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Mundial de Rusia: quién inventó las tarjetas roja y amarilla del fútbol

Mundial de Rusia: quién inventó las tarjetas roja y amarilla del fútbol
19/06/2018 - 09:35hs
Mundial de Rusia: quién inventó las tarjetas roja y amarilla del fútbol

La tarjeta amarilla para sancionar a un jugador de fútbol y la roja para expulsarlo de la cancha hoy son moneda corriente, pero no siempre fue así­. Hubo una época en la que no existí­an y no habí­a manera que el árbitro pudiera frenar las agresiones en el juego.

Todo cambió con el referí­  inglés, Kenneth George Aston, que se leocurrió usar tarjetas con los colores del semáfono para que todos, hablara el idioma que hablara, entendiera el castigo.

"Mientras conducí­a por la calle Kensington de Londres, el semáforo se puso en rojo y pensé: 'Amarillo, puedes aún pasar; Rojo, significa alto, fuera del terreno'", contó tiempo atrás el británico sobre cómo se le ocurrió la idea.

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Escalada de violencia

La beligerancia en el campo de juego al inicio de la década del '60 habí­a llevado a este deporte a una situación incontrolable. En más que un partido se libraba en la cancha una guerra a muerte que terminaba con lesionados en el hospital sudados de odio.

Sí­mbolo de aquello fue el Mundial del '62 en Chile.

En el partido inaugural entre la Unión Soviética y Yugoslavia hubo golpes y hasta jugadores fracturados.

Algo similar ocurrió en el partido de Alemania contra Italia; en el de Checoslovaquia contra España (donde el arquero quedó inconsciente por unos minutos tras recibir una patada en la cabeza); y en el de Argentina contra Bulgaria (con varios jugadores gravemente lesionados).

Como si eso fuera poco, Chile e Italia se enfrentaron en el partido que pasó a la historia como "La Batalla de Santiago". ¿Violencia desaforada? Sí­.

Patadas, puñetazos, y hasta policí­as en la cancha. La selección chilena ganó 2 a 0, en un partido cuestionado duramente por su arbitraje, a cargo de Kenneth Aston, el mismo que, impactado por la brutalidad en la cancha, terminarí­a inventando el sistema de tarjetas que fue estrenado en el Mundial de México de 1970.

"En Santiago me limité casi a contar los puntos de las maniobras militares del campo, mi función no recordó para nada las tareas de un árbitro", dijo.

Aston dejó de arbitrar en 1963 y pasó a ser miembro de la Comisión de írbitros de la FIFA en 1966 (de la cual fue presidente de 1970 a 1972).

Desde esa posición le tocó enfrentar nuevamente un escándalo cuando se enfrentaron Argentina e Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de 1966.

El árbitro del partido, el alemán Rudolf Kreitlein, tuvo que salir escoltado por la policí­a británica luego de expulsar al capitán argentino Antonio Rattí­n en el minuto 36.

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Kreitlein cobró una falta a favor de Inglaterra, Rattí­n protestó y fue expulsado.

"Me miró con mala intención. Por eso me di cuenta de que me habí­a insultado", dijo Kreitlein. El problema es que ni el árbitro entendí­a español, ni el argentino hablaba inglés o alemán.

Rattí­n se negó a abandonar el terreno de juego, argumentando que no entendí­a lo que el árbitro le decí­a. El partido estuvo detenido más de diez minutos hasta que un traductor saltó al césped de Wembley y le explicó a Rattí­n lo que estaba ocurriendo, provocando la furia del argentino.

Probablemente hoy alguien opinarí­a que para insultar a otro no es necesario hablar el mismo idioma. O que entender un gesto de expulsión tampoco es un problema de palabras.

Pero cuando la furia enceguece, es mejor que las reglas estén absolutamente claras y las amonestaciones a los jugadores por parte del árbitro no sean verbales.

Aston, que en ese momento era responsable de todo el arbitraje, empleó su capacidad negociadora para tranquilizar al expulsado capitán argentino y evitar la suspensión del encuentro.

A esa altura, el inglés tení­a claro que habí­a que crear un mecanismo para disuadir las agresiones y sancionar a los rebeldes.

Y, aparentemente, un semáforo le dio la respuesta.

El técnico murió el 23 de octubre de 2001 a los 86 años, reivindicando su pasión por el fútbol.

"El fútbol es una obra dramática en dos actos, con 22 actores sobre el escenario y un director de escena: el árbitro", dijo en una ocasión.

"No existe guóon, nunca se sabe como terminará, pero lo más importante es divertirse y divertir".

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