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Mauricio Macri, de vivir un secuestro a candidato la Casa Rosada

Desde su primera derrota ante Aníbal Ibarra en la pelea por la Ciudad en 2003, hasta la maestra budista que lo ayudó con su fobia a las multitudes
22/11/2015 - 13:17hs
Mauricio Macri, de vivir un secuestro a candidato la Casa Rosada

Mauricio Macri sufrió su primera derrota electoral el 14 de septiembre de 2003. Sacó el 46,5% de los votos en el balotaje para elegir el jefe de Gobierno de la Ciudad. Perdió contra Aníbal Ibarra, que obtuvo el 53,5% de los votos.

En la primera vuelta había ganado. La fórmula Macri-Horacio Rodríguez Larreta se había impuesto con el 37,5% de los sufragios frente a Ibarra-Jorge Telerman, que sacaron el 33,54 por ciento.

Los tres autores de Mundo PRO, Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Alejandro Bellotti, cuentan que Macri no esperó los resultados oficiales y dio por ganador a su rival apenas le informaron las proyecciones y, en conferencia de prensa, responsabilizó de los resultados a "un inmenso aparato político que no dudó en mentir y agraviar para mantenerse en el poder".

Efectivamente, tanto el intendente Ibarra como Néstor Kirchner, que había asumido la presidencia de la Nación el 25 de mayo y gozaba de una fenomenal popularidad, se habían ensañado con su figura.

"La mirada peyorativa no ayuda a comprender el fenómeno político sino a reforzar la interpretación de sus detractores. No da cuenta de que, en apenas diez años, Macri creó un partido a partir de retazos que parecían irreconciliables, consiguiendo imponer una línea política que algunos analistas creían predestinada al fracaso", escribieron Vommaro, Morresi y Bellotti.

De hecho, muchos creyeron que con esa derrota del 2003 se había terminado la carrera política del todavía presidente de Boca Juniors. Sin embargo, se trataba sólo de una escala del camino que inició en el 2001, cuando creó la Fundación Creer y Crecer junto a Francisco De Narváez que, por esas cosas de la vida, hace pocas semanas hizo público su apoyo a la candidatura de Daniel Scioli.

La vida pública de Macri empezó cuando fue secuestrado por lo que luego se conoció como la "Banda de los Comisarios". En el sótano donde estuvo encerrado durante 12 días fue que terminó de decidir que -si salía de esa- trabajaría duro para llegar a ser presidente de la Nación, aunque antes lo sería del club de sus amores. Por cierto, una llegada a la política jamás experimentada en la Argentina.

El ministro de Obras Públicas de la Ciudad, Daniel Chaín, que lo conoce de los tiempos en que trabajaban en SOCMA, no se asombra cuando se le pregunta de la determinación de Macri en la búsqueda de sus objetivos. "Se compromete con hacer algo y no para hasta lograrlo", dice.

Por eso, exactamente un año después de esa experiencia fallida en Capital, a Evert Von Tooren no le asombró ser convocado al lanzamiento de la filial bonaerense de "Compromiso para el Cambio" (así se llamaba PRO, al comienzo) en Tandil, y mucho menos que en el 15 de noviembre de 2004 Macri realizara su primera "bajada" a un distrito del conurbano, con una visita a Esteban Echeverría.

Este 25 de octubre a Van Tooren no le alcanzaron los votos para ganarle la intendencia de Echeverría a Fernando Grey. Le duele, pero sabe que dentro de cuatro años volverá a tener otra oportunidad. Mientras tanto, seguirá militando en el distrito, como hace casi siempre la gente del PRO, que no se dan por vencidos ni aún vencidos, ni creen que la política es apostar a ganador, porque siguen a un jefe que apuesta al largo plazo y hacen política bajo un modelo horizontal y de equipos, que es como les gusta, relata Infobae.

Todo es distinto en el PRO. Domina un involucramiento espiritual de buena parte de sus dirigentes que es inédito en la política. Algunos, como Esteban Bullrich, profundo católico, suele participar en retiros religiosos en familia.

Otros acuden a la armonización que realiza Cris, una maestra budista de la que no se da el nombre completo por pedido expreso de quienes la frecuentan, que están preocupados por "la llegada de personas más interesadas en acercarse al poder que a iniciar el camino de la compasión y la sabiduría a través de las enseñanzas de Buda".

Es que Cris es la maestra budista del mismísimo Macri, el secreto que transformó su fobia en empatía con la gente, sus temores a estar rodeado de desconocidos al disfrute por los baños de multitud, de personas que lo abrazan, le acercan bebés, lloran en su hombro. Otro de sus secretos -se sabe- es Juliana Awada, la "hechizera" con la que elige comer por las noches cada vez que puede y que lo espera sin reclamos cuando no puede.

"¿Qué es ese algo que tiene Macri?", se preguntan los autores de Mundo PRO.

Notablemente, consigna Infobae, su crecimiento político se debe a una gestión con más luces que sombras, pero excepcionalmente buena si se la compara con la gobernación de Scioli en la provincia de Buenos Aires.

Pero a eso, Macri le sumó nuevas cualidades personales, que le permiten transmitir sentimientos que antes le estaban vedados, como el "los amo" con el que suele cerrar sus discursos en actos multitudinarios, esos a los que antes rehuía.

Joaquín Molla, el publicista del Gobierno de la Ciudad y de la campaña de Cambiemos, considera que su gran logro fue "mostrar a Mauricio como es, sin guión, ni actuación".

Cuenta que lo único que hicieron fue seguirlo al candidato durante dos años con una cámara a cada una de sus reuniones con la gente de todo el país. Y cuando se le pregunta por el coaching y la preparación para el debate, insiste: "Todo lo que hacemos es ayudarlo a que se exprese como es, por eso asombra lo bien que está comunicando, porque logró mostrarse como es".

Para Molla, se trata de una verdadera "experiencia contracultural, que demuestra que lo que parecía imposible es posible, si se trabaja muy duro para lograrlo, y Mauricio trabaja 14 horas por día, sin quejarse".

Quizás quien mejor pueda definir el particular estado de ánimo por el que está pasando Macri es un tal vez futuro funcionario que prefiere tener en reserva su nombre. Asegura que después de contarle las peripecias que padeció en los años kirchneristas, "Mauricio me agarró la mano, me miró a los ojos y me dijo 'no hay que ser rencoroso', y cambió de tema".

El hijo de Franco y papá de Agustina, Jimena, Francisco y Antonia es un líder distinto a los que acostumbra la política argentina: hace terapia, medita y trabaja para domesticar el ego y no caer en la arrogancia. Casi que no parece argentino, pero lo es. Hoy parte como favorito en la carrera por la Presidencia, representando una Argentina que ya cambió y busca otro tipo de liderazgos, concluye Infobae.

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