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Otro "deja vu" de los '90: los economistas ya debaten "cómo se sale" del atraso cambiario sin provocar un trauma social

Cobra fuerza la idea de que, aun si el Gobierno quisiera, no podría desarmar el "cepo" por las distorsiones de la economía. Pronósticos de los analistas
23/10/2012 - 10:04hs
Otro "deja vu" de los '90: los economistas ya debaten "cómo se sale" del atraso cambiario sin provocar un trauma social

En estos tiempos de atraso cambiario, los funcionarios kirchneristas se esfuerzan en destacar las diferencias entre el momento actual y otros de notoria apreciación del peso, como el de la convertibilidad de los años ‘90

Pero, más allá de la controversia, hay al menos un elemento que indiscutiblemente emparenta a estos dos momentos históricos: la preocupación de los analistas respecto a "cómo se sale". Y ya empiezan a esbozar alternativas que permitan evitar una situación traumática.

Cuestiones como hasta dónde las empresas podrán soportar la erosión de su competitividad y sobre cómo se financiará la inversión que el país necesita, volvieron a formar parte del debate. Y, sobre todo, el fantasma de que en algún momento llegue una brusca corrección por vía devaluatoria empieza nuevamente a flotar en el ambiente.

Es bastante gráfico al respecto un análisis de la consultora Ledesma, que plantea que, tanto hoy como en los '90, la política monetaria es pasiva. Es decir, que el Banco Central no toma las decisiones libremente, sino que depende de otro factor que no controla.

"Antes estaba subordinada al sostenimiento del ‘1 a 1'. Ahora, al financiamiento del Tesoro Nacional, que termina siendo vía emisión monetaria", señala el informe de la consultora dirigida por Gabriel Caamaño Gómez.

Su sombría conclusión es que "el esquema de política económica actual se agotó". Y advierte sobre la tendencia a repetir errores históricos.

Aun quienes se manifiestan confiados en que en el año próximo habrá cierta holgura, gracias a los dólares provenientes de la soja, no dejan de señalar que cuanto más se tarde en corregir las inconsistencias, más dolorosas pueden ser las medidas necesarias a implementar. 

Es el caso de Miguel Bein, quien califica como "estrategia corta" la política del Gobierno que apunta a lograr un repunte de la actividad para 2013 pero sin resolver los problemas de competitividad.

Según su cálculo, el dólar debería valer $5,40 si se quisiera recuperar el tipo de cambio real y el nivel de salarios en dólares en dólares de inicios de 2010. Y, aun reconociendo que en un año electoral resulta difícil avanzar en medidas para cerrar la brecha, convoca a "pensar cómo corregirla hacia adelante".

Más explícito al respecto es Freddy Vieytes, analista financiero de larga trayectoria en el mercado de capitales, quien afirma: "La salida de este cepo puede ser violenta, como cuando nos costó salir de la convertibilidad".

No oculta su pesimismo respecto de una eventual salida traumática: "Cuando más rígidos se ponen los controles, más daño hacen cuando se rompen".

De momento, los hechos parecen darle la razón a sus temores, ya que tras las declaraciones del viceministro Axel Kicillof se instaló la visión de que las restricciones cambiarias, lejos de ser una medida transitoria, pasaron a ser un pilar del modelo económico."El cepo va a seguir por mucho tiempo más", fue la conclusión a la que llegó el ex ministro Roberto Lavagna luego de escuchar a Kicillof argumentar cómo es necesario cuidar los dólares para evitar un freno en la industrialización.La historia oficial

Así, va quedando en claro cuál es el diagnóstico que hace el Gobierno, y que se podría sintetizar de  la siguiente manera:

  • No hay atraso cambiario en la Argentina, dado que la cuenta corriente muestra un superávit.
  • En todo caso, si existieran problemas de competitividad, no resulta conveniente plantear una devaluación, porque perjudicaría tanto a la industria (que no puede importar maquinaria) como a los asalariados.
  • Lo que sí es cierto es que el país corre riesgo de una escasez de dólares, que es producto de su acelerado crecimiento.
  • El problema anterior se corrige gracias a las restricciones cambiarias, que impiden la fuga de capitales y canalizarán las divisas hacia la inversión productiva.
  • El endeudamiento en mercados internacionales -como forma de conseguir las divisas "faltantes"- es una opción vedada. "A Dios gracias que no tenemos acceso al mercado financiero, porque si no fuera así, nuestro sistema estaría lleno de activos tóxicos", definió la presidenta Cristina Kirchner.
  • Otro efecto "positivo" del "cepo" es que inducirá a la gente a pensar en pesos y a corregir la histórica dependencia cultural que tienen los argentinos respecto del dólar.

Con este panorama que traza el Ejecutivo, el debate entre los economistas se centra en qué tanto puede agravarse la pérdida de competitividad de la economía, y cuáles pueden ser los mejores remedios a aplicar.

Y existe un punto en el que ni el analista más crítico se anima a disentir con el Gobierno: hoy las restricciones cambiarias no pueden ser desactivadas. Al menos, no sin antes realizar un plan de corrección, incluyendo un nuevo precio para el dólar."¿Te imaginás lo que sería cortar el cepo si se mantiene la paridad de $4,74?", pregunta Carlos Melconian, para quien el Gobierno no tuvo en cuenta que la represión a la fuga de capitales traería consigo otros "tiros por la culata", como la exacerbación del turismo fuera del país o la caída en las inversiones externas.

