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El mito de u$s10 millones bajo tierra y el trágico final de los dueños de la marca de zapatos Pepe Cantero

El triple crimen ejecutado por Alex Cantero conmocionó al país. Tras los asesinatos, empezó a cavar un pozo para encontrar supuesta fortuna que no apareció
04/02/2023 - 08:50hs
El mito de u$s10 millones bajo tierra y el trágico final de los dueños de la marca de zapatos Pepe Cantero

En la quinta de San Vicente la escena era tenebrosa. Los cuerpos tendidos de dos mujeres ejecutadas a balazos, a corta distancia, mientras compartían la sobremesa. Un hombre que se arrastraba por el parque, bajo un diluvio, hasta morir. Ladridos de perros que retumbaban en la silenciosa noche, como un eco del horror. Nada de eso perturbó a Alex Cantero. El joven de 18 años tomó una pala y comenzó a cavar un pozo alrededor del árbol de mandarinas. Estaba seguro que allí encontraría un tesoro de u$s10 millones enterrado por su abuelo, fundador de una de las zapaterías más famosas de país.

El triple crimen, cometido el 10 de enero de 2004, conmocionó al país. Después de intentar montar la escena de un robo y dar una coartada que se derrumbó en pocas horas, Alex confesó. Dijo que había planeado matar a su papá, a la pareja del hombre y a su abuela para quedarse con la fortuna que, estaba convencido, se escondía bajo tierra. Señaló como autor material del crimen a un vecino, Eugenio Gustavo "Tito" Muñoz.

La Policía fue hasta la casa del cómplice. Los agentes encontraron a Muñoz gravemente herido, con un corte en el cuello. Había intentado suicidarse, pero sobrevivió tras pasar varios días internado.

Ambos fueron condenados a perpetua cuatro años más tarde. Cantero sigue detenido en la cárcel de Campana, según confirmaron fuentes del caso a iProfesional. Muñoz se suicidó en 2022 mientras cumplía su pena en el penal de Florencio Varela.

La investigación completaría una trágica historia con todos los condimentos de la literatura policial: un pasado familiar exitoso y adinerado, una leyenda urbana nunca confirmada, un divorcio complicado y hasta la intervención de un pai umbanda.

Pepe Cantero, una marca de zapatos que revolucionó la moda

José Cantero, abuelo de Alex, comenzó fabricando carteras. Con los retazos de cuero que le sobraban, se le ocurrió forrar tacos e introducirse de a poco en el mundo de los zapatos. Su marca, "Pepe Cantero", creció y llegó a posicionarse como una de las más renombradas en los ’70 y ’80, con reconocidas actrices entre sus modelos.

En 2012 la marca "Pepe Cantero" se relanzó en el país

También incorporó la modalidad comercial de franquicias, poco explorada hasta ese momento en Argentina. "Llegó a tener 300 bocas a nivel nacional, con sucursales también e Puerto Rico y Chile", remarcó Julián Cantero, nieto del fundador y primo del autor del triple crimen, en 2012, durante el relanzamiento de la marca.

El derrumbe de "Pepe Cantero" llegó en los ’90, con la convertibilidad y la flexibilización de las importaciones, donde la competencia con los zapatos fabricados de Brasil se volvió imposible. En 1999 se decretó la quiebra de la empresa.

José murió tiempo después en un accidente automovilístico. Jorge Alberto (51), uno de sus hijos, dedicado a la venta mayorista de lavandina, se mudó a la quinta que la familia tenía en Primera Junta al 200, en la localidad bonaerense de San Vicente. Se instaló allí con su hijo Alex, con su mamá, Norma (78), y con su pareja, Giselle Edith Minod (34).

Una relación conflictiva

El vínculo entre Jorge y Alex no atravesaba el mejor momento. El joven no quería trabajar con su papá, quien le reprochaba su estilo de vida, y tampoco aprobaba la relación con su nueva pareja. Su mamá se había mudado a Córdoba.

Las discusiones eran cada vez más frecuentes y el dinero era uno de los puntos de conflicto. Alex comenzó a tomar por verdadera la leyenda urbana que circulaba en su barrio: creía que su abuelo había enterrado una fortuna en el parque de la quinta.

