Atención con los anteojos con flitro de luz azul: qué dice la ciencia sobre esta tendencia
De Drew Barrymore a Mark Zuckerberg, del delantero Erling Haaland al futbolista Marcos Llorente, cada vez más celebridades y deportistas suman un nuevo accesorio a su rutina digital: los anteojos con filtro de luz azul. Este producto promete cuidar la vista, mejorar el descanso y optimizar el rendimiento frente a las pantallas. En redes, se presenta como una herramienta de bienestar visual indispensable. Pero los especialistas advierten que la mayoría de esas promesas no tienen respaldo científico.
"La luz azul es simplemente una parte del espectro de luz visible que el ojo humano puede percibir, como el rojo, el verde o el amarillo", explica el doctor David Diamint, médico oftalmólogo especialista en catarata, retina y vítreo del Hospital Italiano de Buenos Aires (MN 123.465 / MP 453.069). "Tiene la longitud de onda más corta y, por lo tanto, transporta más energía. Su fuente principal, la más potente de todas, es el sol".
Entonces, ¿por qué se habla tanto de ella últimamente? Según Diamint, hay dos motivos principales.
El primero es su impacto en el sueño: "La luz azul, especialmente la del sol, es la señal principal que recibe nuestro cerebro para saber que es de día y que debe estar despierto", señala. El segundo, la exposición artificial constante: "Vivimos rodeados de pantallas —celulares, tablets, computadoras— y luces LED que también emiten luz azul. La preocupación surge cuando esa señal de ‘estar despierto’ llega a las once de la noche o se repite durante muchas horas seguidas".
El especialista aclara que el problema no es la toxicidad —"esa palabra es exagerada y no está respaldada por la evidencia científica"—, sino la interferencia biológica. "No es un veneno, es una señal que llega fuera de contexto. El verdadero efecto no está en los ojos, sino en cómo altera los ritmos biológicos naturales", apunta.
Incluso en un día nublado, la cantidad de luz azul que recibimos del sol es cientos de veces superior a la que emite una pantalla. Pero mientras la luz solar cumple un rol regulador en el organismo, las pantallas tienden a aparecer en el peor momento: de noche. "Si a las diez u once de la noche exponemos nuestros ojos a la luz brillante de una pantalla, el cerebro recibe el mensaje equivocado: ‘¡Sigue siendo de día!’", explica Diamint. Ese mensaje retrasa la liberación de melatonina, la hormona que induce el sueño. "Y como resultado, cuesta más dormirse y el descanso se vuelve menos reparador".
Anteojos con filtro azul: entre la moda, el marketing y el efecto placebo
Los anteojos con filtro de luz azul —también llamados blue block— se venden como una barrera frente a la luz artificial. En los últimos años, se convirtieron en tendencia global impulsada por figuras públicas, gamers y creadores de contenido. "Es una combinación de moda y marketing", afirma Diamint. "La idea de que un filtro protege el ojo o mejora el rendimiento resulta muy atractiva, sobre todo si lo usa un atleta o un influencer. Pero no hay evidencia de que prevenga enfermedades oculares ni de que evite daños en la retina".
Según la Academia Americana de Oftalmología, la luz azul de las pantallas no causa daño permanente ni genera enfermedades. Los síntomas de cansancio visual —dolor de cabeza, sequedad o visión borrosa— se deben más bien a la fatiga del enfoque y a que parpadeamos menos frente a los dispositivos. "El único beneficio con cierto sustento científico es el posible impacto positivo en el sueño, si se usan de noche", agrega el médico.
Aun así, muchos usuarios aseguran que los anteojos les brindan alivio. "El efecto placebo es muy poderoso", reconoce Diamint. "Si una persona invierte dinero en algo que cree que la ayudará, probablemente sienta una mejoría subjetiva. Eso no es malo: el confort es importante, pero debemos distinguirlo de un beneficio biológico comprobado".
Aunque no existe una indicación médica formal, Diamint considera que estos lentes podrían tener sentido en algunos casos puntuales. "En personas que pasan más de ocho horas diarias frente a pantallas y refieren fatiga visual, o en pacientes con insomnio, pueden ser una opción razonable. En ese último caso, lo ideal es usarlos durante las dos horas previas a dormir, para no interferir con la melatonina", sostiene.
En Argentina, los anteojos con filtro de luz azul se consiguen en ópticas y tiendas online, con precios que van desde los $50.000 hasta los $450.000, según la marca y la graduación. No requieren receta médica y se pueden añadir a cristales recetados como tratamiento adicional.
También existen versiones ámbar o amarillas, que sí tienen respaldo para usos específicos. "Los lentes de tonalidad amarilla aumentan el contraste y reducen el deslumbramiento. Son útiles para conducir con niebla, esquiar o para ciertos cuadros de enfermedades retinianas. Pero no deben confundirse con los filtros transparentes que se venden como anti-luz azul", aclara.
Qué sí ayuda a cuidar la vista
Para cuidar la salud visual, el especialista recomienda centrarse en hábitos simples y efectivos. "Lo más importante no es un filtro, sino los buenos hábitos", afirma. Entre ellos, destaca la regla del 20-20-20: cada 20 minutos frente a la pantalla, mirar un objeto a 20 pies (unos seis metros) de distancia durante 20 segundos. "Esa pausa relaja el músculo del enfoque y reduce el cansancio ocular".
También aconseja parpadear conscientemente, ya que frente a las pantallas lo hacemos menos de la mitad de lo normal. "Eso seca los ojos y produce molestia. Parpadear más o usar lágrimas artificiales puede ser mucho más eficaz que un filtro". Además, sugiere ajustar el brillo de las pantallas, mantener la ergonomía adecuada y asegurarse de usar la corrección óptica correcta: "Muchos de los síntomas que la gente asocia con la luz azul se deben simplemente a que necesitan anteojos y no lo saben".
El futbolista Marcos Llorente afirmó en redes que filtrar la luz azul "es clave para proteger su biología"; Erling Haaland y Drew Barrymore también los usan. Incluso Mark Zuckerberg confesó que los adoptó para mejorar su descanso y concentración.
Sin embargo, y más allá de la popularidad, los expertos coinciden: los anteojos con filtro de luz azul no son un fraude, pero tampoco una solución mágica. Pueden ofrecer comodidad o una sensación subjetiva de alivio, pero la ciencia aún no los avala como herramienta médica. "La luz azul no es el enemigo", concluye Diamint. "Antes de gastar en un filtro, lo mejor es consultar al oftalmólogo y cuidar los hábitos cotidianos".