Revelan las técnicas de tortura que usó la CIA en sus interrogatorios en la última década
Un informe divulgado por el Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos señala que la Agencia Nacional de Inteligencia (CIA) llevó a cabo interrogatorios "más brutales" de lo que admitió tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en ese país.
Simulacros de ahogo, privación del sueño, golpes, aislamiento, amenazas psicológicas. Estas son algunas de las "estrategias" que la CIA aplicó a partir del año 2000 durante sus interrogatorios.
El reporte acusa a la agencia de inteligencia de haber sometido a los detenidos durante varios años a "técnicas reforzadas de interrogatorio de repetición durante días y semanas".
Los cautivos eran lanzados contra las paredes, desnudados, introducidos en baños helados. Se les impedía dormir durante más de una semana, se los golpeaba y amenazaba, indicó la AFP.
Algunos de los suplicios detallados en el informe ya habían sido documentados en memorandos confidenciales del Departamento de Justicia en 2002 y 2005, bajo la presidencia de George W. Bush, y ventilados durante la primera gestión de su sucesor, Barack Obama, en 2009.
"No volveremos a recurrir nunca a estos métodos", aseguró por su parte el actual presidente norteamericano tras conocer el reporte. Afirmó que "documenta un programa preocupante" de interrogatorio a sospechosos de terrorismo entre 2001 y 2009, y debe contribuir "a dejar esas prácticas donde pertenecen, en el pasado".
"Refuerza mi opinión de que estos duros métodos no solo fueron inconsistentes con nuestros valores como nación, sino que no fueron de servicio a nuestros esfuerzos generales contra el terrorismo ni nuestros intereses de seguridad nacional", indicó Obama a través de un comunicado.
"Además, estas técnicas hicieron un daño significativo a la imagen de Estados Unidos en el mundo e hicieron que fuera más difícil perseguir nuestros intereses con nuestros aliados y socios. Por eso, seguiré usando mi autoridad como presidente para garantizar que no volveremos a recurrir nunca a estos métodos", subrayó el mandatario norteamericano.
Obama recordó que, en los años posteriores al 11-S, "con miedos legítimos sobre más ataques y con la responsabilidad de prevenir más pérdidas catastróficas de vidas, la Administración anterior afrontó decisiones angustiosas sobre cómo combatir a Al Qaeda y evitar más ataques terroristas contra el país". En ese marco, indicó, "nuestra nación hizo muchas cosas bien en esos años, pero también otras que eran contrarias a nuestros valores. Por eso prohibí inequívocamente la tortura cuando asumí el poder, porque una de nuestras herramientas más eficaces en la lucha contra el terrorismo es mantenernos fieles a nuestros ideales", sostuvo.
De acuerdo a la agencia Reuters, en el reporte expuesto el martes por el Comité de Inteligencia del Senado norteamericano se reveló que la CIA pagó 80 millones de dólares a una firma dirigida por dos ex psicólogos de la Fuerza Aérea sin experiencia en interrogatorios o en lucha antiterrorista, que recomendaron técnicas como el "submarino", cachetadas en la cara y entierros simulados para prisioneros sospechosos de terrorismo.
Los dos sicólogos son mencionados en el reporte con los seudónimos de "Dunbar" y "Swigert", pero fueron identificados por fuentes de inteligencia estadounidenses como James Mitchell y Bruce Jessen.
La CIA subcontrató más del 80% de su programa de interrogatorios a la empresa Mitchell Jessen & Associates de Spokane, Washington, por su trabajo desde el 2005 hasta el termino del acuerdo en el 2009. También pagó a la compañía un millón de dólares para protegerla y sus empleados de responsabilidades legales.

Los métodos de interrogatorio fueron los siguientes:
La técnica de la pared
La "técnica de la pared" (walling) consiste en ubicar a la persona detenida frente a pared. El interrogador la atrae hacia él y luego la lanza violentamente contra la pared. Jaled Cheij Mohammed, el presunto cerebro de los atentados del 11 de septiembre de 2001, fue sometido a ese método, así como al simulacro de ahogamiento y de la privación del sueño.
