• 20/12/2025
ALERTA

Cientí­ficos estudian el extraño comportamiento de las personas en los ascensores

Aseguran que el viaje produce cierta ansiedad y que la gente tiende a comportarse distinto de acuerdo a la cantidad de pasajeros 
15/10/2012 - 16:45hs
Cientí­ficos estudian el extraño comportamiento de las personas en los ascensores

Es un viaje que muchas personas realizan más de una vez al día. Y si bien es una situación común, para muchos genera una cierta sensación de ansiedad.

Se trata del viaje en ascensor, un recorrido que a pesar de durar unos pocos segundos puede resultar ligeramente incómodo. "Casi todos nos encerramos en nosotros mismos. Entramos, presionamos el botón y nos quedamos perfectamente quietos", le explicó a la BBC Lee Gray, investigador de la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos.

"El elevador se convierte en un espacio interesante, en donde las normas de comportamiento se vuelven extrañas", describió.

Según consigna en su investigación, las conversaciones que comenzaron en el hall tienden a extinguirse rápidamente en la densa atmósfera del ascensor. Otra actitud común es dar la vuelta al ingresar para realizar el viaje frente a la puerta.

Por otra parte, los datos sugieren que la gente tiende a pararse en un lugar específico dentro del ascensor. Al estar sólo, el pasajero puede hacer lo que quiere. Si hay dos personas, cada uno se ubica en una esquina. Pararse en diagonal uno de otro es la forma de crear la mayor distancia posible.

Cuando entra una tercera persona, de forma inconsciente forman un triángulo. Y, cuando se incorpora una cuarta persona, cada uno se para en una esquina. En caso de que ingrese una quinta, la desafortunada siempre se tiene que situar en ese incómodo centro del ascensor.

Las personas que ingresen a partir de ese momento deberán medir la situación apenas se abran las puertas y tomar una decisión inmediata. Una vez dentro, el protocolo para la mayoría es simple: mirar hacia abajo, o al teléfono.

"Por lo general, cuando nos juntamos con otra gente, dejamos entre persona y persona una distancia de por lo menos un brazo. Y eso no es posible en la mayoría de los asensores, por eso nos encontramos en una situación muy inusual" afirmó Babette Renneberg, psicóloga clínica de la Universidad Libre de Berlín.

Según esta investigadora, en un espacio tan pequeño y encerrado se vuelve vital, dice, actuar en una forma que no pueda ser interpretada como amenazadora, rara o ambigua. La manera más fácil de lograrlo es evitando el contacto visual.

"En alguna parte de nuestra mente nos sentimos ligeramente ansiosos", dice Nick White, un oficinista de Nueva York que tuvo la mala suerte de quedarse atrapado en un ascensor durante cerca de 40 horas.

"No nos gusta estar encerrados. Queremos salir del elevador lo antes posible porque es un lugar un poco repulsivo", agregó. Durante su encierro, White empezó a pensar que estaba en una tumba.

"Siempre me acuerdo de lo que pasó cuando me subo a uno", admite. "Es algo sobre lo que tienes muy poco control".
Lee Gray, de la Universidad de Carolina del Norte, concuerda que esta sensación de no tener control sobre algo es la principal causa de ansiedad.

"Te encuentras dentro de una máquina que se mueve y que no controlas. No puedes ver el motor y no sabes cómo funciona", señaló.

Pese a que generan una cierta dosis de ansiedad, Gray asegura que los ascensores -inteligentes o no- son más seguros que los autos, y mucho más seguros aún que las escaleras mecánicas: "Es de hecho uno de los medios de transporte más seguros. Si miras a los miles de millones de viajes que hacen al año, verás que hay muy pocos accidentes".

"Aprendimos que podemos subirnos a un ascensor sin correr riesgos", dice Renneberg. "De alguna manera es el triunfo del racionalismo por sobre nuestros instintos más animalísticos".