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Soda Stereo, la banda que profesionalizó al rock argentino y lo transformó en un producto de exportación

Además del talento musical, Cerati y sus socios dejaron otra impronta no menor en el rock local: la aplicación de estrategia, tecnología y planificación 
05/09/2014 - 10:25hs
Soda Stereo, la banda que profesionalizó al rock argentino y lo transformó en un producto de exportación

A los veteranos les impactaban los peinados raros, la vestimenta estrafalaria y el look irreverente. Pero no era lo más transgresor que traían los tres jóvenes que habían fundado Soda Stereo a inicios de los '80.

Es que, además de renovar la escena musical por sus dotes artísticas, la banda liderada por Gustavo Cerati, que murió este jueves por la mañana a los 55 años -y tras cuatro años de permanecer en coma-, esa banda legendaria estaba llamada a cumplir otro rol no menos importante: la profesionalización del rock argentino.

Hasta ese momento, el rock mantenía varios componentes propios del amateurismo, y tanto el público como los propios músicos lo veían como una actividad de hippies y bohemios: es decir, algo incompatible con los conceptos tomados del mundo empresarial.

Soda Stereo fue la primera banda en la cual se notó la aplicación de una estrategia, un cuidado profesional de la imagen y un crecimiento planificado.

Como casi todos los que protagonizaron la explosión del rock nacional, Cerati y sus compañeros Zeta Bosio y Charly Alberti eran jóvenes de clase media, muy influidos por las tendencias estéticas que llegaban desde Europa y Estados Unidos, como el punk y el new wave, y que tomaban distancia de la generación anterior, la que en los '70 había abrazado el folclore latinoamericano.

Y, a diferencia de los primeros rockeros, pertenecían a una generación que había visto cómo en el hemisferio norte el rock se había transformado en una gran industria y cómo la irrupción de MTV había expandido las fronteras del negocio, posibilitando una sinergia entre discografía, shows, videoclips y actividades de promoción.

En un ambiente todavía muy marcado por la impronta "underground", los Soda impresionaron desde el comienzo por el cuidado en su imagen y por su determinación a expandirse fuera de fronteras.

Expansión internacional
Tras el álbum debut de 1984, el éxito fue fulgurante. Dos años más tarde, la edición del segundo disco, "Nada Personal", fue todo un evento. El lanzamiento llenó cuatro veces el estadio de Obras Sanitarias -algo inusual en aquella época- y se transformó en un suceso regional.

La primera gira latinoamericana incluso Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Venezuela.

Según cuenta el sitio oficial de la banda, la presentación en el famoso festival chileno de Viña del Mar registró 120 casos de histeria colectiva. Lo que se dice una "sodamanía".

La expansión siguió luego en México, con una gira de 11 conciertos.

A partir de allí, el norte de Soda sería la masividad, algo que hoy resulta obvio señalar pero que en los '80 no lo era tanto: todavía el rock nacional parecía dirigido a una minoría y no contaba con una difusión fuerte en la radiofonía.

En 1988, cierra el festival "Tres días por la democracia", ante 150.000 personas en la Avenida 9 de julio. Y al año siguiente, supera la marca de un millón de discos vendidos.

A esa altura, el grupo tenía amplia experiencia en giras internacionales, y encaraba su quinto tour por América latina. Por primera vez, llegó al mercado estadounidense.

En los '90, inauguraría la era de recitales en grandes estadios, al presentarse ante más de 30.000 personas en Vélez.

Videos, tecnología y masividad
La impronta de Soda también se reflejaba en el aprovechamiento al máximo de los videoclips, ya no usados como una forma rudimentaria de promoción de los discos, sino como eventos en sí mismos.

Con Soda, los altos presupuestos y la estética cinematográfica llegó a los videos del rock argentino.

Hubo premiaciones internacionales, como la de "En la ciudad de la furia" y "Ella usó mi cabeza como un revólver", finalista y ganador, respectivamente, del premio MTV a la música latina.

En tanto, el video "Cuando pase el temblor" llegó a ser finalista en el World Festival of Video and TV de Acapulco.

