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Manuel Otero Ramos: "Los grandes vinos siempre dependen de los grandes momentos"

Vinos & Bodegas estuvo en Luján de Cuyo, donde pudo recorrer a fondo uno de los establecimientos boutique más prometedores de Mendoza 
19/11/2010 - 21:31hs
Manuel Otero Ramos: "Los grandes vinos siempre dependen de los grandes momentos"

En Luján de Cuyo, Mendoza, desde hace diez años existe una bodega que viene trabajando muy silenciosamente y que, de a poco, está ganando el prestigio que necesariamente envuelve a los hacedores de grandes vinos.

Quizás muchos consumidores todavía no la escucharon nombrar y tampoco tuvieron oportunidad de cruzarse con algunos de sus vinos. Otros sí tal vez tuvieron la suerte de ver una etiqueta en alguna vinoteca y ponerle unas fichas.

La realidad es que los de Otero Ramos Bodega de Familia son vinos interesantes, muy cuidados, equilibrados.

Y lo cierto es que el nivel de detalle que se observa en este proyecto, desde el portón de ingreso, hasta la última de las vides que componen las 35 hectáreas propias, está presente en el producto final.

Es interesante poder ver que, en medio de las importantes y necesarias inversiones que hacen las multinacionales, el concepto de familia todavía tiene cabida en esta industria. Y esta filosofía es la que en definitiva, garantiza un cuidado casi obsesivo de la uva, el punto de partida de un gran vino.

"Yo me considero un obrero, un trabajador que se involucró desde chico en la tierra y el vino y lo que rescato es que detrás de cada botella hay un esfuerzo muy grande de toda mi familia. No importa cuánto me costó llegar a esto. Lo que rescato es haber cumplido ese sueño de poder hacer esos vinos que siempre imaginé y, sobre todas las cosas, que mis hijos estén involucrados en esto. Para qué te sirve construir todo esto si después no hay quien continúe con un proyecto que levantaste con tanto amor y pasión", destaca un entusiasmado Manuel Otero Ramos que, en cada momento de la charla que mantuvo con Vinos & Bodegas se encarga de recalcar esa filosofía de vida y de trabajo.

"Yo personalmente recorro las 32 hectáreas. Al ser una empresa de familia no podemos darnos el lujo de tener un gerente para cada área, porque no dan los costos. No hay forma de consolidar un proyecto económicamente viable si uno no está en todos los detalles", agrega el bodeguero.

"Todo el tiempo estamos probando barrica por barrica, todo lo hacemos a pulmón y nosotros mismos, no tenemos la posibilidad de pagarle a 20 directivos para que hagan un trabajo distinto. Acá cada uno de mis hijos tiene asignada una función y las cosas se deben hacer de una sola manera: bien hechas", asegura Otero Ramos, a unos pasos de la sala de barricas, varios metros debajo de la superficie, donde el sol mendocino pega con fuerza en los viñedos.

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Los vinos
Durante la charla con Otero Ramos se pudieron degustar dos etiquetas: un Suipacha Cabernet Sauvignon 2007 -del segmento Reserva y que se consigue en la Argentina a un precio sugerido de $78- y su vino ícono.

El primero es un vino elegante -marca registrada de la bodega-, sin mucha preponderancia de la madera, a pesar de su paso por barricas francesas y americanas de primer uso, y muy bien adaptado a los requerimientos de mercados clave para la Argentina como Estados Unidos o el Reino Unido, pero que también encontrarán buenos adeptos a nivel local, ya que en este segmento reserva los vinos son bastante frutales.

En cuanto al Otero Ramos Gran Reserva Súper Premium, el ícono de la bodega, se trata de un blend de Malbec, Cabernet, Tannat y Pinot Noir que permaneció casi 25 mees en barrica francesa y tiene un potencial de guarda de más de 20 años. ¿Su costo? Unos $380 en el mercado doméstico.

La bodega produce unas 200.000 botelllas anuales y su portfolio se completa con una línea joven, clásica, Estate y gran reserva.

"Nosotros hacemos un control vid por vid. Cada cepa se elige, se descarta el brote que no es el mejor y se dejan los necesarios para que la planta tenga un gran equilibrio entre el follaje, que es el que le da el oxígeno y el azúcar al viñedo y la cantidad de racimos. Esto que hacemos sería muy difícil en grandes extensiones, solamente se puede realizar cuando las hectáreas son limitadas, como es nuestro caso", explica el bodeguero.

Consultado sobre sus vinos predilectos, Otero Ramos destaca el Extramuros, por el concepto de que el secreto está fuera de las paredes de la bodega, en la viña. Sin embargo, asegura que "siempre los grandes vinos dependen de los grandes momentos. No existe un gran vino si no estás con ánimo para disfrutarlo. Si no existe esa comunión entre la botella y el momento, ese gran vino que tanto prometía se vuelve algo muy relativo".

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De lavacopas a bodeguero
El secreto, detrás de este amor por las viñas, se encuentra en la propia historia de Otero Ramos, que debió salir a trabajar a los 11 años para ayudar a alimentar a una familia de ocho hermanos cuando falleció su padre.

"Fui carpintero, albañil y hasta vendedor de fruta, para ganarme la vida. Cuando me dediqué a lavacopas yo quería ser el mejor limpiador de copas de todos, para que todos se pelearan para tenerme. Eso lo aplico hoy a los vinos", se enorgullece.

El otro factor destacable es que esta empresa trasciende un poco lo económico: "Hace más de 40 años que estoy en la vitivinicultura y la verdad es que no se gana plata, es muy distinto a lo que mucha gente piensa. Me dediqué a hacer grandes esfuerzos en otros negocios, como el Real Estate, para poder tener dinero para hacer vinos. Y la realidad es que todavía no he podido sacar un centavo de esto".

Sin embargo, Otero Ramos es consciente de que el proyecto estará cristalizado una vez que se afiance la demanda del producto. En este sentido, destaca que "ya estamos tejiendo buenas redes con importadores de Europa, Estados Unidos y Brasil, que van a ser claves para consolidar el negocio".

Al respecto, recalca que "llegaremos a la meta cuando los ingresos de la bodega sean superiores a los egresos. Y estamos llegando a ese equilibrio, todavía no lo alcanzamos pero estamos cerca".

En este sentido, el hecho de que a pesar de que tanto esmero la bodega no sea aún del todo conocida por los consumidores argentinos menos expertos y que el nombre todavía no esté instalado definitivamente en la mente de los argentinos, es algo que no le quita el sueño: "Las grandes marcas no fueron grandes marcas de casualidad. Existen porque hicieron bien las cosas y se posicionaron en un mercado gracias al buen producto que hicieron".

"Cuando hablamos de bodegas familiares hablamos de un esfuerza por detrás muy distinto al que hacen las grandes empresas. Esperamos que un día llegue ese reconocimiento, pero sabemos que el prestigio de una empresa familiar se logra en el tiempo. Nunca en esta industria se puede lograr el éxito en el corto o mediano plazo", recalca.

vinosybodegas@iprofesional.com