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¿La culpa es de la vaca?: por qué el precio de la carne se convirtió en el "villano" de la inflación

Los valores se dispararon en el mercado doméstico y hay una guerra cruzada sobre quiénes son los responsables de fijarlos. ¿Influye el boom exportador?
12/03/2019 - 05:28hs
¿La culpa es de la vaca?: por qué el precio de la carne se convirtió en el "villano" de la inflación

La inflación se convirtió en una fuente de problemas para Cambiemos. Y ahora que está comenzando la carrera electoral, es un tema que pasó a dominar la agenda del Gobierno nacional.

Para febrero, economistas estiman que el índice próximo a difundirse se ubicó entre el 3,5% y el 4%, mientras que las estimaciones para todo el año ya alcanzan el 35%, según algunas consultoras. 

Pero la inestabilidad del dólar –que salió del letargo mucho antes de lo previsto en la "hoja de ruta" electoral- genera que ninguna consultora pueda hablar de cifras definitivas. 

Y en momentos en que los bolsillos más ajustados comienzan a tener impacto en las encuestas, el debate sobre los drivers que empujan al índice están a la orden del día. Y ahí es cuando todas las miradas se posan en el precio de la carne.

Para empezar, la ponderación de este producto en la canasta promedio que se toma para el Gran Buenos Aires ronda el 6%, pero en algunos puntos del país su peso se acerca al 9%.

Su importancia es tal que en enero de este año la carne explicó el 16% del incremento del costo de vida, mientras que en febrero habría explicado casi un 24%.

Este alimento subió mucho de precio. Es un hecho. Y esto genera un gran descontento entre los consumidores.

Según un relevamiento que todos los meses realiza el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), en el primer bimestre acumuló un salto del 23%.

Para tener una referencia, durante el último cuatrimestre del 2018 el alza promedio mensual había sido de "apenas" 2,8%.

Y las subas no reconocen "pedigrí": a fines de febrero, un kilo de un corte económico, como el roast beef, costaba $206, un 116% más que dos años atrás.

En el caso del asado, el corte clásico argentino, el incremento acumulado fue del 90%, un poco por debajo del lomo (+95%) y del vacío (+94%).

 

Los carniceros están poniendo el grito en el cielo porque -aseguran- son el último eslabón de una cadena de aumentos que se originan en el campo.

Alberto Williams, vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías, viene alertando que, con este nivel de precios y su consecuente impacto en el consumo, van a empezar a cerrar negocios.

En épocas del kirchnerismo, el Gobierno tenía en claro que el precio de este alimento era una cuestión estratégica.

Por ello fue que el entonces secretario de Comercio Guillermo Moreno llegó a limitar las exportaciones, para "inundar" el mercado doméstico y así forzar una baja del valor en los mostradores.

El efecto colateral fue muy negativo, en tanto y en cuanto se esfumaron 10 millones de cabezas de ganado y se hipotecó parte del futuro del sector. Pero los funcionarios en ese entonces privilegiaron la "mesa de los argentinos" por sobre cualquier debate sobre la viabilidad del negocio ganadero.

Por qué sube

En primer lugar, economistas y empresarios de la carne hacen una salvedad: el brusco avance que se está viendo en los precios que se pagan en carnicerías y supermercados tiene lugar luego de un largo período en el que los valores de la hacienda venían retrasados respecto de la evolución general de la economía.

Según el analista Juan Manuel Garzón, del IERAL, "por detrás de la suba está la recomposición del valor de la hacienda", que "se había rezagado respecto de la inflación acumulada durante 2017 y 2018".

Incluso, el propio secretario de Agroindustria, Luis Etchevehere, se pronunció en favor del argumento de una "puesta al día" a nivel precios.

Según el funcionario, hubo un reacomodamiento de los valores de los cortes vacunos en los dos primeros meses, dado que los mismos habían variado muy poco el último año.

Sin embargo, en lo que va de 2019, cambió la tendencia: para el IERAL, "el mercado está corrigiendo el fenómeno, empezando por una fuerte revalorización" del valor del ganado en pie, lo que a su vez empujó el precio que pagan los consumidores. 

Desde el Mercado de Liniers también defienden el argumento de que la cifra que pagan los frigoríficos venía muy desfasada y que la puesta al día hace que los argentinos lo sientan más en sus bolsillos: "El valor estaba muy retrasado. La suba (de la hacienda) fue un acompañamiento de lo que fue la inflación del año pasado", señalaron. 

Y en marzo todavía hay más espacio para que los valores que abonan los consumidores en la caja sigan escalando: según el IERAL, los precios que tuvo que convalidar la industria se movieron muy por encima de los minoristas. 

En efecto, en los dos primeros meses, el novillito se encareció un 38%, mientras que la carne en los mostradores y góndolas subió unos 13 puntos menos.

Ahora bien, la gran pregunta ahora es por qué la hacienda está subiendo tanto, más allá del "efecto puesta al día": frente a este cuestionamiento, casi todos los dedos apuntan al alza del dólar.

El consultor Salvador Di Stéfano, con fuerte prédica en el la zona del Gran Rosario, destacó que tras la devaluación "los costos de comprar un ternero, alimentarlo y ponerlo en condiciones de ir a faena aumentaron notablemente. Subieron los costos laborales, amortización del campo y los impuestos que pesan sobre el sector".

