Explosión en Ezeiza: la controvertida empresa Iron Mountain, otra vez bajo la mira
El interlocutor, funcionario de Karina Milei, frunció la nariz como si hubiera olido a papel quemado cuando el cronista le dijo "parece que se quemó Iron Mountain, otra vez".
Su respuesta fue, "no podemos descartar nada y nuestra gente está en Ezeiza tomando nota de lo que ocurrió", explicó para reafirmar que la sospecha de la duda permanecerá como una nube tóxica, durante toda la investigación que se realice, para deslindar responsabilidades tras la desastrosa explosión en un parque industrial de Spegazzini en la localidad de Ezeiza que dirige la familia Granados con mano de hierro.
Ser vecino de Iron Mountain parece ser peligroso. Es increíble, pero solo bastará señalar las causas que se perdieron con el fuego de la tragedia de Barracas en 2015 durante la gestión del PRO en la ciudad y la pérdida de vidas de valientes bomberos de la policía federal que hicieron lo posible por proteger a los vecinos y a sus patrimonios del depósito incendiado. .
Los bomberos no olvidan. Pasan los años y persiguen justicia por sus compañeros, como debe ser.
En 2015, iProfesional informaba que a raíz de pericias judiciales, se determinó que el incendio de Iron Mountain, en el depósito de Barracas había sido intencional. Según los peritos, en el lugar donde se inició el fuego, se encontraron conexiones de dispositivos que generaron calor, restos de sustancias combustibles, tanques previstos para contingencias sin agua, el sistema contra incendios con fallas y obstrucciones en los dispositivos de riego.
Años antes, inspectores del gobierno porteño habían denunciado irregularidades en la seguridad del depósito de Iron Mountain y solicitudes de clausura por diferentes irregularidades como falta de extinguidores y mucha cantidad de material inflamable acopiado, entre otras falencias.
Pero lo peor estaba por venir. La Justicia determinó, en 2015, que existían intenciones de incendiar el depósito de Iron Mountain para hacer desaparecer documentos vinculados al lavado de dinero. Cuatro meses antes de que el fuego arrasara con todo, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), hoy ARCA, había allanado oficinas y locales de la empresa por una investigación de lavado de dinero, fuga de capitales y evasión de impuestos. La empresa fue responsabilizada por las muertes ocurridas el día del incendio.
Mientras tanto, en Ezeiza, a los Granados no se les ocurrió mejor idea que aprobar un depósito de la siempre riesgosa Iron Mountain, cerca de una compañía química, Logischem, donde se habría originado el fuego del viernes 14 de noviembre, y de la empresa Flamia, que almacena materiales altamente inflamables y que solo la voluntad y el profesionalismo de las fuerzas de seguridad, de Defensa Civil y de los bomberos, lograron lo imposible: evitar que el fuego provocara una destrucción mayor y propalara por el aire material contaminante que podría poner en riesgo la salud de la población.
Además, un poco más alejado, en el denominado "polígono" industrial de Spegazzini se encuentra la fábrica de pinturas Sinteplast y la planta de Molinos Cañuelas. Si el incendio hubiera alcanzado esas naves industriales, la catástrofe hubiera sido completa.
La postura del Gobierno ante la explosión
El azar no parece entrar en el despacho principal de la Casa Rosada. El Presidente aguarda por definiciones de su equipo para comprender qué ocurrió en Ezeiza y afinar la relación entre Iron Mountain y estos hechos que incluyen focos ígneos masivos.
Iron Mountain es una empresa de origen estadounidense, reputada y que nació de los temores de la "guerra fría" de las décadas del '50, 60 y 70 del siglo pasado, cuando se enfrentaban dos modelos de producción diferentes por el dominio mundial. Siempre estuvo dedicada a la guarda y al depósito de archivos altamente sensibles. Una empresa privada y con clientes estatales.
Radicada en Boston, fue fundada en 1951 por Herman Knaust, un productor de hongos que vio su oportunidad durante la guerra fría y los riesgos de que se produzca otro "hongo" destructivo en suelo estadounidense y no japonés. Knaust pensó en proteger información corporativa de ataques nucleares y otros desastres típicos de la literatura de ciencia ficción y su visión fue exitosa.
