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El precio del dólar fuera de control: la plata del FMI no llega y acusan al Gobierno de mala praxis

El FMI se muestra reticente a dar el refuerzo que pide el Central para manejar el desarme de las Lebac. En la City no creen que la situación se estabilice
15/09/2018 - 00:48hs
El precio del dólar fuera de control: la plata del FMI no llega y acusan al Gobierno de mala praxis

Anochecer del jueves. Las calles del microcentro ya se ven desiertas. Los pocos peatones son oficinistas seguramente retrasados de su horario de salida. Uno de ellos es un alto funcionario del Banco Central, quien apaga su computadora casi al mismo tiempo en el que en la calle Reconquista se encienden las luminarias públicas.

"Está muy difícil la cosa", afirma antes de que iProfesional pudiera preguntarle algo específico sobre cómo marchan las negociaciones con el FMI, que esta semana se trasladaron de Washington a Buenos Aires.

Es que la "cosa" derivó en una situación totalmente opuesta a la buscada hace poco más de dos semanas, cuando Macri anunció que ya se había logrado un acuerdo con el organismo que dirige Christine Lagarde para adelantar al 2019 los desembolsos previstos para 2020 y 2021.Todavía no hay nada firmado y, lo que luce todavía peor, es que las negociaciones se han tornado más tensas. En algunos momentos, hasta empantanadas. Esto quedó de manifiesto cuando se supo que el Fondo bloqueó el envío de u$s3.000 millones originalmente previstos para el próximo lunes y que forman parte del compromiso por el primer pacto rubricado.La tensión en las negociaciones recae, una vez más, en el precio que debe tener el dólar. La postura del FMI es la ya reconocida: quiere asegurarse que lo que le vaya a prestar a la Argentina no termine financiando la "fuga de capitales".

En cierto sentido, es lo que finalmente ocurrió con el dinero del primer tramo del acuerdo.

- A mediados de junio, cuando arribaron desde Washington u$s15.000 millones, las reservas del Banco Central escalaron a u$s63.270 millones

- Esta semana se estacionaron en u$s50.003 millones.

- Es decir, en menos de tres meses se "evaporó" la friolera de u$s13.000 millones

- Si a ese registro se les adicionan los u$s13.425 millones que el BCRA perdió entre principios de abril y mediados de junio, queda claro que la crisis ya tuvo un costo superior a los u$s26.000 millones.

Frente a semejante sangría, la dureza de los técnicos del FMI hasta suena entendible: no quieren que siga pasando lo mismo.

Sin confianza, al Gobierno y al Banco Central se les hace muy difícil el compromiso. Bajo esa perspectiva, el único camino que quedaría tomar es soltar al dólar y sentarse a esperar. Es decir, avanzar en una libre flotación pura para que su precio lo determine el mercado, algo que muchos consideran políticamente inviable en el actual contexto.

En la mesa de negociaciones entre los técnicos del Fondo Monetario y las autoridades argentinas, al menos hay un acuerdo básico: la cotización actual le devolvió competitividad a la economía argentina. Un dólar a $40 se parece, en términos reales, al que tuvo Néstor Kirchner allá por 2004, según el cálculo que hacen los funcionarios.

Pero las desavenencias aparecen cuando en los análisis surgen los flujos financieros. Hoy día, la oferta de divisas es nula, a menos que aparezca el Banco Central. Nadie vende, salvo la autoridad monetaria. Sin ingresos de billetes verdes, en pleno plan desarme de Lebac y en el marco de una muy elevada dolarización de los ahorristas argentinos, se hace muy difícil estabilizar a la divisa estadounidense.

Por eso, el pedido del Gobierno al FMI es que, además de adelantar los fondos que aseguren los pagos de los compromisos de deuda del próximo año- envíe una "ayudita extra" de modo tal de poder hacer frente a la reducción de stock de estos títulos.

Aunque esa confirmación no llegó, de todas formas Luis "Toto" Caputo adelantó que mantendrá su plan original de ir bajándolo por la vía de no ir renovando parte del monto que va venciendo.

El mercado, otra vez escéptico

El total de Lebac en manos de inversores (no bancarios) supera los u$s12.200 millones, según la consultora Eco Go.

