embolsar esos dólares que, casi en su totalidad, fueron "aspirados" por particulares y empresas.

En este sentido, según los cálculos del analista, en abril la mitad de los u$s60 millones diarios adicionales que entraron por la soja fueron a parar, pese a las restricciones de la AFIP, a los bolsillos del público.

"Esta vez el Banco Central quiere quedarse con todo y, a ese ritmo, hubiera resignado alrededor de u$s1.800 millones en tan sólo tres meses, de no ponerle freno a la dolarización de empresas y ahorristas. De esta forma, demuestra que tampoco se conforma con el fifty-fifty de abril y de los primeros días de mayo", señala Mendez.

Lo cierto es que, ni la soja cotizando por las nubes ni el superávit comercial del primer cuatrimestre (casi u$s5.000 millones) hoy resultan suficientes para traer alivio a la caja verde del Gobierno.

De nuevo la pregunta, ¿entonces qué más hace falta para que la Argentina deje de sufrir por los dólares? ¿Cuál es la "cifra mágica" para tapar el agujero y para que el país respire tranquilo?

Desde ya, no es un número fácil de determinar, pero se puede intentar una aproximación.

Primeros en la lista: el sector público

La parte más clara y precisa en cuanto a requerimiento de divisas es la factura que debe pagar el Gobierno por las obligaciones financieras del sector público.

Esto es, el pago de dos títulos de deuda: el "Boden 2012" y los "Cupones PBI", cuyo rendimiento está vinculado con el crecimiento de la economía del país (y que este año implica un desembolso fuerte porque 2011 fue expansivo).

Ya hay dinero del Banco Central reservado para estas cancelaciones, por algo más de u$s6.000 millones, para afrontar solamente la parte dolarizada.

Las empresas también levantan la mano

Hasta ahí, no es una cifra que luzca imposible. El tema es que también hay que considerar otro rubro que raramente aparece mencionado, pero que tiene un peso demasiado importante. Se trata de las deudas de las empresas privadas.

Muchas de las grandes compañías -generalmente vinculadas a los servicios públicos, así como filiales de multinacionales o firmas que utilizan un fuerte componente de insumos importados- tienen deudas en dólares que fueron contraídas para financiar proyectos o bien para cubrir necesidades operativas.

El año pasado, el total de estos compromisos fue de unos u$s4.000 millones y los analistas consideran que difícilmente se logre reducir ese nivel.

"Si el Gobierno no les permite hacerse de las divisas para cancelar los vencimientos, está empujando a los privados a caer en default", indica Juan Luis Bour, economista jefe de la fundación FIEL.

En tanto, Pablo Rojo, director de Rio Bravo Investimentos, observa que, en situaciones más favorables de mercado, las empresas pueden recurrir al "revolving", tal como se conoce en la jerga financiera al mecanismo por el cual se cancela un compromiso con vencimiento en el corto plazo con la emisión de otro título más largo.

En vistas a lo que sucede hoy día, "las compañías que tomaron deuda en el mercado, las que habían emitido obligaciones negociables, no tienen más remedio que saldar todo al contado. Hoy no hay condiciones propicias para practicar ese mecanismo de desahogo de caja", señala Rojo.

"Cuando no se permite girar dividendos, las posibilidades de que las empresas puedan recurrir al revolving se hacen todavía menores que antes", señala Marina Dal Poggetto, economista jefe del Estudio Bein, quien además ve como "muy difícil que se puedan reducir los fuertes requerimientos de dólares del sector privado".

¿Alcanza la caja?"Aquella economía en la que nos habíamos acostumbrado a vivir, en la que sobraban los dólares, se terminó el año pasado. Ahora, el Gobierno necesita u$s6.000 millones para pagar deuda. No tiene para cumplir con estas obligaciones y, a la vez, satisfacer la demanda de la gente", diagnostica Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica.

Al igual que él, la idea que predomina entre los analistas es que, sumando las obligaciones del sector público más las necesidades de las empresas privadas, se requerirá una suma en torno de los u$s10.000 millones.

¿Es mucho o poco? Por lo pronto, es un número que coincide con la meta de superávit comercial (exportaciones menos importaciones) que se había fijado el Gobierno a comienzos de año.

Fue ilustrativa una muy difundida frase que Guillermo Moreno pronunciara en una reunión partidaria para explicar el sentido del cierre a las importaciones.

"Las cosas son muy claras. Hay que prepararse para un mundo en crisis. Si este año tenemos un superávit comercial de entre 10 y 12 mil millones de dólares, el show puede continuar. Si estamos debajo de 10 mil millones, vamos a estar complicados y si llegamos a estar debajo de los 6 mil, olvídense", dijo el funcionario.