Privación del sueño
Los detenidos podían ser mantenidos despiertos durante un máximo de "alrededor de 180 horas", es decir "siete días y medio", en una posición particularmente incómoda: "de pie, con las manos al nivel o sobre la cabeza", encadenados y atados al techo, señala el documento del Senado. Abú Zubeida, un palestino capturado en marzo de 2002 en Pakistán, fue el primer prisionero de la CIA sometido a las técnicas reforzadas de interrogatorio. Estuvo, por ejemplo, encerrado en una habitación iluminada las 24 horas del día.
Aislamiento y confinamiento
Entre junio y agosto de 2002, Abú Zubeida fue "aislado durante 47 días sin ser interrogado", destaca el informe. La técnica del confinamiento es aún más dura: Zubeida fue colocado en una suerte de caja del tamaño de un ataúd durante 266 horas, más de 11 días, y en otra todavía más pequeña durante 29 horas, mientras se lo interrogaba. En un centro secreto de detención, identificado con el nombre de "COBALT", un prisionero podía ser mantenido en medio de una oscuridad total, de pie, con las manos atadas sobre su cabeza y por lo general desnudo.
Los detenidos eran también sometidos regularmente a duchas o baños de agua helada.
Simulacros de ahogamiento
En la simulación de ahogamiento (waterboarding) el detenido es mantenido atado a un banco inclinado, con sus pies sobreelevados, se le coloca una toalla en la frente y los ojos y el interrogador le echa agua mientras la pasa repetidamente por la boca y la nariz del torturado, que durante 20 a 40 segundos no puede respirar. La operación podía ser repetida tras tres o cuatro inspiraciones. Cheij Mohammed fue víctima de este suplicio en 183 oportunidades. En marzo de 2003 lo sufrió cinco veces durante 25 horas. El "waterboarding" le provocó vómitos y convulsiones. Abú Zubeida, a quien tras esas sesiones le "salía espuma de la boca", padeció crisis de "histeria" y durante un tiempo fue "incapaz de comunicarse".
En el COBALT
El primer prisionero en el centro de detención COBALT, Redha al Najar, fue mantenido en "aislamiento en la oscuridad total". La CIA le dio comida cada vez peor, lo mantuvo en temperaturas frías, incómodo, esposado y encapuchado, y era obligado a escuchar música las 24 horas del día. Llevaba un pañal y no tenía acceso al baño.
En este centro, cinco agentes de la CIA sacaban a los gritos a un detenido de su celda, lo desnudaban, lo envolvían con una cinta de plástico y lo tiraban violentamente al piso. Luego lo paseaban por el pasillo, golpeándolo y cacheteándolo. El afgano muerto en el COBALT en noviembre de 2002, fue hallado con el cuerpo cubierto de contusiones.
Amenazas psicológicas
Más clásicas, las amenazas psicológicas fueron abundantemente utilizadas por los interrogadores de la CIA, dice el informe, en particular las amenazas contra las familias y los hijos de los detenidos. A algunos cautivos se los amenazaba con que su madre sería agredida sexualmente o que se le "cortaría la garganta".
Rehidratación rectal
Una técnica particularmente humillante sufrida por al menos cinco detenidas era la "rehidratación rectal". "Sin ninguna necesidad médica fueron alimentados de manera forzosa vía rectal", subraya el informe del Senado. A otros prisioneros se les suministraron brebajes destinados a "limitar los vómitos durante las sesiones de 'waterboarding'".
Pedido de justicia
Tras conocerse el reporte en el Senado norteamericano, la organización internacional Amnistía Internacional (AI) afirmó que las torturas practicadas por la CIA tras los atentados de 2001 ponen de manifiesto la impunidad de las violaciones de los derechos humanos en nombre de la "seguridad nacional".
En un comunicado, la organización no gubernamental señaló, que a pesar de las pruebas que durante años salieron a la luz pública, nadie ha sido procesado por autorizar o perpetrar estas torturas.
La organización con sede en Londres añadió que el acceso a la Justicia por parte de los que han sido víctimas de los abusos ha sido bloqueado de manera sistemática por las autoridades de EE.UU., incluso bajo el argumento de que se trataba de un secreto de Estado.
La información revelada, aunque es limitada, "recuerda al mundo del fracaso total de Estados Unidos para poner fin a la impunidad disfrutada por los que han autorizado o utilizado la tortura o los malos tratos. Esto es una llamada de atención para EE.UU., debe revelar la verdad sobre las violaciones", señaló la directora para América de AI, Erika Guevara Rosas.