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Andrea Bursten: "Quiero volver a enamorarme, Fede me va a mandar al hombre indicado"

La modelo contó cómo es su vida y la de sus hijos tras la muerte de su esposo y afirmó que está lista para la llegada de un nuevo amor            
07/01/2015 - 20:20hs
Andrea Bursten: "Quiero volver a enamorarme, Fede me va a mandar al hombre indicado"

Luego de un largo duelo por la muerte de su marido, Federico Ribero, la modelo Andrea Bursten está lista para encontrar un nuevo amor. Así lo confesó en una entrevista concedida a la revista ¡Hola! Argentina: 

"La herida está ahí, latente, pero algunas cosas ya no duelen. Hablar en tiempo pasado no genera melancolía. Tampoco le da tristeza nombrar a su marido, ni mirar a sus hijos, Francesca (13) y Stéfano (10), y encontrar en ellos gestos del gran amor de su vida. El dolor, para Andrea Bursten (41), está en "la ausencia constante". Fueron dieciocho los meses en los que necesitó procesar la muerte de Federico Ribero, con quien estuvo casada durante diecisiete años y, por primera vez, habla sobre la pérdida, el sufrimiento y su "renacer". Fue en Punta del Este, "el lugar en el mundo para Fede", donde recibió a ¡Hola! Argentina y abrió su corazón en una entrevista profunda y sensible.

"Vengo hace muchos años. Al principio a trabajar como modelo, después de novia con Fede, años más tarde con nuestros hijos... Pero Punta del Este, para mí, ya no es lo que era. Sigo viniendo porque me gusta, están mis amigos y mis hijos tienen ganas de estar acá, pero cambió el sentido del lugar. Es un lugar maravilloso, pero mi marido amaba tanto este lugar y está tan minado de recuerdos, imágenes y vivencias que lo vuelve difícil de sobrellevar. Este es el segundo año que venimos sin él", cuenta Andrea.

-¿Cómo fue el primer verano?

-Horrible, muy duro. En algún momento pensé en no venir más, porque sinceramente cambió el sentido del lugar para mí. Pero el tiempo ayuda, este verano me siento mucho más fuerte, ya pasaron la primera Navidad, el primer Año Nuevo, el primer cumpleaños y el primer aniversario de su muerte. Este verano está siendo un poco más amable.

-Esta época del año es de celebración, ¿cuesta?

-Año Nuevo me gusta, Navidad para mí no tiene mucho sentido, nunca fue una fecha tan importante. Pero Fede me dejó el legado de seguir viviendo la vida, de disfrutar. "Estamos de paso" era su frase de cabecera y cada día siento más que es así.

-¿Empezó a decir esa frase cuando le diagnosticaron su enfermedad?

-¡No! Siempre la dijo. Fue su frase desde que lo conozco, es increíble.

-¿Recordás cómo nació la historia de amor entre ustedes?

-A Fede lo "fiché" en un boliche donde él trabajaba cuando yo tenía 15 años. El tenía 19 y ni me registró. Pregunté quién era y empecé a averiguar. Dos años después, me llamó para salir. En ese entonces, yo ya era modelo. Salimos un par de meses, no muchos, y un día me dijo que no era el momento. Nos dejamos de ver, yo me puse de novia con otro chico durante cuatro años y él con una chica. Hasta que nos volvimos a encontrar cuando yo tenía 21 y desde ese reencuentro no nos separamos nunca más.

-Una segunda oportunidad...

-Sí, siempre pienso que si no nos hubiésemos separado, la relación nunca hubiese llegado adonde llegó. Hubiese sido un amor de verano, adolescente, y hubiese quedado ahí. Agradezco lo que sucedió. "Lo que sucede conviene", dice por ahí un amigo mío [N.de la R.: es la frase de cabecera de Marcelo Tinelli].

-¿Cómo fue Federico como papá?

-(Se emociona y hace un silencio) ¡Un 100! Súper presente. Fede era una persona increíble. Si tengo que encontrarle un defecto, puedo decir que era caprichoso, pero eso lo hacía llegar a lo que él quería. Y así es Francesca, nuestra hija. Stéfano también tiene muchas cosas de él: un corazón enorme, es solidario, además es físicamente igual.

-¿Cuál sentís que es tu principal misión como mamá?

