Por qué se regalan huevos o conejos de chocolate en Pascua
Chicos, medianos, grandes. Huevos y conejos. Todos de chocolates. Por estos días, las familias cristianas comienzan a prepararse para celebrar las Pascuas la próxima semana.
Pero ¿cuál es la relación de esta comida con la fecha religiosa? ¿Por qué se regalan huevos y conejos en una festividad que conmemora la resurrección de Jesús? ¿Y por qué son de chocolate?
Como suele ocurrir con la mayoría de fiestas cristianas, la Pascua tiene sus raíces en época pagana.
En la antigüedad, los pueblos del hemisferio norte (donde nace el cristianismo) celebraban en estos meses del año la llegada de la primavera según les indicaba el calendario lunar. Es decir, entre el 20 de marzo y el 25 de abril.
Meses en los que la nieve comienza a derretirse en el norte y surge el verde en los campos, las flores y se vive un renacer del mundo.
De aquellos años es que se mantiene al conejo como símbolo de fertilidad y al huevo como el comienzo del ciclo de la vida. Particularmente, el conejo era la forma en la que representaban la encarnación de Oester, la diosa de la primavera. Probablemente debido a su capacidad de procreación.
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No es casual que se mezclaran las culturas y liturgias sosteniendo un paralelismo entre el "renacer" pagano y la resurrección del mesías en el cristianismo.
Por esas épocas, además, en el cristianismo tenían prohibido comer cualquier carnes que no fueran de pescado, huevos y leche durante la Cuaresma. Así es que el domingo de Pascua regalaban todos los alimentos que habían producido y no fueron consumidos.
Recién a partir del siglo XVIII cuando la industria chocolatera, que consigue avances en el manejo y tratamiento de ese alimento empieza a vaciar los huevos frescos de Pascua y a rellenarlos de chocolate. Así nace la versión dulce de la ofrenda que hoy conocemos.
Entre los vanguardistas se encontraba Rudolph Lindt, alma inquieta y sibarita que a fines del 1800 descubrió que alterando el modo de producción se podía obtener un chocolate cremoso, agradable al paladar y que se derritiera en la boca.
Desde entonces, el sabor y la textura en cada uno de sus productos le han valido el reconocimiento del mundo. Un sabor que la compañía que fundó mantiene vigente con su exclusivo Gold Bunny, un dulce conejito de chocolate con leche, envuelto en fino papel dorado, con un delicado moño rojo y un pequeño cascabel.
Desde hace 67 años el Lindt Gold Bunny es un símbolo de la Pascua que sorprende y deleita al niño interior que llevamos dentro. Invita a jugar y a disfrutar en familia, a celebrar la alegría del encuentro.