Devaluación condicionada

Por lo pronto, la mayoría coincide en que, si bien el tipo de cambio debería ser más alto, no tendría sentido una devaluación si no estuviera acompañada por otras medidas, sobre todo tendientes a controlar la inflación.

Para Eduardo Curia, un histórico defensor del tipo de cambio alto, el factor complicado es que el Gobierno eligió al dólar como "ancla" para el resto de los precios de la economía.

"Claro que lo ideal sería devaluar para reimpulsar la producción, pero eso hoy traería un problema por el lado de la inflación. Es decir, si se saca al dólar, hay que pensar en otra ancla alternativa, con metas fiscales y monetarias", plantea el economista.

Por su parte, la consultora Ledesma, señala que si todo se redujera a la necesidad de divisas para la industria, sería relativamente sencillo resolver el tema.

"Si el objetivo fuera realmente asegurar la disponibilidad de los dólares necesarios para sustituir importaciones, el ajuste de la paridad cambiaria sería la única y mejor opción sostenible en el largo plazo", argumenta.

Pero advierte que, "para eso, habría que hacer un profundo replanteo de la política monetaria y fiscal".

Esta necesidad de una batería de medidas dentro de un plan integral, y no una solución aislada, ha sido la tónica generalizada en las opiniones de los economistas.

"Está en el manual que para que una devaluación sea exitosa necesariamente hay que hacer otras cosas. Si no, se corre el riesgo de lo que ocurrió en otros momentos -como a principios de los '80- cuando se corrigió el tipo de cambio y luego se lo quiso hacer correr en línea con el resto de los precios. Duró dos meses y explotó", recuerda Juan Luis Bour, economista jefe de la fundación FIEL.

Desde su visión, lo fundamental sería revertir la percepción de que se convalidará cualquier nivel de gasto público con emisión monetaria. "Hoy lo que necesita la Argentina es generar la expectativa de que no se van a emitir tantos pesos", afirma.

Cree que con un plan antiinflacionario, podría aumentarse levemente el ritmo de suba del dólar (un 20% anual), sin que ello necesariamente tenga un correlato en el traslado a los precios.

Hay otro aspecto clave, sobre el que el Gobierno se muestra rígido, y es la política de endeudamiento. Para algunos economistas, la postura oficial de aislarse del sistema financiero internacional atenta contra la inversión, agravando el problema de la competitividad.

"Si el Estado paga sus vencimientos en dólares con reservas, sus vencimientos en pesos con emisión monetaria del Central y, a su vez, aplica una política fiscal expansiva -que también financia con emisión- descarta la posibilidad de financiar inversión pública con ahorro genuino", apunta un informe de Economía&Regiones, la consultora de Rogelio Frigerio.¿Aterrizaje suave?

Uno de los aspectos centrales del actual debate radica en si la corrección a las actuales distorsiones se podrá hacer en forma gradual y relativamente ordenada o si, por el contrario, será inevitable algún ajuste brusco.

Bein cree que hay margen para una corrección ordenada y que la solución debe ser gradual: "Este camino sólo se puede intentar con un esquema de plan económico a tres años, que reduzca la nominalidad, en conjunto con una devaluación algo más elevada del peso".

El economista cree que, en el marco de un mayor ingreso de dólares por el repunte sojero, el Gobierno tendrá la posibilidad de posponer ajustes el año próximo.

Su proyección es que con una devaluación de 18% los salarios aumenten al 24%, lo que implica que por cuarto año consecutivo habrá un crecimiento salarial en dólares. Pero advierte que ese panorama desahogado no podrá durar más de un año.

Otros analistas son todavía más pesimistas. Como Federico Muñoz, quien cree que ni siquiera el buen panorama agrícola del año próximo será suficiente para disimular los problemas.

"Es probable que en 2013 la soja aporte muchas más divisas, pero dudo que se descomprima la situación, porque en paralelo aumentará la salida de dólares por otros canales", sostiene.

Y destaca que han quedado al descubierto las limitaciones del "cepo" cambiario como estrategia de política económica, dado que si bien redujo la fuga de capitales, no pudo evitar "un drenaje de divisas por salida de depósitos, ni tampoco una merma en el ingreso de capitales, por el cierre de líneas de crédito".

De momento, pocas de las recomendaciones que hacen los economistas parecen tener eco en el Gobierno.

Desde ya, el crédito internacional no aparece en la agenda, la flotación cambiaria es una utopía y la disposición a un menor desajuste fiscal todavía está por verse.

Es en ese contexto que muchos se plantean si la política del cepo cambiario podrá prolongarse por un largo tiempo. Todo indica que sí.

Pero, paralelamente, las advertencias de los analistas son cada vez mayores: de no mediar un plan integral para "desarticular la bomba" que representa el cepo, bajar la inflación, resolver el atraso cambiario y la competitividad, sincerar tarifas, como así también los precios de la economía, la salida será cada vez más dolorosa y el estallido final puede dejar una gran cantidad de "heridos".