Y lo cierto es que si bien en un comienzo esa meta explicitada por el secretario fue vista con escepticismo por los economistas (que mayoritariamente creían en un saldo de u$s8.000 millones), últimamente las expectativas empezaron a revisarse.

"Según nuestras nuevas estimaciones, el superávit comercial llegará a los u$s11.500 millones, luego del cierre importador que se produjo en el primer cuatrimestre", señala Dal Poggetto.

En tanto, el consultor Nicolás Dujovne, execonomista jefe del Banco Galicia, cree que la Argentina podrá alcanzar el "número mágico" perseguido por Moreno. Incluso, esa cifra podría trepar hasta los u$s15.000 millones.

El problema radica en el costo que debe pagarse para cumplir ese objetivo: "Podrá lograrse a expensas de una economía cuyo crecimiento será cercano a cero", afirma el analista.

Y recuerda el antecedente de 2009, cuando en base a un desplome de las importaciones se logró un récord histórico en el superávit comercial. "Este año no será tan grave, porque ahora no tuvimos una sequía como aquella y entonces habrá mayor ingreso de divisas", indica Dujovne.

Los ahorristas también quieren su "tajada"

Así las cosas, con un superávit comercial que servirá para cubrir las necesidades del sector público y de las empresas, daría la sensación de que las cuentas cerrarán sin que el Banco Central deba sacrificar reservas, ni que haya un gran riesgo sobre la estabilidad económica.

Pero todavía falta un ítem muy importante en la cuenta de "cuántos dólares entran y cuántos salen": la demanda de los ahorristas.

Luego de un éxito inicial del Gobierno, con enero y febrero en un nivel de compra de u$s600 millones, el nivel de dolarización subió a u$s1.000 millones en marzo y llegó hasta u$s1.300 millones en abril.

Y la gran pregunta es hasta qué nivel se puede bajar. Porque, incluso con una restricción como la actual, hay consenso sobre que hay un "piso" de demanda que el Gobierno no puede desconocer sin que se afecten seriamente algunos sectores de la economía, como por ejemplo el turismo o el inmobiliario.

Los analistas coinciden en que ese "piso" se ubica en el orden de los u$s600 millones por mes.

Si se tiene en cuenta que en el primer cuatrimestre ya se "fugaron" unos u$s3.500 millones, la cuenta para todo el año no bajaría de u$s6.000 millones, incluso si se produjera un inédito cierre del mercado capaz de bajar la demanda a la mitad de la que había en enero.

Si se compara con el récord de u$s24.000 millones de 2008, es una cifra baja. Pero para un gobierno que enfrenta una severa escasez de dólares y no quiere perder reservas, puede ser un nivel que desbalancee la ecuación.

Papel y lápiz

En definitiva, en un escenario optimista el Gobierno deberá asegurar un saldo comercial superior a los u$s16.000 millones para:

1. Hacer frente a las obligaciones financieras del Estado.

2. Darle los dólares a las empresas que tienen deudas dolarizadas.

3. Ofrecerles a los ahorristas al menos un tercio de los billetes verdes que compraron el año pasado.

Luce como una meta difícil de lograr, y ocurre que las dos soluciones "clásicas" ante una escasez de dólares- una mayor devaluación o la vuelta al mercado internacional de deuda- no entran hoy en el menú del Gobierno.

En consecuencia, parece reforzarse la idea de que los controles -tanto los del mercado de dólares como los de las importaciones- no cuentan con chances de ser revertidos en el corto plazo.

La paradoja de sacrificar aquello por lo que se peleó

Está claro que toda decisión implica elegir un camino y afrontar los riesgos en pos de alcanzar un objetivo.

Durante años, el Gobierno eligió pagar el alto crecimiento del país usando como moneda de cambio una elevada inflación, en base a un modelo que priorizaba el consumo interno y en el cual quedarse con "plata en mano" representaba para los argentinos un mal negocio.

Para lograr este cometido, también planchó al dólar -para que no le restase protagonismo al boom de compras- al tiempo que dejar el dinero en los bancos representaba una pérdida, en términos reales.

Ahora, el Ejecutivo debe elegir otra moneda de cambio.

Esta vez, cuidar los dólares le significará -paradójicamente- enfriar la economía, además de generar las condiciones para recrear un mercado paralelo de divisas.

"El costo que asumirá el Gobierno será el de una mayor brecha entre el dólar oficial y el paralelo", indica Dujovne.

"Es claro que ha priorizado cuidar los dólares aun cuando ello implique aceptar un enfriamiento de la economía", analiza Dal Poggetto.

En buen romance, aquello por lo que se luchó durante tantos años (alto crecimiento) es exactamente lo mismo que ahora se deberá sacrificar para que el país vuelva a tener esos billetes verdes que antes abundaban y que ahora quedaron vedados para la compra de todos los argentinos.