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¿El que apuesta al dólar pierde?: mientras Gobierno festeja la calma, hay señales de tregua corta

La relativa quietud de bonos, acciones y tipo de cambio parecerían indicar que no habrá consecuencias. Pero analistas la devaluación como final inexorable
05/08/2014 - 10:06hs
¿El que apuesta al dólar pierde?: mientras Gobierno festeja la calma, hay señales de tregua corta

Son días raros los que está atravesando la Argentina: el Gobierno celebra el comportamiento del mercado financiero, al cual toma como prueba de que "el mundo sigue andando" sin que se cumplan los pronósticos de catástrofe.

"Es el propio mercado el que dice que no hay default", sostuvo el titular de la Comisión Nacional de Valores, Alejandro Vanoli, satisfecho por el sostenimiento del precio de los bonos argentinos.

El mismo razonamiento fue repetido por la prensa oficialista, contenta como pocas veces se la ha visto por la performance relativamente buena del mercado bursátil y de los títulos soberanos en un contexto de ruido político. 

La calma del mercado es, bajo este punto de vista, una prueba de que la situación financiera tras la falta de acuerdo con los "buitres" no reviste la gravedad que los analistas le habían augurado.

Y lo cierto es que no le falta razón al argumento. En los últimos días la prensa financiera internacional se ha comenzado a preguntar cómo es posible que los bonos de un país en default coticen a un 80%, cuando lo normal para estos casos es que el precio se desplome hasta un 30% del valor nominal.

Hasta el dólar blue, contrariando pronósticos explosivos, cayó por debajo de los $13 y achicó la brecha respecto del tipo de cambio oficial.

No deja de ser irónico cómo el mercado financiero se ha transformado en condimento del "relato". Sobre todo cuando una parte esencial de este relato es la oposición del modelo a los especuladores que son capaces de desestabilizar la economía con tal de hacer ganancias.

Qué lejana parece hoy aquella frase de Axel Kicillof cuando, en enero, culpaba a banqueros y economistas de fomentar la devaluación. "Los que durante 10 años nos quisieron convencer de que el dólar valía un peso ahora nos quieren convencer de que vale 13 pesos", se quejaba.

Doble ironía, entonces. Porque mientras hoy los funcionarios muestran los indicadores financieros para decir que está todo bien, los analistas más críticos del modelo dicen que no hay que fiarse mucho de las supuestas señales tranquilizadoras.

"Hoy existe una sensación de que el país entró en default y no pasó nada. Pero es porque todo el mundo está expectante a un posible acuerdo. La verdad es que este limbo no va a durar más de 60 días", advierte Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica.

"Si se percibe que no hay arreglo, entonces los bonistas que no cobraron reclamarán que se les acelere el pago de sus acreencias. A partir de ahí el escenario se va a complicar", agrega.

En la misma línea, Rodrigo Alvarez, economista jefe de Analytica, considera que "al Gobierno le permitirán comprar tiempo, un par de meses, pero en la medida en que las condiciones no cambien, eso se va a reflejar en el tipo de cambio, que es el principal termómetro".

Escenario cuesta abajo
La visión que predomina es que, incluso antes de que estallara el "efecto buitres", ya había motivos de sobra como para haya pesimismo en relación con la segunda mitad del año. Con lo cual, ahora hay un agravamiento de esas expectativas.

Alvarez recuerda que en este segundo semestre se acumularán vencimientos financieros por unos u$s3.000 millones, lo cual pondrá presión sobre el nivel de las reservas del Banco Central.

Y como, al mismo tiempo, la perspectiva es que haya cada vez más pesos en el mercado, entonces no puede suceder otra cosa que una mayor presión sobre la cotización del dólar.

La visión es que todos los elementos que en los últimos meses ayudaron a mantener una divisa estadounidense planchada, a partir de ahora empezarán a jugar a favor de un mayor empuje.

Primero, la cuestión estacional: terminó el momento de la liquidación fuerte de soja-dólares. Los números fueron relativamente buenos: un ingreso de u$s14.418 millones. Es decir, u$s694 millones más que lo que se había liquidado a esta altura del año pasado, a pesar de que se había vendido un millón de toneladas más.

Esto fue, principalmente, lo que permitió al Banco Central detener la sangría de divisas y recuperar reservas hasta el nivel de u$s29.700 millones.

No fue poco, pero no resulta suficiente como para terminar de disipar los problemas que aquejan a la economía argentina.

Y, aunque todavía queda un resto de la exportación agrícola por realizarse, el escenario de precios en baja hace que no se genere una expectativa demasiado optimista respecto de un gran aporte adicional del campo a las reservas.

Un informe de la consultora Economía & Regiones destaca que en los próximos meses la soja, que hoy está en el entorno de u$s450 la tonelada, podría caer aun más, dado que se espera una superproducción en los Estados Unidos.

El mercado de futuros, señala la consultora, permite esperar un precio de u$s400 para fin de año.

"De esta manera, la entrada de dólares "comerciales" puede debilitarse aun más no sólo en lo que resta del año, sino fundamentalmente en 2015 con menos precio de soja y, tal vez, menos cosecha", es el crudo diagnóstico de Economía & Regiones.

