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Ni en 22° ni en 24°: en qué temperatura hay que poner el aire acondicionado para gastar menos electricidad

Especialistas revelan por qué los 24 grados ya no son el límite para ahorrar. El truco clave para bajar el consumo y evitar facturas impagables
Por P.L.
22/12/2025 - 08:48hs
Ni en 22° ni en 24°: en qué temperatura hay que poner el aire acondicionado para gastar menos electricidad

Con la llegada de las altas temperaturas y los recientes ajustes en los cuadros tarifarios de energía, el uso del aire acondicionado se convirtió en una preocupación central para el presupuesto de los hogares argentinos. Encontrar el punto exacto donde el equipo enfría sin disparar el consumo es el gran desafío de la temporada de verano.

Históricamente se instaló el mito de que los 24 grados eran la frontera del ahorro, pero nuevos análisis técnicos y recomendaciones de especialistas sugieren que esa cifra ya no es la más eficiente. Ajustar el termostato de manera estratégica no solo alivia el bolsillo, sino que también evita el colapso del sistema eléctrico durante las jornadas de calor extremo.

Aire acondicionado: el nuevo número clave para ahorrar en la factura de luz

Aunque la recomendación tradicional siempre apuntó a los 24 grados, los expertos en eficiencia energética aseguran que para maximizar el ahorro lo ideal es programar el aire acondicionado en 25 o 26 grados. Este pequeño cambio, que parece insignificante para el confort personal, representa una diferencia sustancial en el esfuerzo que debe realizar el motor del equipo.

La clave reside en la amplitud térmica. Cuando la temperatura exterior supera los 35 grados, el equipo debe trabajar de forma ininterrumpida para intentar alcanzar los 24. Al subir el termostato a 25 o 26, el compresor logra cumplir su ciclo de enfriamiento mucho más rápido, permitiendo periodos de descanso que reducen drásticamente el consumo de kilowatts. Se estima que cada grado de diferencia hacia arriba puede significar un ahorro de entre el 7% y el 10% en el gasto mensual de electricidad.

Además, poner el aire en una temperatura excesivamente baja (como 18 o 20 grados) con la idea de que "enfríe más rápido" es un error común. El equipo enfriará a la misma velocidad independientemente de la temperatura seteada, pero al poner un número tan bajo, el motor nunca se detendrá, generando un gasto innecesario y un desgaste prematuro de la unidad.

Por qué el aire acondicionado debería estar a 25 o 26 grados en verano

  • Estas temperaturas evitan los cambios bruscos de temperatura, que suelen generar encendidos y apagados periódicos del equipo.
  • Mantiene un confort térmico del ambiente a refrigerar, porque la clave es la diferencia con la temperatura exterior y no congelar la casa.
  • Trabaja menos exigido el compresor, que es lo que más energía consume.
  • Se puede ahorrar entre un 20 y 30% de energía.

Aire acondicionado: trucos para potenciar el rendimiento del equipo

Para que el aire en 25 o 26 grados sea suficiente para mantener el ambiente agradable, existen trucos complementarios que optimizan la refrigeración sin gastar más. El primero de ellos es el uso de ventiladores de techo o de pie. Estos dispositivos consumen una fracción mínima de energía y ayudan a circular el aire frío que tiende a acumularse cerca del suelo, mejorando la sensación térmica en hasta 3 o 4 grados.

Otro factor determinante es el estado de los filtros. Un aire acondicionado con los filtros tapados de tierra debe esforzarse el doble para absorber el aire del ambiente, lo que eleva el consumo incluso si está en una temperatura de ahorro. Limpiarlos manualmente con agua fría una vez al mes es una tarea sencilla que garantiza que el equipo trabaje de forma fluida.

Finalmente, el aislamiento del ambiente es vital. Mantener las persianas bajas durante las horas de sol directo y cerrar las puertas de las habitaciones que no se están utilizando evita que el "frío se escape". En Argentina, donde las olas de calor son cada vez más frecuentes y prolongadas, adoptar estos hábitos de consumo responsable es la única manera de disfrutar del verano sin que la factura de luz se vuelva impagable.

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