El objetivo que Soda se había fijado en cuanto a incorporar las prácticas más profesionales del show business quedaba también en evidencia en los conciertos.

La gira nacional realizada luego del lanzamiento de "Canción Animal" impresionó por su despliegue tecnológico y por la complicada logística que traía asociada: toneladas de equipos, dos escenarios móviles y un staff de 70 personas giraron por 30 ciudades, en un recorrido de 14 mil kilómetros.

Pero, sobre todo, se hacía evidente que Soda había incorporado a su público a todo un sector social que hasta entonces había dado la espalda al rock nacional y que se mantenía fiel al pop estadounidense.

Fue así que llegaron a tocar en lugares improbables hasta ese entonces, como Punta del Este y también penetraron el mercado español.

En Buenos Aires, mientras tanto, seguían los récords, como las 14 presentaciones en el Gran Rex o el concierto gratuito ante 250.000 personas.

Las grandes marcas empezaron a mirar con atención el fenómeno. Ya resultaba inevitable que, al hablar de Soda Stereo, no se podía solamente hacer referencia a la música sino también a los impresionantes números que implicaban sus discos y presentaciones.

La apoteosis, por supuesto, fue la despedida en 1997 y la serie de conciertos de regreso en 2007.

La separación del grupo -pactada entre los tres miembros luego del desgaste natural que afecta a las bandas luego de tanto tiempo de giras- llegó tras el lanzamiento de "Sueño Stereo", otro suceso instantáneo.

Editado por la multinacional BMG, a dos semanas de su aparición el disco se convirtió en platino y llevó a la banda a una nueva gira que incluyó Venezuela, Colombia, Perú, Chile, Centroamérica, México y Estados Unidos.

La legendaria despedida en el estadio de River Plate tuvo lugar el 20 de septiembre de 1997, el día en que se inmortalizó el "gracias totales".

Un regreso lucrativo
En el interín, la impronta empresarial de los tres Soda se hizo más evidente: Cerati tuvo una exitosa carrera solista, pero acompañada además por la producción artística de otros músicos, así como la incursión en la actividad audiovisual y la publicidad.

Charly Alberti incursionó de lleno en la tecnología, justo en los años en que explotaba la fiebre de las "punto com", mientras que Zeta Bosio aprovechaba el filón de la música electrónica, participando en varios mega-eventos.

Durante ese tiempo, la música y la imagen de Soda no decayó, y la base de seguidores de la banda parecía agrandarse al incluir nuevas generaciones de fans. Aun separado, el grupo seguía vendiendo discos, por lo que superó los 17 millones de copias.

Fue así que pareció darse el terreno adecuado para la reunión.

Para la industria del show business, los reencuentros de bandas legendarias ya se había transformado en un negocio en sí mismo, con sus especificidades y expertise propios. En algunos casos, había un disco de lanzamiento, en otros una gira, a veces un concierto único.

Para el caso de Soda, se ejecutó una campaña nunca antes vista en el rock argentino. "Me verás volver" tuvo la planificación, la difusión y las actividades de relaciones públicas -que incluyeron una reunión de los Soda con Cristina Kirchner- dejaron en evidencia un profesionalismo propio de los mercados más sofisticados.

La conferencia de prensa en la cual los tres miembros de la banda confirmaron su reunión concitó una atención inédita y fue noticia destacada en los informativos. En simultáneo, se relanzaron discos y DVDs.

A partir de allí, los dos conciertos originalmente previstos agotaron la venta de entradas y comenzaron a agregarse fechas.

Finalmente, la vuelta en River incluyó una serie de seis presentaciones -un verdadero récord, recién superado por la gira "The Wall" de Roger Waters-. Además, hubo una gira latinoamericana: en total, 22 conciertos en nueve países.

Se habló en su momento de una recaudación de 32 millones de dólares por esos conciertos de despedida. Aunque la cifra impresione, no había dudas respecto de que el negocio tenía un potencial aun mayor, ya que llovieron las propuestas para continuar con más presentaciones.

Pero los Soda ya tenían decidido que la reunión debía ser un evento de única vez.

Y la despedida, esta vez, definitiva.