Es decir, el principal ducto de ingreso de dólares da señales de fatiga, mientras que los de salida están más vigorosos que nunca.

¿De a poco o de golpe?
El punto sobre el cual todavía se debate es qué tan brusca podrá ser la próxima devaluación y si el Gobierno logrará llevarla con un ritmo gradualista o si, como ya ocurrió a principio de año, el mercado "lo llevará puesto".

Para el economista Tomás Bulat, no es descabellado pensar en un dólar blue a $17 para los próximos meses, dado que esa sería la cifra resultante del "cálculo de convertibilidad". Es decir, de la división entre base monetaria y reservas.

Bulat está entre quienes creen que, a la hora de hacer la estimación, no solamente se deben tomar en cuenta los pesos que circulan en la economía sino también las letras emitidas por Juan Carlos Fábrega, que deben contabilizarse como pasivos del Central.

"Lo que se llama el déficit cuasi fiscal, a través de las Lebacs, pasó de $93.000 millones a $183.000 millones. Si se suma esto a los otros pasivos del Central, entonces el precio del dólar da $19, lo cual marca una tendencia clara de hacia dónde irá el blue", argumenta Bulat.

Y cree que, ante esa presión del mercado, resultará inevitable también una corrección del tipo de cambio oficial.

"No creo que haya cambios fuertes en el corto plazo. Lo que viene es más de lo mismo, con más controles, más gasto público y más inflación. Es decir que lo que vamos a ver es un desgaste lento hasta que el dólar no se pueda contener", agrega.

Entre los más escépticos figura Salvador Di Stefano, un analista influyente en el sector vinculado a la actividad agrícola, quien viene advirtiendo que "hay que prepararse para otra devaluación del dólar oficial".

Con un mal pronóstico para los precios de productos exportables, su pronóstico es inquietante: "En la medida que se derrita el precio de la soja y el maíz, hay que olvidarse de importar. Se viene el ‘vivir con lo nuestro', y con una fuerte devaluación".

Y, precisamente, Aldo Ferrer, el autor intelectual de la tesis de no depender del financiamiento externo y "vivir con lo nuestro", también parece prever una corrección cambiaria.

De todas formas, este economista de fuerte prédica en el oficialismo, aclara que se ubica en un punto equidistante entre quienes se ilusionan con una "lluvia de dólares", en caso de un arreglo con los buitres, y aquellos que promueven la devaluación para recuperar competitividad.

"Los controles de entrada y salida de divisas, del comercio exterior y demás, sólo alivian lo inmediato, pero si los desequilibrios subsisten, no se resuelve nada de fondo", afirma Ferrer.

Final anunciado
Está claro que las cuestiones estructurales que llevan a la escasez de divisas no podrán ser resueltos en corto plazo, y menos por un Gobierno que se encuentra en el tramo final de su gestión.

De manera que en el gremio de los economistas nadie cree que la agudización de los problemas actuales pueda revertirse en este contexto "post-default".

Diego Giacomini, de la consultora Economía & Regiones, cree que las expectativas jugarán un rol importante en las próximas semanas: "En la medida en que el mercado perciba que el default vino para quedarse, van a crecer las posibilidades de devaluación".

Agrega que una consecuencia esperable de esta situación es un mayor control sobre las importaciones, candidatas a variable de ajuste en esta nueva etapa.

"Esto va a implicar menor consumo, menos inversión y una caída en el nivel de actividad", argumenta, en caso de que no se resuelva el problema con los buitres.

Y defiende la idea de que si el Gobierno pretende contrarrestar el estancamiento de la economía mediante una mayor emisión monetaria y más gasto público, los problemas podrían agudizarse aun más.

Su estimación para este año es -de mantenerse el actual de conflicto con holdout- el de una recesión en torno del 3%, con una inflación del 40% y un dólar paralelo que, hacia fin de año, se ubicará en $16.

Por su parte, Fausto Spotorno, economista jefe del Estudio Ferreres, advierte un escenario problemático: mientras la oferta de dólares se mantendrá invariable, la demanda tenderá a crecer.

"Una mayor desconfianza lleva a que el público demande más billetes verdes", observa.

Su perspectiva, coincidente con la mayoría del mercado, es que el dólar oficial pueda estar en $10 sobre fin de año. Resta verse si ello ocurrirá en un deslizamiento suave o mediante saltos bruscos.

Mientras tanto, por más que el Gobierno festeje la tranquilidad del mercado financiero, empiezan a notarse indicadores de que las cosas están complicándose.

Por ejemplo, en el cada vez más evidente "cierre del grifo" para los ahorristas y turistas que piden dólares.

El economista Ariel Setton reveló que en julio la AFIP prácticamente eliminó los permisos para que los monotributistas adquieran divisas: de un promedio de u$s6 millones mensuales se pasó a apenas u$s26.000.

La demanda, en tanto, sigue subiendo, y ayer se batió el récord de compras por parte del público desde que se reabrió parcialmente el "cepo": u$s31,5 millones en una jornada.

Menos oferta, más demanda. Menos exportaciones, más deuda. Un cóctel conocido y que tiene un final anunciado.

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