-Los veo tan chiquitos, y tan grandes al mismo tiempo. Tengo la necesidad de que estén felices y la responsabilidad de mostrarles que la vida, a pesar de las cosas tristes y difíciles que nos pasaron, vale la pena. Y una de las formas es disfrutarla, pasarla bien. Esas son las cosas que uno se lleva. Los amigos, enriquecerse con cosas que a uno le interesan. A "Fefo" le gusta tocar la batería y los animales; a "Fran" le interesa la fotografía. Quiero que vayan encontrando las cosas que los llenan.

Antes del diagnóstico (cáncer de pulmón con metástasis en la pleura), Federico tenía una molestia, "un dolor a la altura de la costilla", explica Andrea. Y continúa: "Yo no tenía tan claro cuánto le molestaba, después mis amigos me contaron que hacía mucho que estaba con ese dolor. El se había ido a la India a hacer un curso de El Arte del Vivir durante diez días. De ahí teníamos planeado encontramos en París para hacer un viaje solos, sin los chicos. Durante ese viaje estaba molesto y si comía mucho, le molestaba pero nunca imaginé...

-¿Cómo se enteraron de la enfermedad?

-Habíamos llegado hacía dos días de París. Yo estaba en mi casa y recibí una llamada de Willy, su socio, para decirme que a Fede le estaban haciendo una tomografía en el Sanatorio Los Arcos, que no me asustara, pero que le habían encontrado un punteado en el pulmón y querían ver qué era. En cuanto corté el teléfono, salí para allá. Al principio creían que era tuberculosis. Ahí empezó la odisea, porque mucha gente se enteró antes que nosotros. Mi marido siempre tuvo una entereza, una garra, una polenta y un optimismo único.

-¿Recibieron la noticia juntos?

-Sí. En mi vida pensé que Fede podría llegar a tener cáncer. Nunca, jamás. Era la persona más sana, buena y noble. Por ningún costado me cerraba que él pudiera tener una enfermedad como esa. Cuando nos enteramos, pensé "¡Qué injusto!" Y él me dijo: "¿Por qué? ¿Qué le suceda a otros es justo?". Yo era la que no lo podía entender, me enojé, pero Federico lo tomó como una batalla que no quería perder. Hizo todo lo que pudo para salir adelante.

-¿Nunca perdió su optimismo?

-No quiero hablar mucho de eso, pero el último tiempo fue duro. El año y medio que estuvo más o menos bien, estaba muy confiado. Los últimos seis meses fueron muy bravos, difíciles y tristes.

-Entonces tu vida cambió 180 grados...

-Durante dos años estuve en sanatorios, quirófanos, quimioterapia, consultorios médicos y rayos. No falté a nada, era mi función. Además de mis hijos, mi vida empezó a girar en torno a esa situación. Acompañé y cuidé a mi marido todo el tiempo. Yo quería hacer todo, no quería enfermeras. Y sentí hacerlo, nadie me obligó: lo hice con todo el amor del mundo. Salvo el último mes, que estuvo internado, el resto del tiempo estuvo en casa y yo lo cuidé.

-¿En algún momento Federico le pidió a sus hijos que no lo vean más?

-Mientras estuvo en el sanatorio, a veces no estaba en condiciones y no se sentía bien para recibirlos, pero estuvieron con él hasta último momento. Pudieron despedirse y creo que para la elaboración de un duelo, poder decir adiós y hablar ayuda mucho. No sé todo lo que hablaron, tenían sus momentos a solas con su papá.

-Tras su muerte, ¿en ningún momento te permitiste estar deprimida?

-No me deprimí. Sí tenía, y todavía tengo, una gran tristeza. No es lo mismo. La depresión es otro estado de la mente. Creo que te acostumbras a vivir con la tristeza, atado a los recuerdos, con la ausencia... Lo extraño todos los días de mi vida. A veces no puedo creer que ya no esté.

-¿Vas al cementerio?

-Sí, los 17 de cada mes. Antes iba con los chicos, pero ellos ya no tienen ganas. Estoy diez minutos, pero es mi momento con él y le llevo flores. Todo el tiempo lo recuerdo y quiero creer que está en algún lugar. Estaré loca, pero lo necesito así.

-¿Cómo les explicaron a los chicos que su papá estaba enfermo?

-Al principio no podían entender que no se iba a curar. Les expliqué que se hizo todo lo que estaba al alcance. Después vino la muerte, la ausencia a lo largo del tiempo. Con el tiempo aparecen los recuerdos, al principio con mucha tristeza, después con un poco más de alegría. En algún momento hasta nos reímos de cuentos y cosas que recordamos. Además a Fede se lo nombra a diario, porque en casa no hay tabúes, todo se habla.

-¿Qué admirás de tus hijos?

