El ascensor del Centro Jhon Hancock, como se llamaba anteriormente al cuarto rascacielos más alto Chicago, se desprendió en el piso 95 y cayó a la deriva 84 pisos hasta frenar de golpe, y milagrosamente, en el octogésimo cuarto piso.

En ese momento, quedó colgando en el vacío con los aterrados ocupantes enviando mensajes de textos a sus conocidos quienes avisaron de inmediato a los cuerpos de emergencia.

Hasta ahora, se cree que al menos uno de los cables de la cabina se rompió. Los rescatistas tardaron tres horas en rescatar al grupo, ya en ese tiempo seguros de que no sobrevivirían a semejante accidente. Entre las personas afectadas se encuentra una mujer embarazada

Según se conoció por uno de los afortunados sobrevivientes el hombre de 50 años de edad, Jaime Montemayor, al principio el ascensor se movía a una velocidad normal, pero luego “empezó a caer haciendo ruido y provocando que se filtrara polvo dentro de la cabina”.

“Creí que íbamos a morir”, dijo, quien había regresado de una visita desde México.

Los bomberos tuvieron que abrir un boquete en la pared para poder salvarlos. “No pudimos hacer un rescate de ascensor a ascensor. Tuvimos que hacer un hueco en la pared del piso 11 del garaje para poder abrir las puertas de los ascensores”, declaró en la televisión estadounidense el jefe del Departamento de Bomberos de Chicago, Patrick Maloney.