• 16/5/2025

Murió el papa Francisco: su pontificado reconfiguró el rol de la Argentina en la historia global

Jorge Bergoglio, de 88 años, había estado internado y venía de mostrarse ante los miles de fieles. Falleció este lunes a las 7.35, en Roma
21/04/2025 - 14:49hs
Murió el papa Francisco: su pontificado reconfiguró el rol de la Argentina en la historia global

El papa Francisco falleció este lunes a los 88 años, según anunció el cardenal Kevin Farrell, camarlengo del Vaticano.

"Queridos hermanos y hermanas, con profundo pesar debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco", declaró en un comunicado. 

El papa había salido recientemente de una prolongada hospitalización tras padecer una neumonía grave que lo mantuvo ingresado durante 38 días, hasta su alta médica el pasado 23 de marzo. Según fuentes vaticanas, había estado en estado delicado y había enfrentado dos episodios críticos de salud durante el año.

A pesar de su convalecencia, el domingo participó brevemente en la misa de Pascua y dirigió la tradicional bendición "Urbi et Orbi" desde el balcón de la basílica, donde deseó a los fieles un "feliz domingo de Pascua" y llamó a la "libertad de pensamiento y a la tolerancia" en su mensaje al mundo.

Jorge Bergoglio: un pontificado que reconfiguró el rol de la Argentina en la historia global

El 13 de marzo de 2013, el anuncio desde el balcón central de la Basílica de San Pedro marcó un hecho inédito para la Iglesia Católica y para la Argentina: por primera vez en más de dos mil años, el Sumo Pontífice sería un latinoamericano, un jesuita y un argentino. Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires en 1936, se convirtió en el Papa Francisco y su elección representó un giro geopolítico, cultural y pastoral en el liderazgo del Vaticano. A más de una década de ese acontecimiento, se delinean los elementos centrales de su legado y de su impacto global, así como la relación con su país de origen.

Jorge Bergoglio nació en una familia de inmigrantes piamonteses. Era el mayor de cinco hermanos. Su padre trabajaba en el sistema ferroviario y su madre era ama de casa. La influencia de su abuela Rosa, especialmente en los aspectos religiosos y culturales, fue significativa en su formación espiritual. A los 21 años ingresó al seminario de la Compañía de Jesús, y fue ordenado sacerdote en 1969. Su carrera dentro de la orden jesuita fue tempranamente ascendente: en 1973 fue designado provincial en Argentina y luego rector del Colegio Máximo de San Miguel.

Durante la década de 1990, vivió un período de aislamiento en Córdoba, desempeñando funciones como confesor. Esta etapa es considerada por algunos analistas como una instancia de repliegue institucional, atribuida a tensiones internas en la orden.

En 1992, fue llamado por el entonces arzobispo Antonio Quarracino para integrarse a la estructura episcopal de Buenos Aires. En 1998, tras la muerte de Quarracino, Bergoglio fue designado arzobispo y posteriormente, en 2001, creado cardenal por el Papa Juan Pablo II.

Perfil pastoral y posicionamiento internacional

Como arzobispo de Buenos Aires, su estilo pastoral priorizó la cercanía con sectores vulnerables. Se destacó en la promoción de la llamada "Pastoral Villera", con foco en barrios populares del conurbano bonaerense. Su trabajo en esta línea tuvo visibilidad dentro y fuera del país.

A nivel internacional, su participación como expositor en el sínodo episcopal de 2001 y, especialmente, como coordinador del documento de Aparecida en 2007 –durante la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano– consolidaron su reconocimiento entre obispos y cardenales del continente.

Este documento marcó una línea de acción eclesial centrada en la evangelización desde las periferias y en la opción preferencial por los pobres, conceptos que posteriormente formarían parte de su programa pontificio.