Hasta antes de la pandemia de covid-19 sus prestaciones alcanzaron a más de 156 mil clientes en América del Norte, Europa, América Latina y Asia. Ocupó el puesto 721 en el ranking de las mil empresas estadounidenses de mayores ingresos elaborado por la revista Fortune y desembarcó en Argentina en el año 2000 tras adquirir y fusionar a CADA Storage con Box Security, empresa que venía ofreciendo el mismo servicio. Desde entonces, el 98,8 por ciento de la subsidiaria argentina es propiedad de Iron Mountain South America LTD, que en 2013 se trasladó a Luxemburgo, uno de los más populares paraísos fiscales del planeta.
En 2000, en la Ciudad de Buenos Aires, había asumido Jorge Telerman, tras la debacle de Anibal Ibarra por otro incendio, Cromañon. Pero el verdadero crecimiento local de la empresa llegó con las gestiones macristas.
La empresa fue parte del Distrito Tecnológico de Parque Patricios, pese a que sus servicios no tienen nada de tecnológico. Esto le permitió gozar de una exención impositiva por contar con una sede dentro del área delimitada. También fue premiada por Mauricio Macri en 2009, por ser una de las tres primeras firmas en el Registro de Empresas TIC de la CABA. Carlos Pirovano, subsecretario de Inversiones de la Ciudad, que ocupó diversos cargos en el banco HSBC entre 1994 y 2007, fue el ideólogo del plan que otorgó exenciones impositivas a la empresa.
Pirovano, al igual que su jefe Francisco Cabrera, fueron ejecutivos de Máxima AFJP, la administradora de fondos de jubilación y pensiones del HSBC. El banco guardaba en el depósito de Barracas 25 mil cajas con archivos que se esfumaron bajo las lenguas de fuego justo en el momento en que había estallado el escándalo por las 4040 cuentas reveladas por el ex-informático Hervé Falciani.
La revista Crisis y el periodista Pablo Rodríguez, anotaron que "Más de una veintena llevaban el rótulo "lavado de dinero", "lavado de dinero premier" y "blanqueo". En las causas por evasión, la AFIP, la UIF y la Comisión Nacional de Valores le solicitaron documentación pertinente al banco". La respuesta oficial fue que "la documentación requerida se encontraba en Iron Mountain" y no contaban con una constancia de lo perdido, ni tampoco con un backup. José Sbatella, ex titular de la Unidad de Información Financiera, denunció que el verdadero motivo del incendio fue borrar los comprobantes de movimientos bancarios sospechosos.
La lista de empresas con material en custodia en el explosivo galpón incluía también documentos de Cablevisión, Edenor, IRSA, Alto Palermo, Swiss Medical, Banco Patagonia, Banco Santander Río, Monsanto, Telered Imagen, Banco BNP Paribas, Deloitte, GlaxoSmithKline y Exxel Group, Pago Fácil, entre otras.
Cuesta creer, pero el show televisivo de Ripley lo hubiera incluido en su "aunque usted no lo crea". Hubo otro capítulo poco azarozo. Otro incendio.
El lunes 24 de abril de 2023, por la tarde, el depósito volvió a arder. El mismo. Esta vez sin lamentar muertos, pero sí pérdidas materiales: cinco autos que estaban afuera fueron aplastados por el derrumbe de las paredes. Aún se desconocen las causas de este último incendio de Iron Mountain. En sus más de 70 años de vida la empresa lleva 26 incendios, algunos de ellos ocurrieron en la misma ciudad en un plazo muy corto de tiempo.
Y, ahora, o se trata de una maldición de fuerzas ocultas, o de maquiavélicas conspiraciones, o de accidentes irresponsables en una planta química poco cuidada y peor habilitada o lo que fuere, un nuevo depósito de Iron Mountain convierte su archivo en papel quemado. En cenizas que nadie podrá reconstruir.
En el gobierno no descartan nada. Viven sospechando de todo y de todos. Los hermanos Milei no compran ninguna versión, pero están atentos a todas y cada una de ellas.