"Recordemos que es una inversión que requiere tiempo, es a cielo abierto, y capital intensiva, dado el alto valor del campo. Los animales se transportan en camiones, y los costos de fletes crecieron notablemente en los últimos meses", acotó.

En la misma línea, Guillermo Villagra, director del fondo agropecuario OpenAgro, aseguró que "la ganadería venía con precios muy atrasados. Y la devaluación le dio un fuerte impulso a todos los insumos, que se  miden en divisas, tales como herbicidas, pasturas, semillas, alambres y vacunas".

"Por eso el valor del dólar tiene mucho que ver con el de la carne", aporta.

Dentro de la estructura de costos, el efecto devaluación también se hizo sentir en uno de los insumos más importantes que utiliza la cadena: el maíz, el principal componente del alimento balanceado que reciben los animales en feedlots, para completar el engorde.

"Es un producto clave en la dieta del ganado", apuntó Villagra.

"En feedlots, la única forma de acelerar el proceso de engorde se basa en este cereal. El novillo permanece seis meses siendo alimentado por la madre, luego hay un período de un año y medio a pastura y por último se completa hasta otros seis meses con dieta balanceada. Se necesitan 5 a 6 kilos de alimento por día por cada animal", apunta el experto.

"Hace un año, el costo de la ración, cuyo principal componente es el maíz, valía $20 a $25. Ahora cuesta entre $50 y $55. Estamos hablando de una suba cercana al 130% en apenas 12 meses", agregó. La mitad de esa suba obedeció al incremento que sufrió el maíz.

En este contexto, el experto planteó que el descalce que hubo entre los costos y el precio que se pagaba a los productores generó que, en los últimos meses, haya bajado la actividad "feedlotera", provocando una leve caída en el volumen de cabezas que ingresaron al mercado.

Y esto impactó en la industria: en el primer bimestre de 2019 se produjeron 474.000 toneladas, un 2,5% menos que en igual período de 2018. La misma contracción se observó a nivel faena. Y esta caída tuvo lugar pese a que se viene de embarques récord en términos de divisas.

Como el precio que paga la industria es muy sensible a los cambios de oferta, en febrero fue cuando se produjo un salto del valor del ganado en pie. 

Factor exportador: ¿influye?

El boom de ventas al mundo y el hecho de que la Argentina esté a un paso de regresar al top 5 de los principales países exportadores calienta el debate sobre la influencia de la demanda externa en el precio de los cortes en el mercado doméstico.

Según datos de la industria, en 2018, el monto total facturado en concepto de ventas al mundo de carnes bovinas fue de casi u$s1.950 millones, la mayor cifra alcanzada en la historia y un 50% superior al registro de 2017.

¿Los embarques al exterior hacen que sea más caro el kilo de carne para los consumidores locales? En este punto es donde se dividen las aguas.

Salvador Di Stefano señaló que las subas de las exportaciones no implican necesariamente una suba del "asado del domingo".

Según el experto, "a los argentinos nos encanta la carne pegada al hueso, al mundo no. Además, exportar mejora los precios del mercado interno, como es el caso de Uruguay con el asado". 

Sin embargo, lo cierto es que cortes más populares como el roast beef o la paleta sobrepasaron en los dos últimos años los incrementos que sufrieron alternativas más "premium", como el lomo, tal como se detalló previamente. 

Villagra reconoció que "hay quienes dicen que son dos mercados que no chocan, pero la realidad es que sí tiene impacto en los precios locales. Tal vez no es la causa principal, pero cuando el productor ve que los embarques a China y Rusia crecen mes a mes y que se abrió el mercado de Estados Unidos, entonces se pone más selectivo".

José Micheli, referente del negocio de la carne en Mendoza, compartió la visión: "Desde enero, la unidad en pie aumentó y las razones son porque el novillo sube al nivel de dólar. Y esto también pasa porque el novillo de exportación te arrastra al novillo de consumo".

¿Cómo sigue?

Si bien en marzo se esperan nuevas correcciones en las góndolas de supermercados y en las carnicerías, el Gobierno confía en que comience a darse una tendencia hacia la desaceleración.

"En muchos lugares la carne está bajando", afirmó el propio Etchevehere.

Desde el IERAL consideran que el fenómeno de corrección podría estar ingresando en su fase final, dado que –argumentaron-, el precio de la hacienda se ubica ya en un "buen nivel" en relación a otros valores de la economía.

En otras palabras: la brecha entre el costo de producción y el precio de venta se estaría cerrando.

Claro que, según el IERAL, una de las principales causas por las cuales se desaceleraría la escalada es porque la demanda interna está cayendo. Y este no es un factor que incida positivamente en las encuestas, justamente.

Según datos de CICCRA, el consumo promedio durante el primer bimestre fue de 50,8 kilos per cápita, un 10% por debajo del mismo lapso de 2018. No sólo eso: es uno de los peores registros en casi 20 años, desde la última gran crisis.

 

Claro que hay quienes argumentan que hoy la dieta incluye más proteínas que antes no tenían tanto peso, como el pollo o el cerdo.

Pero la carne vacuna es, sin dudas, uno de los grandes símbolos de la mesa de los argentinos.

El kirchnerismo, consciente de esto, cerró exportaciones para inundar el mercado, pero con el altísimo costo de castigar a la industria y desincentivar inversiones.

El Gobierno, ahora, espera que el acomodamiento de las variables le quite presión al "asado del domingo" y que éste incida cada vez menos en el índice inflacionario.