iProfesional

Una investigación mostró los beneficios que líderes emocionalmente inteligentes que pasaron por la academia traen a sus organizaciones y a los equipos
27/10/2017 - 11:02hs

Como cada año, cuando la revista norteamericana Forbes libera su ranking sobre las personas más ricas del mundo queda en evidencia algo que los detractores de la educación formal repiten como mantra: un título universitario no es condición crucial para ser exitoso en los negocios. 

Ingenieros como Elon Musk (creador de Paypal, Tesla, etc.) o Jeff Bezos (Amazon) y expertos en finanzas como el "oráculo de Wall Street", Warren Buffet, son en el total del ranking más la regla que la excepción.

Sin embargo, no falta quien se fija en la anomalía: Mark Zuckerberg (fundador de Facebook) y el hombre más rico del mundo, Bill Gates (Microsoft) no completaron su formación universitaria (si bien obtuvieron el título de manera honorífica años después).

Incluso algunos ejemplos del ranking, como el español Amancio Ortega (Inditex) nunca pasaron por un aula de educación superior.

La discusión en este caso, que hace años se da de manera solapada sobre todo en el mundo de la tecnología, es cuán crucial es la carrera de grado para construir una empresa exitosa o llegar a la cima de la carrera corporativa, y qué papel sino mayor juegan la astucia, los contactos, el ingenio, entre otras capacidades que no se aprenden en los libros.

En ese marco, la Universidad Siglo 21 emprendió una reciente investigación, para la cual evaluó los casos de más de mil líderes a nivel local, con el objetivo de determinar si el título académico sigue teniendo relevancia en las organizaciones.

"Los gurúes de las grandes empresas tecnológicas no los tienen, y para mi pertenecen a una minoría que tiene grandes capacidades autodidactas", indicó al respecto María Belén Mendé, rectora de la mencionada entidad de origen cordobés.

Pero este no es el caso de la mayoría de la gente. Por el contrario, el estudio desarrollado por el Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la universidad asegura que los líderes emocionalmente inteligentes y con capacitación universitaria aumentan la felicidad, productividad y salud mental de los trabajadores que tienen a su cargo.

Los resultados de este estudio establecen cómo, en un contexto laboral tan complejo como el argentino, es importante que el líder de un equipo sea empático, pueda autorregularse emocionalmente, sepa gestionar conflictos e inspirar.

Esa capacidad debe combinarse, según el relevamiento, con algún nivel de estudio universitario, para mantener un bajo nivel de estrés laboral y una equilibrada salud mental.

Estas personas, que tienen en su haber algún tipo de trayectoria en la academia, "impactan con liderazgos positivos en otros", aseguró Mendé tras meterse en la polémica sobre la relevancia del título universitario en la carrera corporativa.

También e indicó en la apertura de la nueva sede de Siglo 21 en Vicente López, que "desde la universidad creemos que podemos aportarles liderazgos más sanos tanto a las empresas como al Estado".

"El concepto es que tenemos que trabajar no solamente en la base de la pirámide, en la inclusión, en los sectores en los que siempre enfocamos siempre las instituciones educativas. Tenemos que trabajar con las empresas desde las bases, no solo en la alta dirección -en la Argentina hay mucho desarrollo de la alta dirección- sino también en mandos medios y gerencias, y trasformar los liderazgos", opinó la rectora de la entidad que desde su nuevo centro universitario planea acercarse a las empresas.

"Los vemos en muchos casos: cuando un equipo tiene un líder en el que cree, que los escucha y los contempla, es más fuerte", sentenció.

Líderes empáticos

En la investigación de Siglo 21 participaron 1050 trabajadores de ambos sexos, de entre 18 y 65 años, que residen en la Ciudad de Buenos Aires, Comodoro Rivadavia, Córdoba, Corrientes, Mendoza, Rosario y San Miguel de Tucumán.

El primer dato que destacó la universidad es que el 80% de los trabajadores con líderes emocionalmente inteligentes dicen estar "satisfechos con su vida", mientras que esta cifra se reduce a un 60% en los trabajadores sin un jefe con estas características.

El primer grupo de empleados duplica además el porcentaje de los que declaran estar entusiasmados con el trabajo: 83% vs. 42% en el caso de quienes tienen líderes poco emocionalmente inteligentes.

Otro dato que surge de la investigación es que nueve de cada 10 trabajadores de la primera camada son persistentes en su tarea: cuando tienen problemas personales siguen adelante, además de mostrarse fuertes y enérgicos durante de las actividades laborales.

Este número se reduce al 10% de los encuestados dentro del grupo de los que no cuentan con un jefe de estas características.

Salud y productividad

De acuerdo a los datos obtenidos por el Observatorio de la Universidad, los líderes emocionalmente inteligentes generan en sus equipos un mejor nivel de salud mental y menos estrés.

Según describió la entidad investigadora, se utilizó un test de estrés laboral denominado MBI para detectar si había en entre estas variables alguna relación.

Se definió entonces que ocho de cada 10 trabajadores que responden a personas con baja inteligencia emocional "no pueden relajarse luego de salir del trabajo".

Éstos expresaban que "cada vez les resulta más difícil comenzar una nueva jornada laboral" y que después del trabajo se sienten tan agotados que no pueden dedicarse a otra cosa.

En tanto que, en el grupo que cuenta con líderes empáticos, el 86% advierte que "incluso cuando ocurren problemas laborales, continúa trabajando". En el caso de quienes no están satisfechos con sus jefes, este porcentaje se reduce un 14,5 por ciento.