Los investigadores nunca tuvieron claro cuánto influyó en ese pensamiento Muñoz, 13 años mayor que el joven. Lo cierto es que juntos fueron a consultar a un pai umbanda que prometió ayudarlos a descubrir dónde estaba enterrado el dinero. A cambio les pidió u$s50.000 que le pegarían en caso de hallar el botín.

Alex confesó justo después del entierro de las víctimas, al que asistió custodiado por agentes de la Bonaerense

La zona marcada por los místicos poderes del pai fue una planta de mandarina ubicada cerca de un aljibe. Con el lugar señalado, sólo quedaba saber cómo excavar sin que la familia de Alex los descubriera. El plan ideado fue macabro: asesinar a todos y luego montar una falsa escena de robo.

La noche del triple crimen: perros encerrados y ejecuciones a sangre fría

El día elegido para cometer el triple crimen fue el 10 de enero. Alex esperó que su familia terminara de cenar y encerró a los cinco perros de la casa. Luego fue junto a su cómplice hasta el sector donde las víctimas miraban televisión. Nunca quedó claro quién apretó el gatillo, pero las pericias determinaron que los primeros disparos fueron contra Jorge, a corta distancia. Después atacaron a Giselle y Norma. A las dos las ejecutaron de un balazo en la cabeza.

Los asesinos no perdieron tiempo. Cavaron durante varias horas en busca de un tesoro que nunca encontrarían. Cerca de las 2.30 de la madrugada del 11 de enero decidieron parar. Pensaron en dejar todo como estaba y seguir en otro momento. Pero antes tenían que llamar a la Policía y denunciar los crímenes.

Al ser interrogado, Alex dijo que había ido junto a un amigo a pasear a Temperley y que al regresar a su casa se encontró con la sangrienta escena. Las contradicciones de su relato alertaron a los policías. Las dudas se convirtieron en certeza cuando en la mesa de luz de su habitación encontraron un casquillo de bala y manchas de sangre.

El joven insistió con su coartada. Junto a su cómplice habían pensando todo con la ilusión de no ser descubiertos. Convocaron a una pareja de conocidos y les pidieron que ese 10 de enero, cerca de las 14.30, viajaran hasta un shopping de Temperley, se quedaran paseando por la zona de juegos del centro comercial y regresaran hacia la noche. La única misión que tenían era traer los tickets que acreditaran todo ese recorrido. A cambio les dieron $25, unos u$s9 de ese momento.

La historia se deshizo cuando la pareja, acorralada por la Policía, confesó que había hecho el viaje por pedido de los acusados.

El derrumbe de "Pepe Cantero" ocurrió en los ’90, con la convertibilidad y la flexibilización de las importaciones

Confesión y condena

Sin opciones para seguir mintiendo, Alex decidió confesar. Fue justo después del entierro de las víctimas, al que asistió custodiado por agentes de la Bonaerense. Contó que había cometido el triple crimen junto a su amigo "Tito", a quien señaló como instigador y autor de los disparos.

Muñoz intentó suicidarse al enterarse que la Policía estaba en su casa. Un hermano lo encontró herido en su habitación. A su lado hallaron una bolsa con jabón en la que estaba escondida el arma utilizada en los homicidios.

Los dos acusados fueron condenados a perpetua en 2008. "Prepararon con antelación el escenario con un macabro plan, casi de película, para matar a tres personas y apoderarse de una suma de dinero fantasiosa o no. Ese fue el motivo que lo llevó a cometer una masacre despiadada. Pura codicia", concluyeron los jueces en su fallo.

El dinero supuestamente enterrado nunca fue hallado. El comisario Néstor Faidutti, a cargo de la investigación, reveló que la abuela de Alex habría mencionado en varias ocasiones la existencia de un "tesoro" escondido, aunque los investigadores concluyeron que podría ser una referencia a las cenizas de fundador de la zapatería, enterradas en esa quinta de San Vicente.

"Pepe Cantero contó con algunas propiedades que ha ido vendiendo con el correr del tiempo. Si hubiera algún atisbo de certeza de que había millones enterrados, antes de vender propiedades hubiera excavado la propiedad", concluyó Faidutti al ser consultado sobre la veracidad de esa hipótesis.

Los rumores sobre vecinos que se preparaban para tomar la quinta y buscar la fortuna tampoco se concretaron. La propiedad quedó en manos de una familia que la cuidó y mantuvo durante diez años, hasta poder escriturarla. Nunca más vieron a nadie de la familia Cantero.

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