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¿Qué pasa si hay empate o si nadie consigue votos necesarios para ganar?

EE.UU. tiene el sistema de elección indirecta. Trump y Hillary están contando la cantidad de representantes que logran obtener en el Colegio Electoral
08/11/2016 - 14:31hs
¿Qué pasa si hay empate o si nadie consigue votos necesarios para ganar?

El número mágico que buscan este martes tanto el candidato republicano, Donald Trump, y la demócrata, Hillary Clinton, es el 270.

Se trata de la cantidad de votos del Colegio Electoral que necesita uno u otro para ser proclamado presidente de Estados Unidos.

Este decisivo órgano está formado por 538 electores que son por los que realmente votan los ciudadanos, aunque sus nombres no aparecen en las papeletas.

El candidato que obtenga la mitad más uno de sus votos, 270, se instalará en la Casa Blanca.

Cómo funciona el sistema de representación indirecta
En las elecciones presidenciales de EE.UU., el mandatario y el vicepresidente no son elegidos directamente por el voto de los 218 millones de ciudadanos inscriptos, pues éstos en realidad eligen al Colegio Electoral.

Este organismo está conformado por un total de 538 electores provenientes de todos los estados, incluyendo Washington D.C. (el distrito de Columbia). Estos son a su vez elegidos por los propios partidos políticos, mediante la elaboración de una lista de potenciales candidatos.

El número de electores que le corresponde a cada estado se calcula en proporción a su población y a la cantidad de congresistas que lo representan (tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado).

California, el estado más poblado del país, tiene 55 votos electorales. Washington D.C. y algunos estados pequeños sólo cuentan con tres.

Los residentes en territorios de EE.UU. como Puerto Rico y Guam no votan en las elecciones presidenciales y, por lo tanto, carecen de representación en el Colegio Electoral.

Luego de que los ciudadanos votan por su candidato presidencial el día de los comicios, los sufragios se contabilizan a nivel estatal. En 48 estados y Washington D.C. rige el sistema de "el ganador se lleva todo", en referencia a los votos del Colegio Electoral de cada estado.

Es decir, el postulante que obtiene la mayoría del voto popular en un estado se queda con la totalidad de los electores asignados a ese territorio.

Esto significa que sólo los electores de su partido representarán al estado en el Colegio Electoral.

Pero en dos estados, Maine y Nebraska, se asignan utilizando un sistema proporcional denominado Congressional District Method.

Es decir, los votos electorales se definen según quien gane en cada uno de los distritos legislativos en los que está dividido el territorio.

Esto significa que si un candidato presidencial no triunfa en el conteo total del estado, de todas maneras puede obtener electores que lo apoyen si ha logrado imponerse en uno o más distritos del Congreso.

Según la Constitución de EE.UU., los electores no están obligados a votar según la voluntad de los ciudadanos que representan, aunque en algunos estados se les exige que voten por el postulante al que prometieron respaldar.

Con todo, en la práctica -y por tradición- los electores suelen respetar la decisión de la población y de su partido. Tal es así que en la historia de EE.UU. sólo ha habido nueve casos en los que los electores que han votado en contra de las instrucciones de su estado.

Son los llamados "electores disidentes", que potencialmente podrían causar en un verdadero dolor de cabeza en caso de una elección reñida.

Sin embargo, según el Servicio de Investigación del Congreso de EE.UU., hasta el momento estos delegados que cambian de afiliación no han logrado complicar el resultado de ninguna elección presidencial. Casos de abstenciones sólo ha habido uno: un elector del distrito de Columbia en 2000.

¿Cuántos votos se necesitan para resultar electo?

De los 538 votos electorales, un candidato necesita 270 para alcanzar la presidencia (la mitad más uno). Ése es el "número mágico".

En el improbable caso de que ningún candidato obtenga 270 votos en el Colegio Electoral, la encargada de decidir el ganador es la Cámara de Representantes, que debe escoger el nuevo presidente entre los tres postulantes con mayor respaldo.

El Senado, por su parte, debe llevar a cabo un proceso similar para elegir vicepresidente entre los dos candidatos más votados.

La única vez que esto sucedió fue en las elecciones de 1824, cuando John Quincy Adams fue elegido por la Cámara de Representantes luego de que ningún candidato presidencial obtuviera la mayoría de los votos en el Colegio Electoral.

Y un empate es muy improbable. Nuevamente, sólo ocurrió una vez. Fue en 1800, cuando Thomas Jefferson y Aaron Burr, aspirantes a presidente y vice del Partido Demócrata-Republicano, obtuvieron el mismo número de votos. La Cámara de Representantes debió intervenir y eligió a Jefferson como mandatario.

La votación del Colegio Electoral tiene lugar en la capital de cada estado entre mediados de noviembre y mediados de diciembre. El resultado es declarado formalmente por el Senado el 6 de enero y el nuevo presidente toma posesión el 20 de enero.

Sin embargo, en la mayoría de los casos el ganador es anunciado el mismo día de las elecciones, durante la noche.

Se puede ganar y perder al mismo tiempo
Si bien es poco común, que un candidato gane con el voto popular y pierda en el colegio electoral, es posible y ha sucedido cuatro veces en EE.UU.

La más reciente fue en 2000, cuando el candidato republicano, George W. Bush, llegó a la Casa Blanca con 271 votos del Colegio Electoral, si bien el demócrata Al Gore había obtenido 540.520 sufragios más que él a nivel nacional.

"A raíz de ello, en varios estados y en círculos académicos comenzó a debatirse la posibilidad de reformar el sistema electoral", le dice a BBC Mundo Thomas Leeper, politólogo estadounidense de la London School of Economics.

"Hay quienes creen que el proceso es defectuoso y en parte injusto, y que debería reflejar más la voluntad popular", completa.

Sin embargo, como el Colegio Electoral está consagrado en la Constitución de EE.UU., cambiar el sistema requeriría una reforma constitucional.

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