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También fue adoptada por Elon Musk, Warren buffet y Mark Xuckerberg. La idea es usar la constancia para  manejar con pericia cualquier habilidad
11/04/2018 - 18:50hs

La regla de las 10.000 horas de "práctica deliberada" está basada en la investigación del psicólogo Anders Ericsson, aunque luego fue popularizada por el autor Malcolm Gladwell en su libro de 2008, Outliers.

En base a un grupo de alumnos de música, el psicólogo investigó el motivo por el cual algunos alcanzan la excelencia mientras otros no consiguen salir de la mediocridad, dice InfoTechnology. 

La conclusión fue tan obvia como rotunda: la brillantez procedía del esfuerzo continuado de los alumnos. A más horas dedicadas a la perfección de ese conocimiento, mayor excelencia. Nada de falta de talento innato, lo que escasea es la constancia.

La idea de que la excelencia en una tarea compleja requiere un mínimo nivel de práctica pareciera crítico para ser experto en un mundo que abandona la idea de lo generalista y avanza a la especialidad.

De hecho, los investigadores concuerdan en el número mágico para lograr la expertise verdadera: 10.000 horas.

Los estudios sobre los grandes maestros de ajedrez confirman esa duración del aprendizaje. Michael Howe y Harold Schonberg comprobaron, al estudiar la precocidad de Mozart, que también cumple la ley.

Durante toda su infancia y adolescencia trabajó como una mula. Bill Gates había conseguido pasar diez mil horas delante de un ordenador –lo que en ese momento era dificilísimo– antes de cumplir los 20 años.

En una entrevista en 2010, Gates explicó su posición sobre el tema. Remarcó que "si bien es cierto que hay que tener suerte, se necesita ser lo suficientemente fanático para seguir adelante y triunfar".

Las críticas

Más allá de los casos testigos, y cómo heurística general, algunas investigaciones científicas ponen en duda esta técnica. 

Por ejemplo, en 2014 diversos investigadores de varias universidades, entre ellas Princeton y Rice University, han realizado un meta-análisis de 88 publicaciones científicas en las que participaron un total de 11.135 voluntarios. El objetivo de esos estudios era probar la existencia de una correlación entre número de horas de práctica y rendimiento en múltiples disciplinas: música, juegos, deportes, profesiones y educación.

¿El resultado? La práctica intensiva solo explica, de media, el 12% de nuestro rendimiento en una tarea.

Además, el efecto cambia en función de las tareas. La practica parece funcionar para tareas mecánicas o repetitivas (sensomotores) pero la efectividad cae cuando se trata de tareas cognitivas (inventivas, por caso). 

En los estudios analizados, la práctica explica el 24% de nuestro rendimiento en actividades como juegos y deportes (calificadas de "estables" o "predecibles"); sin embargo, en actividades no tan predecibles, como gestionar una emergencia en un avión o una clase en una escuela, la cifra baja al 4%.