Lo primero, siempre, es entender a quién le estamos hablando. Cuando conocés cuáles son los hábitos de esas personas, la manera en que se comunican, cómo se mueven en el mundo, y, dentro de ese mundo, en lo digital, podés empezar a diseñar el enfoque correcto para que el mensaje que generes sirva y sea relevante para ellos.

Después de conocer, es posible empezar a desarrollar un mensaje en función del lenguaje que corresponda.

Más allá de las pantallas, cada red social tiene su propio lenguaje, tanto visual como verbal. Lo mismo pasa en el resto del ecosistema digital. Cada uno de los "touchpoints" tiene características propias.

Por eso, en una segunda instancia, es importante poder cruzar esas características con los rasgos específicos de las personas a las que queremos llegar.

Al momento de diseñar el mensaje, no solo es importante que impacte desde lo visual y verbal, con imágenes pregnantes y apuntando a la economía de la palabra, sino que, lo principal, es que sea culturalmente relevante. De esta manera, es posible captar la atención de las personas. Si no logramos que sea relevante, probablemente pasará desapercibido.

El desafío para las marcas es, antes que nada, entender a quiénes le quieren hablar, cómo son esas personas y el contexto en el que las van a encontrar, para poder crear un mensaje culturalmente relevante. A partir de la combinación de todos esos factores, es posible que puedas alcanzar a esa persona y lograr que te preste atención.