Relación con la dirigencia argentina

Durante su etapa como cardenal, su vínculo con los gobiernos argentinos fue fluctuante. En particular, la relación con los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández estuvo signada por tensiones discursivas y distancias institucionales. Las críticas de Bergoglio hacia ciertos aspectos de la gestión política, como el tratamiento de la pobreza y la confrontación social, generaron fricciones con el Poder Ejecutivo. También se opuso públicamente al proyecto de legalización del matrimonio igualitario, aprobado en 2010, lo que intensificó las diferencias con sectores del oficialismo de entonces.

Pese a estas tensiones, la elección de Bergoglio como Papa fue reconocida por las autoridades nacionales y motivó gestos de acercamiento institucional, entre ellos la visita de la entonces presidenta a la Santa Sede pocos días después de la asunción.

El camino hacia el Vaticano: el primer Papa no europe

En los días previos al cónclave de 2013, su nombre no figuraba entre los principales candidatos mencionados por analistas y medios internacionales. La renuncia de Benedicto XVI abrió una instancia excepcional, que culminó en la elección de Bergoglio como el Papa número 266. Su designación fue interpretada como un gesto de apertura hacia nuevas regiones y sensibilidades dentro del catolicismo, con especial atención a América Latina.

Su elección significó también la ruptura de varias tradiciones: fue el primer Papa no europeo en más de 1.200 años, el primero perteneciente a la Compañía de Jesús y el primero en adoptar el nombre Francisco, en referencia a San Francisco de Asís, lo que delineó su enfoque pastoral centrado en la humildad, la ecología integral y la reforma de la Iglesia.

El pontificado de Francisco introdujo transformaciones en el funcionamiento de la Curia Romana, promovió cambios en la relación con otras religiones y consolidó una diplomacia vaticana orientada al diálogo, con intervenciones en conflictos internacionales, como el proceso de acercamiento entre Estados Unidos y Cuba.

En lo doctrinal, impulsó una mirada integradora respecto de temas como la familia, el ambiente y la justicia social, aunque también enfrentó críticas internas por parte de sectores conservadores que cuestionaron su estilo de gobierno y sus reformas.

En Argentina, el debate sobre su rol durante los años 70 fue objeto de controversias. A partir de su elección papal, diversos investigadores y testimonios aportaron datos que contextualizan su accionar durante la dictadura militar, señalando que, en varios casos, intercedió en favor de perseguidos.

Las reformas de Francisco durante su papado

En momentos en que la Iglesia era blanco de críticas, Francisco asumió su papado y avanzó en el reordenamiento interno de la curia, la transparencia administrativa y la apertura de las estructuras vaticanas para una mejor representación de la iglesia universal.

Inmediatamente creó un Consejo de Cardenales que lo asesoraría en el gobierno de la Iglesia, con el objeto de que "los episcopados del mundo se vayan expresando en el mismo gobierno de la iglesia", como explicó. El objetivo fue el saneamiento de las finanzas vaticanas -motivo de una larga sucesión de escándalos-; decisión que no tardó en activar los lobbies a los que se había referido en la primera conferencia de prensa en el vuelo de regreso de Río de Janeiro (septiembre de 2013), cuando ante la pregunta por la existencia de un lobby gay, respondió que todos los lobbies eran "un problema", como "el lobby de los avaros, de los políticos o de los masones".

En torno a la reforma económica estos grupos se activaron de inmediato. George Pell, el cardenal australiano al que Bergoglio ungió como una suerte de ministro de economía y que contrató una auditoría externa para las finanzas vaticanas a fin de garantizar una total transparencia, fue víctima de una falsa denuncia por abuso -que le llevó tres años (uno en prisión) desmontar-.

Esta tarea de reforma siguió de un modo más discreto o más alejado de la atención mediática, pero no menos disruptivo: lo prueban precisamente las operaciones que cada tanto trascienden. Una de las últimas fue el intento de atribuir críticas póstumas a Francisco por parte del papa emérito Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre de 2022, y con quien Bergoglio, contra todo pronóstico malintencionado, convivió de modo armónico durante casi todo su papado.

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