-"Fran" es madura, dulce, responsable, empuja para adelante, es la alegría de la casa y la que entendió la situación perfectamente bien. Colabora conmigo siempre y enseguida vio que me puse una casa al hombro, que empecé a trabajar de lo que mi marido había dejado, que además me ocupo de ellos, de mí, de todo. Entendió y tiene 13 años recién cumplidos. Y "Fefo" es amoroso, me cuida mucho, se fija en qué necesita el otro. Me gusta porque es más melancólico y sensible, es auténtico.

-También siempre estás rodeada de amigos.

-Sí. Fede era muy amiguero, les dedicaba mucho tiempo y cabeza. Ellos, hoy en día, me siguen diciendo que pase lo que pase van a estar conmigo. Marcelo (Tinelli) fue uno de los que estuvo y está de manera incondicional. Durante el tratamiento de Fede, nos acompañaba a las consultas importantes con el oncólogo. Pasamos Año Nuevo juntos desde hace años, nuestros hijos son amigos de sus hijos. A Guille (Valdés) la adoro, la conozco desde hace muchos años, y como lo veo tan bien y contento, disfruto de su compañía.

-Sos joven y tenés una vida por delante. ¿Te gustaría volver a enamorarte?

-Sí, ¿por qué no? Estoy sola, pero tengo 41 años y creo que va a llegar un compañero algún día. Fede me va a mandar al hombre indicado. Me parece sano que así sea en algún momento y creo que para mis hijos también. Sé que va a estar bien y Federico va a estar contento de que así sea. Hablamos un montón de cosas cuando nos fuimos despidiendo y siempre me pedía que fuese feliz.

-¿Cómo te llevás con los rumores?

-No me importan, mi vida es mía y la que está en estos zapatos, que son enormes, soy yo. Es muy complicado criar a dos chicos sola. La opinión de los demás alguna vez me importó, pero hoy miro atrás y pienso que pasó un año y medio desde la muerte de mi marido y aunque es poco, también es mucho. Para la vida diaria es un montón, en la eternidad no es nada. Estar sola es difícil, más cuando tuviste un compañero durante diecinueve años... No estoy buscando el amor. Pero si en algún momento llega una persona que me interese, no voy a cerrar la puerta por el que dirán.

-Te adjudicaron algunos romances. Por ejemplo, con Federico Alvarez Castillo.

-¡Dios mío! Son rumores que van a seguir circulando. Estoy sola porque lo elijo. No te voy a decir que no me llama nadie para salir, pero hoy yo elijo estar sola. No está bueno que se digan esas cosas.

-Federico era muy amigo de tu marido, y hace poco se separó de su mujer, Paula Cahen d'Anvers...

-Yo trabajé en Etiqueta Negra, su marca, durante muchos años, además vivimos en el mismo country (N. de R: Tortugas Country Club) y él estuvo cerca de nosotros durante la enfermedad de Fede. Yo ya les expliqué a mis hijos que tienen que saber que estas cosas pueden pasar.

-También se te vinculó con Francisco De Narváez.

-¡No lo puedo creer! Es un papá del colegio de mis hijos y creo que lo vi en un acto en todo el año. Son pavadas que no entiendo de dónde salen. Estoy bien así, me siento contenida por mis amigos y me divierto con ellos. El día que tenga una relación que dé para presentar oficialmente, lo voy a contar porque creo que estoy en todo mi derecho.

-¿Qué esperás de este nuevo año?

-Quiero sorprenderme. Tengo el foco en los chicos, en que estén bien, verlos felices. Si los veo mal, no puedo disfrutar.

-¿Sos más fuerte de lo que creías?

-Lo soy, pero me hice a los golpes. Sorprendí a todos con mi fortaleza. Igual, es muy difícil. Todos los días hay que salir a flote y yo le pongo garra. No es gratis, es un esfuerzo grande. Es la que me tocó, no hay plan B y voy aprendiendo con el paso de los días. Por ahora, sólo tengo momentos de felicidad, donde me siento bien, y otros días son de mayor tristeza, de replanteos. Como dice la canción: "Voy aprendiendo mientras hago el camino".

-¿Qué sentís que dejó Federico en vos?

-Uf, lo disfruté a pleno, me lo llevé puesto todo. Tuvimos nuestras cosas como cualquier matrimonio, pero me dio un amor divino, soñado. Era una persona excelente. No conozco a nadie que hable mal de mi marido. Está conmigo siempre, por eso me tatué su nombre. También llevo su reloj, que me lo regaló cuando cumplí cuarenta. Lo siento conmigo y eso va a ser para siempre..