Nuevo presidente de Banco Central mantendría el equipo de comunicación para contrarrestar los problemas de imagen por los permanentes cambios
Pese al inesperado cambio de jefe del banco central, el nuevo presidente de la entidad monetaria argentina, Martín Redrado, contaría con el asesoramiento en comunicación institucional de una profesional que superó las últimas cuatro tormentosas presidencias y que ayudó al BCRA a ser un factor de estabilidad en un país esencialmente inestable.
Se trata de la ex periodista de El Cronista Norma Nethe, que, pese a no haber podido ser ubicada por este servicio, es muy probable que siga al frente de la comunicación institucional de la entidad.
Redrado, que hasta ahora había realizado una eficiente tarea como encargado comercial de la Cancillería, fue designado sorpresivamente el viernes, luego de que el presidente Néstor Kirchner decidiera reemplazar al prestigioso Alfonso de Prat Gay.
El joven financista no estaba de acuerdo con el nuevo directorio del BCRA designado íntegramente entre el Presidente y el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y además tenía serias disidencias con la estrategia de negociación de la deuda en default por parte del gobierno argentino.
Si bien Prat Gay fue imprudente en creer que podía evitar ser "cercado" por Kirchner y Lavagna, lo cierto es que el gobierno lo impulsó a protestar para luego echarlo.
Por este motivo, la comunicación va a ser clave en la gestión de Redrado al frente del BCRA, ya que la imagen que dio al mundo este abrupto cambio en la institución, por parte del gobierno, es un nuevo factor que siembra dudas sobre la independencia de la entidad monetaria y, por lo tanto, sobre la estabilidad de la economía Argentina.
Redrado, que asumirá el próximo jueves, es un economista muy consciente de la importancia de tener una buena imagen y del rol de la comunicación. De hecho es famoso por haber impulsado su carrera sobre la base de una buena estrategia de comunicación.
Una de las primeras reuniones del economista que fuera llamado durante el gobierno de Carlos Menem "golden boy", este fin de semana, fue con Armando Torres, el asesor de prensa y vocero del ministro Lavagna.
A Torres, entre otras cosas, Redrado le pidió asesoramiento en materia de comunicación y evaluación del personal de PR que encontrará en el BCRA.
Periodistas del ámbito económico aseguran que Torres le recomendó muy especialmente seguir trabajando con Nethe, con quien, pese a las constantes, aunque naturales, tensiones entre el BCRA y el Palacio de Hacienda, mantiene muy buena cooperación.
Nethe también cuenta con buena relación con el resto del directorio del BCRA, lo que sería un plus adicional.
De todos modos, no se descarta que Redrado pueda nombrar a un vocero de confianza que pueda sostenerse en la estructura liderada por Nethe.
Sin embargo, no se descarta tampoco que el nuevo director designado Miguel Pesce, hace poco designado titular de la Sindicatura de la Nación, antes funcionario de la intervención en Santiago del Estero y bastante antes integrante de la primera gestión de Aníbal Ibarra en la ciudad, se convierta en vicepresidente y algo así como vocero alternativo.
Pesce, el hombre que renegoció la deuda de la ciudad de Buenos Aires, es fiel tanto al presidente Kirchner como al ministro Lavagna, por lo tanto, segundo ideal de Redrado en un gobierno que descree de la independencia del banco central.
Nethe, llegó al cargo durante la gestión de Roque Maccarone, en 2001.
Ella, junto a otros funcionarios de comunicación del BCRA, como Carlos Otero, fueron probados a lo largo de las crisis que sufrió la economía argentina en los últimos años, como el "corralito", la devaluación, la confiscación de depósitos, el control de cambios, los interminables feriados cambiarios y las tremendas escapadas del precio del dólar.
Este hecho demuestra que, cuando se trata de ir a lo seguro, Maccarone, Mario Blejer y Aldo Pignanelli, al igual que Prat Gay, apostaron a conservar su probado equipo de comunicación.
Casi una parábola de lo que deben hacer los presidentes con el presidente de la institución si quieren asegurarse la confianza de los inversores en un país en el que se duda de la independencia de los poderes y la calidad de sus instituciones y que permanentemente cambia las reglas de juego.