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Asuntos internos: los candidatos se quedan sin ideas y ya no les funciona ni lo bizarro ni lo transgresor

Los candidatos están perdidos y temen niveles de abstención e indiferencia más altos. Los indicadores son crecientes y marcan una tendencia
07/09/2021 - 21:11hs
Asuntos internos: los candidatos se quedan sin ideas y ya no les funciona ni lo bizarro ni lo transgresor

Llegamos a las elecciones con dos tercios de los ciudadanos que apoyan, con mayor o menor convicción, a sus identificaciones políticas. El tercio restante lo integran agnósticos o indiferentes a las promesas repetidas de un futuro mejor.

En muchos sentidos, nuestra Argentina está hecha de pedazos, dividida entre quienes creen mucho, poquito o nada y también rota desde otras perspectivas. Desde lo social, con un nivel de pobreza que supera el 40%, no hay que abundar demasiado en descripciones.

Basta recorrer las periferias de las grandes ciudades para ver retazos de clase media y alta rodeados de pobreza y marginalidad extrema. Nuestra geografía política también es una muestra del país archipiélago que supimos conseguir.

En las provincias se consolidan, cada vez en mayor número, partidos provinciales fuertes y estables que se relacionan, desde un pragmatismo distante, con un estado nacional débil e inestable, nuestra peculiar versión de lo que Octavio Paz definiera como "ogro filantrópico", el poder central al que le toca hacerse cargo de las deudas, los jubilados y los pobres (filántropo) financiándose con los contribuyentes exhaustos que están dentro de la pecera (ogro).

Ambos actores se vinculan en perpetuas negociaciones por los recursos discrecionales de la Nación, bien sea para tapar agujeros o para financiar obras públicas de pequeña y mediana envergadura. Al decano de todos los localismos -el Movimiento Popular Neuquino- que gobierna sin interrupciones desde 1983, se le suman las experiencias también exitosas de Misiones, Santiago del Estero, Salta y Río Negro y las nuevas cepas como Tierra del Fuego y Chubut, amén de aquellos que, como el peronismo cordobés o el puntano, funcionan con gran autonomía respecto del justicialismo nacional. Al conurbano bonaerense podríamos calificarlo también de partido provincial.

A diferencia de los otros, este no tiene un líder local sino una confederación de intendentes gobernados por un interventor con buena imagen (al menos inicialmente) impuesto por la autoridad referente nacional de turno.

Los candidatos están perdidos y temen niveles de abstención e indiferencia más altos

Esto le da la peculiaridad de ser el punto de equilibrio (y desequilibrio) para los ocupantes de la Casa Rosada. En los últimos años, con Vidal y Kicillof, se destinan notablemente más recursos desde los Ministerios de Economía y de Desarrollo Social en el entendimiento de que gobernar la Argentina es, concretamente, contener el conurbano.

Una mirada con más apego al mantenimiento del status quo que al aliento de cualquier cambio. "Los movimientos sociales y los dirigentes políticos repiten que hay que terminar con los planes y generar trabajo.Pero cada vez que hay un corte en Puente Pueyrredón o una marcha en la 9 de julio la respuesta es poner más guita y mandarlos a sus casas. Hoy por hoy es imposible romper esa lógica", señala una ex funcionaria de la gestión anterior.

Respecto de la estructura productiva también somos un país hecho por pedazos. Contamos con pedazos muy competitivos a nivel global, otros que se las arreglan en el mercado interno y muchos que se deslizan entre la informalidad y la zozobra.

El país político post 2001 encontró la forma de organizar los pedazos alrededor de dos coaliciones: kirchnerismo y macrismo. Ellas se las arreglaron, precariamente, para agrupar algunos intereses con algo de mística y mucho de rechazo y representar bajo la pretenciosa denominación de coaliciones lo que podría describirse con más precisión y coloquialmente como rejuntes, uniones motivadas más por el espanto hacia lo ajeno que por el afecto entre los propios.

La pandemia expuso con toda crudeza las piezas de este rompecabezas que no llega a configurar una imagen general porque no encastra como debiera. A diferencia de los puzzles tradicionales, este no viene con la foto en la caja que sirve para orientar al jugador en el armado sino que hay que ir adivinando o improvisando sobre la marcha, sin muchas guías.

Quizás por eso el juego empieza a aburrir y a generar niveles de abstención e indiferencia más altos. Los indicadores no son alarmantes pero si crecientes.

En las últimas semanas hemos visto una campaña que refleja en parte el desconcierto de muchos candidatos para lidiar con la situación. Asesorados por publicistas y expertos, muchos llegaron a una conclusión: para enfrentar el (mal) humor social hay que ponerle humor a los spots y las intervenciones mediáticas y de redes.

Tolosa Paz apostó a los comentarios transgresores para captar la atención en campaña

Si faltan ideas, que sobre actitud y buena onda. De este modo, hubo postulantes que se convirtieron en auténticos protagonistas de videos bizarros o estudiadas transgresiones. En la mayoría de los casos la estrategia no parece haber generado el efecto esperado. "Esto de involucrar a las madres en la campaña para lo único que sirve es para que más gente nos mande a todos los políticos a la puta que los parió" sintetiza un experimentado operador del oficialismo.

En su último trabajo de relevamiento de la opinión pública, la Consultora Zuban/Córdoba y Asociados señala que al 64,2% de la población las campañas electorales no le genera nada, mientras que el 75% declara, literalmente, que "las campañas no le hablan a personas como yo".

Así las cosas, a la Argentina hecha de pedazos, hay que sumarle la fragmentación de la imaginación para capturar los deseos y necesidades de una población castigada por la crisis económica y la situación sanitaria.

Esperemos que, con la segunda dosis de la vacuna, la siguiente ronda electoral refuerce también la inmunidad frente a la liviandad y la frivolidad de los que tienen la responsabilidad de encaminarnos a la solución de los muchos problemas que padecemos.

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