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Novaro: "La gobernabilidad en América latina es frágil, Argentina no está lejos de estas situaciones"

El analista político, sociólogo y doctor en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) habló con iProfesional sobre las crisis en la región
14/11/2019 - 06:19hs
Novaro: "La gobernabilidad en América latina es frágil, Argentina no está lejos de estas situaciones"

La complicada actualidad doméstica, tanto económica como política, que desborda la vida cotidiana de los argentinos, está dando paso a una mirada mucho más amplia y profunda sobre la crisis general que está viviendo América latina, con la salida de Evo Morales de la presidencia de Bolivia a la cabeza, sumados los masivos disturbios y manifestaciones registrados en Chile.

Para tener una mirada sobre este momento convulsionado que transita la región, iProfesional dialogó con Marcos Novaro, licenciado en Sociología, doctor en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director del Centro de Investigaciones Políticas del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA.

-¿Cómo engloba lo que está ocurriendo en Chile, Bolivia y en el resto de la región?

-En primer lugar diría que no son situaciones homologables, pero no son muy distintas porque todas son crisis, crisis presidenciales y de gobernabilidad pero no transmiten las mismas situaciones, demandas, ni el mismo proceso. Por eso no haría un comentario general sobre la situación. Sí se puede decir que la gobernabilidad en América latina es frágil, Argentina no está lejos de situaciones de este tipo.

-¿Qué salva a que otros gobiernos de la región no hayan experimentado estas crisis?  

-Los presidentes suelen volar por el aire, y evitan hacerlo cuando tienen legitimidad y, además, cuando cuentan con recursos de excepción a mano, que es lo que explica el éxito de Martín Vizcarra en Perú y Lenín Moreno en Ecuador. Y es lo que puede salvar a Sebastián Piñera en Chile y lo que no salvó a Evo Morales en Bolivia.

-¿De qué manera ve que se pueda encauzar la situación en la que se encuentra Bolivia?

-Lo de Bolivia es un despiole; para mí no es un golpe de Estado. Hay que ver cómo evoluciona porque puede militarizarse si las instituciones civiles no recuperan la capacidad de gobierno. Me parece que están tratando de hacerlo, midiendo el vacío de poder que generó Evo cuando renunció no solamente él sino toda su línea de sucesión, algo que me pareció muy irresponsable de su parte. Hay que ver qué vota la Asamblea Legislativa y si colabora con un cronograma electoral, que debería ser lo más breve posible porque no hay mucho tiempo, porque deben sacar a la gente de la calle y ponerse a competir en las urnas, que es la única forma de salvarse de la crisis general y de la guerra civil, como llaman a realizar los "ponchos rojos".

-¿Y lo que ocurre en Chile cómo lo analiza?

-Es muy diferente, es una crisis más social que política y me parece que nadie sabe muy bien cómo encararlo. Creo que había mucha bronca contenida más que todo. Y son como los incendios de los barrios negros en las ciudades de los Estados Unidos que ocurrieron durante décadas. Descargan la bronca y después se aplacan, no creo que quede mucho de eso.

Tal vez los actores políticos reaccionen y hagan alguna reforma social, algo que puede ser bueno. Pero tal vez queda poco. Pienso que Piñera apuesta a que se desgaste esto y no hacer cambios demasiados drásticos, cosa que también tiene su lógica porque hacer modificaciones importantes guiadas por la bronca, probablemente, tampoco salga bien.

-¿Puede surgir algún movimiento "populista" en Chile tras estas inmensas protestas sociales de disconformidad política?

-No creo que haya mucho cambio en el sistema político porque me parece que, por ahora, las fuerzas políticas que están recogiendo los votos del malhumor social son las que ya existían. No han surgido liderazgos extrapartidarios, o "populistas". Tal vez con los gremios y profesores, gente de izquierda puede verse una radicalización de esas fuerzas, pero no creo que la opinión pública chilena vaya a acompañar eso, porque si se hacen muy radicales van a perder apoyo. No exageraría la traducción de la bronca en fenómenos políticos. Muchas veces pasa que los que tienen tanta bronca protestan, pero después ni siquiera votan.