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Brasil arranca la campaña más incierta de su historia

El Tribunal Electoral cierra este miércoles el plazo para recibir inscripciones de candidatos. Dos mujeres y once hombres se disputarán la presidencia
15/08/2018 - 11:26hs
Brasil arranca la campaña más incierta de su historia

Este jueves comienza la campaña presidencial en Brasil y trece personas –once hombres y dos mujeres– copmpetirán para transformarse en el nuevo jefe de Estado de la primera potencia latinoamericana, que hoy transita uno de sus peores momentos.

La economía sigue tambaleante por la peor recesión de su historia. El escenario político se encuentra más enredado que nunca, tras el juicio político que desalojó del poder a la última presidenta electa, Dilma Rousseff, y el reciente encarcelamiento de su predecesor, el popular Luiz Inácio "Lula" Da Silva, que pretende ser candidato desde la prisión, ya que arguye que es un preso polítco.

Mientras, en las calles, los desencantados expresan cada vez más libremente su nostalgia de la dictadura, publicó elpais.com.

La carrera presidencial

El Tribunal Electoral de Brasil cierra este miércoles el plazo para recibir inscripciones de candidatos a las elecciones generales de octubre.

Habitualmente sería un trámite más en la enorme maquinaria electoral brasileña; un último paso antes de decretar, el jueves, el inicio oficial de la campaña por la presidencia de Brasil, así como por todos los puestos de la cámara baja del Congreso, dos tercios del Senado y todos los gobernadores y diputados.

Pero no hay nada habitual en estos comicios, los más impredecibles que haya visto la democracia de la potencia latinoamericana. Por eso, hasta una diligencia burocrática aparece cargada de intrigas.

La principal que se resolverá con este trámite será el fin de la pulseada entre el expresidente Lula da Silva y el poder judicial.

Lula, a la cabeza en las encuestas desde hace dos años y en la cárcel por una causa de corrupción desde hace cuatro meses, deberá decidir si se atreve a presentar su nombre como candidato tal y como augura el espacio del que es referente, el Partido de los Trabajadores (PT). Técnicamente la ley se lo impide -un candidato no puede estar condenado por la segunda instancia como lo está él-, pero su famosa tenacidad política dice lo contrario y su ingreso en prisión no le ha hecho perder su ventaja en las encuestas.

Si se presenta, se arriesga a que el Tribunal Electoral le vete, a él y a su número dos en la candidatura, Fernando Haddad, considerado la única alternativa que tiene el PT. Pero si no lo hace, consumará su derrota ante sus muchos enemigos en los poderes judicial y ejecutivo y ante los millones de brasileños dispuestos a votarle de nuevo.

Sin embargo, el panorama sin Lula es todavía más confuso.

No hay otro candidato que despierte las mismas pasiones que el expresidente: quien más se acerca es Jair Bolsonaro, un exmilitar de ideas de ultraderecha -por caso, defiende la dictadura brasileña (1964-1985), la tortura y la legalización de las armas-.

Algo parecido sucede con Marina Silva, la evangelista que se presenta por tercera vez a la presidencia y a la que no le va mal en las encuestas (10% en la última Datafolha) pero que pertenece a un partido demasiado pequeño como para ganar impulso.

No así el centrista Geraldo Alckmin, que va arrastrando los pies en las encuestas, pero es el favorito de los mercados y quien más aliados atrae. Su debilidad: es la encarnación del mismo establishment político que los brasileños buscan dejar atrás.

El fin de una era

Quien convenza a la mayoría de los 147 millones de votantes estará al frente de la mayor economía de América Latina (u$s2,2 billones), pero también tendrá en sus manos un gigante que acaba de pasar los peores cuatro años de su historia reciente.

La economía entró en 2014 en la peor recesión en décadas. La clase política, en medio del Lava Jato, está muy mal vista. Se agregan en este panorama innumerables juicios del caso Petrobras, el impeachment en 2016 a la última presidenta electa, Dilma Rousseff (del PT) y la mortífera impopularidad de su sucesor, el presidente Michel Temer, que ha oscilado entre el 5% y el 7% de imagen positiva el último año.

Todo este tiempo, Brasil ha sido una potencia descabezada.

La mayoría de sus dirigentes se ha limitado a esperar a la llegada de este día, el inicio de esta campaña, para moverse, informó elpais.com.

Mientras tanto, bajaron los salarios y subieron a números récord los índices de la violencia -más de 63.000 homicidios al año- y los presos de la cárceles -725.000 personas, un número solo es superado por otros dos países en todo el mundo-.

El desastre es tal que muchos han perdido el miedo a profesar nostalgia por la dictadura militar (1964-1984). Y Bolsonaro no es el único que aspira a rebañar este sentimiento: en las elecciones que empiezan ahora hay unos cien candidatos con pasado e ideas militares.

Un récord hasta la fecha para un país donde, en el Latinobarómetro del año pasado, solo el 13% de los ciudadanos dijeron estar a gusto con su democracia.

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