Las aerolíneas de bajo costo (low cost, en inglés) comenzaron a aterrizar en el país durante la gestión de Mauricio Macri. Y por el momento buscan acomodarse en el mercado local.

Se las llama low cost porque estas compañías ofrecen un precio de pasajes que pueden llegar a costar hasta un tercio menos que la tarifa de una compañía tradicional.

La principal diferencia es que la tarifa del servicio de las aerolíneas low cost sólo incluye el pasaje y se vende por tramo (ida o vuelta). Luego se van agregando costos extra por cada adicional que eleva el valor del vuelo hasta su precio final.

Por ejemplo, la tarifa barata sólo incluye un equipaje de mano. Si un pasajero desea despachar en bodega un equipaje, se cobra aparte.

Las compañías miden de forma estricta el peso y las medidas del equipaje de mano, ya que allí se encuentra uno de sus secretos para abaratar los precios del viaje.

Otro dato que debe saber aquel que utilice un servicio low cost es que este no ofrece servicio de catering en el vuelo. Tal como sucede con el despacho de valijas, si el pasajero lo desea, debe pagar un costo extra.

Por ser aeronaves de menor porte, y por privilegiar la cantidad de asientos, el espacio es más reducido, por lo tanto, se viaja más incómodo.

En países europeos las low cost solicitan a los pasajeros que impriman su propio boleto. Si estos llegan al aeropuerto sin el ticket, les cobran un recargo elevado.

Otra característica de estas compañías es que usan aeropuertos secundarios o llegan a localidades que se encuentran en las afueras de las grandes ciudades con el fin de reducir gastos. Es el caso de Flybondi, que aterriza en el Aeropuerto de El Palomar.

Sin embargo, pueden incrementarse los costos de traslado cuando el pasajero se baja del avión.

A favor de este tipo de aerolíneas, se pueden encontrar vuelos baratos en cualquier época del año, porque no influye la variación de precios por temporada tal como sucede en una aerolínea tradicional.