Los nombres de las asociaciones civiles y otros desatinos
La Inspección General de Justicia dio a luz hace ya meses una resolución 6/04 relativa a las asociaciones civiles y fundaciones que, en lo que ahora nos interesa, dispone que la denominación debe estar expresada en idioma nacional.
Como esta exigencia se aplica a las nuevas entidades, pero también a las ya existentes, cuando se encuentren en un trámite de reforma de estatutos, se generará sin duda un gran debate cuando River Plate, Racing Club, All Boys o Chaco For Ever deban cambiar sus denominaciones por Río de la Plata, Club de Carreras o Chaco para Siempre, todas ellas protectoras de la cultura nacional y de la integridad de la lengua pero sin duda complicadas para entonar los cánticos con los que nuestros inspirados vates tribuneros suelen alentar a sus players, perdón, jugadores.
Advertirá el lector la dificultad que se generará también en las letras de las canciones partidarias; así la de los millonarios deberá decir "Río de la Plata tu grato nombre derrotado o vencedor…"; o el caso de los Jóvenes de la Boca, que por suerte fueron previsores y por ello su canción lo califica de "gran campeón del balompié", evitando así la utilización de la forma anglosajona de denominar al más popular de los deportes.
Algunos casos dudosos deberán ser resueltos por la autoridad, y seguramente lo hará protegiendo nuestra integridad cultural e idiomática. Por ejemplo: ¿Qué hacer con Harrods-Gath & Chaves? No sería admisible que pasara a llamarse Jumbo-Disco porque necesitaría la autorización de la Comisión de Defensa de la Competencia y seguramente lo prohibiría el juez federal de Mendoza; mi madre propone La Piedad-Casa Lamota para rememorar las viejas grandes tiendas de capital nativo que se oponían a la invasión extranjerizante.
Otro es el del club de rugby Alumni; el latín ¿es un idioma extranjero o sólo una lengua muerta? Seguramente la autoridad valorará que los romanos que lo hablaban eran partidarios de las guerras preventivas y de las otras con las que concretaban su vocación imperialista, de modo que como en esta materia no hay que hacer excepciones que permitan la menor afectación de nuestro ser nacional, la denominación tendrá que ser ajustada a la luminosa resolución 6/04.
Y no se les ocurra sostener que están registrados en otra jurisdicción porque entonces serán declarados un club en fraude a la ley y el señor Castrilli organizará sus partidos los martes a las 3 de la mañana, de modo de evitar que sus belicosos centuriones se enfrenten con los de la Deportiva Francesa que encabezados por Asterix tienen un partido a sólo 43 kilómetros de distancia y se pueden cruzar en una esquina de Berazategui.
Otra hipótesis difícil es Newell’s Old Boys; porque si bien Old Boys es fácil de traducir al castellano, no se avizora que los descendientes del señor Newell acepten cambiar su apellido por Rodríguez o García. Tampoco podrá "í‘uls" invocar estar constituido en Rosario, porque un empleado de la IGJ ha ido a tocar el timbre a la AFA –emplazada en el porteño barrio de Tribunales– y le han confirmado que está afiliado, con lo cual a poner el nombre en remojo.
Es relevante también la cuestión de los clubes off shore frente a la problemática de los actos aislados que desvela hoy a nuestra doctrina y jurisprudencia.
El caso es: ¿Si Peñarol juega más de cuatro partidos en el año en territorio nacional, debe o no inscribirse ante la IGJ para poder cobrar su parte de la recaudación?
Es un tema al que se enfrentan nuestros protectores y que seguramente pronto dará lugar a unas doce o trece resoluciones; fuentes generalmente bien informadas han dejado entrever que una de ellas establecerá que las boleterías deberán dejar constancia del nombre, apellido, domicilio real y constituido dentro del radio de la cancha de cada comprador de entradas, con discriminación de si es popular o platea, incluyendo la numeración de los billetes con que se paga cada ticket (vade retro, se me escapó otra palabra en inglés…) y para evitar el lavado de dinero por esta vía se prohibirá el pago con monedas.
Disculpen los lectores que haya tomado este tema con un poco de humor, pero es la única manera que encuentro para soportar tanta inútil demostración de poder que se manifiesta a veces en nimiedades pero que anuncia el peligro que se cierne sobre nuestras libertades.