Adicción a internet, un problema que ya divide al mundo
Jóvenes cuyos vínculos interpersonales crecen y se diversifican a la par de la cantidad de horas que pasan frente a la computadora. Adultos que, de manera compulsiva, revisan sus casillas de correo cada 15 minutos a través de dispositivos fijos o móviles y sólo encuentran motivos de esparcimiento navegando a través de Internet.
Estos indicadores, sin lugar a dudas, ya pueden ser ubicados en casi cualquier hogar de la Argentina. Y no es extraño que padres e hijos pasen más de dos horas conectados a la red todos los días, mantengan conversaciones de chat cada vez más extensas o inventen cualquier tipo de excusa para no apagar la PC.
El incremento de este tipo de hábitos y su profundización han derivado en que países como los Estados Unidos y Corea del Sur –naciones que integran el pelotón de los estados con mayor penetración de la red– adopten procedimientos inusitados para combatir esta tendencia.
Así, ya es usual la instalación de los denominados "campamentos de rehabilitación", sitios en los que aquellos que resultan internados reciben un trato basado en la disciplina estricta y se ven sometidos a actividades de corte netamente militar.
En esos lugares, jóvenes y adolescentes son guiados a través de jornadas que incluyen carreras de obstáculos y actividades al aire libre, cuya principal finalidad es, básicamente, alejarlos de las pantallas frente a las que pasan hasta 17 horas diarias.
Dichas jornadas también incluyen talleres de cerámica, sesiones de terapia de grupo e individuales y de música, pero el grueso de esos programas de rehabilitación pasa, como se anticipó, por la instrucción militar.
A los ojos de los norteamericanos, la apertura de este tipo de establecimientos responde a una causa concreta: según el Center for Online and Internet Addiction, entre el 6 y el 10 por ciento de los más de 190 millones de usuarios de internet en los EEUU ostenta un uso obsesivo de la red.
En otras palabras, entre 11 y 19 millones de norteamericanos estaría "afectado" por este vínculo permanente a la red. El 10% detectado en los EEUU tendría su réplica en España, según profesionales de ese país. Y en China, los usuarios compulsivos alcanzan los tres millones de internautas, a los que el severo gobierno local no duda en llamar "adictos".
Ya en lo referente a la Argentina, diversos jóvenes han sido internados en clínicas diseñadas para el tratamiento de drogadependientes a fin de combatir la dependencia de la web.
Pero, dado lo aislado de estos casos, que se concentran en ciertos países y no hacen al grueso de los internautas, ¿puede realmente hablarse de un mal generalizado? Y lo que es más importante aún: el uso compulsivo de internet ¿es cabalmente una adicción?
Confusiones al margen
En búsqueda de aclarar lo que en diversas latitudes ya es observado como una dolencia de gran envergadura, infobaeprofesional.com dialogó con Elvira García Rams, psicoanalista y docente de la UBA, que evitó hablar de una adicción para colocar a la conexión a la red sin respiro en el terreno del "uso excesivo, o quizás obsesivo de una herramienta técnica".
"Que una persona use mucho Internet puede tener distintos orígenes. Por ejemplo, en ámbitos laborales la red es una herramienta de gran valor. Y el hecho de que alguien revise 100 veces por día la entrada de emails habla más de una conducta obsesiva que de una adicción", explicó.
En ese caso, la especialista indicó que quien mantiene un comportamiento obsesivo lo aplica a cualquier práctica, y que tal condición no es resultante de los contenidos que ofrece la web o de Internet en sí misma, sino de la propia personalidad del individuo.
"En el caso de los adolescentes, donde el uso de Internet aparece más sintomático, esa compulsión tiene que ver con factores externos a la red: problemas familiares, soledad, problemas para relacionarse con sus pares, introversión excesiva", detalló.
Esta evaluación arroja por tierra, por ejemplo, la forma en la que fue asistido el joven de 18 años que hace algunos meses fuera internado en un centro para adictos a las drogas.
En su momento, ese caso despertó la atención por la recurrencia de la persona afectada: antes de recalar en el centro de ayuda, el joven pasó por un psiquiátrico después de que se ausentara durante tres días, sin que se supiera nada de su paradero, para jugar en Internet.
Caso por caso
García Rams enfatizó que casos como el anterior lejos están de evidenciar una problemática extendida y creciente. Y que en el caso de la Argentina, resulta necesario evaluar las condiciones que propician un uso ininterrumpido de la red.
Entre estos factores, la especialista mencionó condicionantes socioeconómicos que, en el caso de los adolescentes, acercarían a los más jóvenes a las nuevas tecnologías.
"Si tomamos en cuenta que la clase media es la más numerosa y la que sufrió las peores consecuencias de la crisis económica que nos tocó vivir, no es raro que los sujetos de los que hablamos, desocupados al fin, sean el centro de atención para estudiar estos cuadros por ser los principales consumidores de la herramienta", argumentó.
Y añadió: "Por eso mismo, es común hablar de empleados, profesionales, estudiantes y de adolescentes pertenecientes a familias de clase media como los que mejor ilustran este síntoma social".
Fuera del país, las apreciaciones sobre el uso compulsivo de Internet atacan directamente al afectado antes que a las causas del problema. De hecho, en EEUU esta conducta obsesiva ya tiene un nombre y una sigla: PCU (Pathological Computer Use, o uso patológico de la computadora) y el 90% de quienes lo padecen son varones.
Uniforme
Tanto en Norteamérica como en Corea del Sur y China la disciplina militar es ponderada, hasta el momento, como la solución ideal para combatir la problemática.
En EEUU, el Jump Up Internet Rescue School imparte vigilancia las 24 horas y un programa de entrenamiento intensivo que pone el foco en ocupar todo el tiempo de los jóvenes. Asimismo, China ya lanzó su primer campo experimental con el mismo propósito, en el que internó a 40 chicos cuyas edades van de los 14 a los 22 años.
Por su parte, Corea del Sur ya tienen una red de 140 centros de rehabilitación. El establecimiento que trata los cosas más severos es gratuito y es el gobierno quien carga con todos los gastos del tratamiento aplicado.
Durante su estadía allí, los chicos no tienen contacto con computadoras de ninguna clase y sólo tienen derecho a una hora diaria de llamadas por celular, para impedir que los internados jueguen online a través del teléfono móvil.
Según el diario estadounidense The New York Times, los asistidos en ese lugar siguen un estricto programa de ejercicios físicos, cabalgatas grupales y otras actividades destinadas a construir conexiones emocionales con el mundo real y debilitar las que se tienen con el mundo virtual.
La misma fuente coloca como muestra de la gravedad del problema el caso de uno de los participantes del programa, de 15 años, que "admitió que prefería el mundo virtual al real porque tenía más éxito y le iba mejor con la gente".
Sus 17 horas diarias frente a la pantalla transcurrían mirando videos de animé japoneses y jugando online toda la noche, por lo que al día siguiente no iba a clase para poder dormir. Y cuando sus padres lo querían mandar a clase, el joven reaccionaba violentamente.
Consultada sobre estos métodos, García Rams señaló que le parecía "un exceso recurrir a una instrucción militar para concretar la recuperación". Y sostuvo que "hay que pensar la clínica del caso por caso, dado que cada paciente presenta una relación particular con el objeto adictivo".
"En realidad, lo más importante no es el ‘qué consume’, sino el ‘cómo lo consume’. Esto será lo que va a marcar el camino en la dirección de la cura", concluyó.
Patricio Eleisegui
peleisegui@infobae.com
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