Invasión de argentinos en Brasil: a Florianópolis llegan hasta 9 aviones por día
En Florianopolis, hay argentinos por todos lados, como nunca en los últimos años.
Se veía venir esta temporada record, la mejor de los últimos diez años según anticiparon en el Embratur, el ente que promociona el turismo en Brasil.
Este verano servirá para agilizar una economía muy desgastada, que por televisión no para de promocionar los Juegos Olímpicos pero que en la vida real pinta otro panorama. "Acá no la estamos pasando muy bien", dicen.
Según los que trabajan con el turismo, a partir del 6 de enero el predomino de los argentinos será abrumador. Por ahora, las playas de Florianopolis muestran una convivencia entre los turistas brasileños que pasan fin de año en las playas -y que empezarán este lunes, primer día hábil del año, una lenta retirada- con los turistas de celeste y blanco.
Hay argentinos, de a miles, pero también muchos uruguayos, que se benefician todavía más con la devaluación del real, relata Clarín.
Canasvieiras parece la Bristol de Mar del Plata: turistas amontonados en un metro cuadrado de arena. En Cachoeira y Ponta das Canas, al norte de la isla, también se escucha acento argentino.
Desde los aeropuertos argentinos, llegan hasta nueve vuelos diarios a Florianopolis (algunos directos, otros vía Porto Alegre). Los que viajaron en auto tuvieron demoras de hasta cinco horas en la frontera, según reconoció al matutino una familia de turistas santafesinos.
Muchos gastos ya fueron cerrados a finales del año pasado, con el dólar estaba a menos de 10 pesos argentinos. En lo cotidiano, los argentinos pagan todo con tarjeta, que se acepta en todos lados. Solo para algunos gastos en la playa se paga en efectivo: el queso fundido, por ejemplo, sale 5 reales, o 3 unidades por 12 reales (45 pesos). Y en algunos bolichitos que dan a la playa solo se acepta el pago con tarjeta cuando la compra mínima supera los 20 reales.
Por primera vez en muchos años, como sucedió en la época en la que se instaló la frase "deme dos", Brasil está verdaderamente barato. Comer en la playa cuesta hasta la mitad que en la Costa Argentina.