Se cumplen 27 años del secuestro de Macri: encierro en un ataúd y u$s12 millones para su liberación
La noche del 24 de agosto de 1991 será un momento en la historia del actual Presidente de la Nación que seguramente quiera pasar por alto.
En aquel entonces, cuando bajaba de su Peugeot 505 para entrar a su departamento, en Tagle al 2800, cuatro hombres lo secuestraron y lo hicieron vivir la peor pesadilla tras golpes, ataduras y el posterior encierro en un sotano en el Bajo Flores.
El lugar del hecho, que tiempo después el mismo Macri recononció, se encontraba en un taller sobre la avenida Garay y Chiclana, donde estuvo 12 días.

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En aquel entonces, Macri tenía 32 años y era conocido por ser hijo del poderoso empresario Franco Macri y vicepresidente de la Sociedad Macri (SOCMA), según relata Clarín.
Todavía no había llegado, ni se pensaba, que podía ser presidente de Boca Juniors, club al cual le dio muchas alegrías; y mucho menos que dejaría la actividad privada para pasar a la pública, primero como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y luego como Presidente de la Nación.
Cuando se produjo el hecho, quedó en claro desde el comienzo que no era un robo, el mismo Macri lo explicó tiempo después. Los secuestradores que lo interceptaron lo golpearon, desvistieron, maniataron con alambre y cinta adhesiva, encapucharon y obligaron a meterse en el ataúd donde no podía ni respirar.
Los delincuentes se habían organizado en tres vehículos: un Fiat 600, con el comisario Camilo Ahmed al volante y el sargento de la Federal Juan Carlos “El Pelado” Bayarri de copiloto, un Ford Falcon de color gris plomo conducido por ex carapintada Héctor Ferrer y una combi Volkswagen, donde estaba Macri dentro del ataúd.
Los secuestradores fueron los integrantes de la llamada "banda de los comisarios", policías que se conocieron en la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal en los años 70, de donde se nutrían habitualmente varios grupos de tareas de la dictadura.
Tras alrededor de media hora sobre la combi, la banda de secuestradores llevó a Macri al sótano de avenida Garay 2882, donde lo esperaba una habitación de 3x3 metros apodada "La caja".
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El propio Macri relató todo lo que le tocó sufrir en esos días de encierro: "Siempre vendado, me sacaron del ataúd y me llevaron caminando por la casa. Luego, abrieron una puerta y me arrojaron sobre una cama. Allí me colocaron unas cadenas en los tobillos, que estaban unidas a otra sujeta al suelo", contó.
Allí también había estado secuestrado cuatro meses el empresario Sergio Meller, quien fue raptado por la misma banda hasta que se pagaron 4 millones de dólares por su rescate.
Siempre vendado, me sacaron del ataúd y me llevaron caminando por la casa, luego me arrojaron sobre una cama y me colocaron cadenas en los tobillos
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Mientras tanto, la banda de secuestradores negociaba el pago del rescate con su padre, Franco Macri, que fue pautado en 6 millones de dólares.
El 5 de septiembre, finalmente el calvario terminaría: cerca de las 22, los secuestradores trasladaron a Macri de "La caja" al baúl de otro auto y manejaron por alrededor una hora.
Hubo primero más miedo ante una posible ejecución, pero luego alivio: Macri fue liberado en el Bajo Flores, cerca de la autopista Riccheri y Dellepiane. Allí, los secuestradores lo dejaron salir del auto con una venda en sus ojos y las manos atadas.
Tras su partida, el empresario pudo librarse y logró tomarse un taxi hasta su oficina personal, ubicada en Florida y Paraguay. Desde allí llamó a su familia para que lo vayan a buscar.
Actualmente, ninguno de los ocho condenados por el secuestro está preso. La banda cobró seis millones de dólares en efectivo -uno de los que llevó el dinero hasta un baldío de la Isla Maciel fue el amigo de Macri, Nicolás Caputo-, pero sólo se recuperaron dos.
"Fue toda una pesadilla. Algo en mí cambió para siempre", recordó el propio Macri tiempo después.