Eso significaría que las reservas netas apenas alcanzarían a los u$s12.800 millones en el caso que estos títulos en poder del público tengan como destino el billete verde.Sin el respaldo concreto del FMI al plan "Lebac cero" (que se materialice con dólares contantes y sonantes), el precio de $40 hasta pareciera barato.

Ese apoyo hasta ahora no se hizo explícito. Más bien al contrario, la lectura que se hizo del aplazo en el envío de los u$s3.000 millones fue que la confianza del "board" del organismo es inexpugnable.

Al cierre de la semana, el "sentimiento" del mercado financiero fue negativo. "Claramente falta una hoja de ruta. Hay un desconocimiento total de lo que piensa hacer el Gobierno para evitar una devaluación aun mayor a la que ya sucedió", señala a iProfesional un reconocido banquero que pidió estricto off the record.

Del lado del Gobierno, las cosas no lucen mejor. Un funcionario del equipo económico lo remarca sin vueltas a este medio: "Nos vuelven a correr el arco". 

Con sus palabras hace referencia a lo siguiente:

- Tras el anuncio del mes de mayo que daba cuenta que el Gobierno recurriría al FMI para apaciguar la crisis, los financistas, en lugar de calmarse, se corrieron. Es decir, salieron a vender bonos y a dolarizarse, pese al rescate.

- En una segunda instancia, cuando el Plan A había fracasado, Macri echó mano a un "Plan B": el anuncio del adelanto del dinero para asegurar el pago de la deuda.

- Antes de que se termine de negociar esta instancia (y mientras se intenta que el Congreso apruebe un Presupuesto con déficit cero) el "mercado", lejos de calmarse, pidió más: que se incluya una partida especial para respaldar el desarme de las Lebac.

"Aun si lográsemos todo esto, después nos van a volver a correr el arco", analiza una fuente cercana al equipo económico, sin poder ocultar su resignación.

Y así lo explica: "Van a decirnos que ahora que aseguramos los pagos del año que viene, la duda pasa a ser si se podrá cumplir con los compromisos de 2020. E instalarán la idea de que no hay una plena seguridad de que esto ocurra".

A su manera, el funcionario grafica el estado de ánimo que manda entre los funcionarios: desazón y nervios por lo que pueda venir.La intención del Banco Central y de Economía es firmar el nuevo acuerdo la semana entrante. Economistas de la City, conocedores de los pasillos del Fondo, no son tan optimistas.

Suponen que recién se podría refrendar en dos semanas. Un lapso que, en la Argentina de hoy, significa el largo plazo.

"El mercado quiere ver la plata lo más rápido posible", afirma otro integrante del área económica.

Justamente, las subas consecutivas del dólar (miércoles, jueves y viernes) tuvieron relación con la percepción por parte de inversores de que las tratativas vienen complicadas.

Además, tienen dudas de que el FMI desembolse el dinero que el gobierno de Macri necesita para recuperar la confianza.

El nivel de confusión y pesimismo quedó explicitado en las consecuencias de los dichos de Larry Kudlow, asesor de Donald Trump, quien sugirió que la Argentina debería volver a adoptar un sistema de convertibilidad (currency board) entre peso y dólar.

Una idea que en otro momento hubiese sido calificada de extemporánea y pasado rápidamente al olvido provocó un sinnúmero de especulaciones. La tibia (y anónima) desmentida de una conversación en marcha entre Balcarce 50 y el Tesoro americano no alcanzó para disipar las dudas.

Es más: esa modesta reacción oficial a las palabras de un economista de peso de la Casa Blanca potenció la idea de que el Gobierno se maneja con mala praxis para enfrentar la tormenta.

Se acumulan las críticas a ese desmanejo: desde la venta de u$s8.000 millones de reservas para sostener un tipo de cambio de $20 por parte de Federico Sturzenegger, al fallido mensaje presidencial de un minuto y medio.

Y, como si esto fuese poco, las idas y vueltas de aquel domingo en Olivos, donde el propio Gobierno avanzó con reemplazos de funcionarios que nunca se fueron.

Cada día que pasa sin una estabilización creíble, el país pierde una nueva cuota de confianza. Y gana terreno la incertidumbre.

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