La estadística dirá que el año pasado, el consumo terminó con un signo positivo después de seis años de contracción. Así lo especifica el reporte anual de la consultora Scentia, especializada en la medición del consumo masivo, tanto en grandes cadenas de supermercados como en pequeños comercios.

La mejora anual fue de apenas el 1,9%, en relación con lo sucedido durante el 2021. Sin embargo, hubo un sensible deterioro del consumo popular a partir de mediados de año, tras la salida de Martin Guzmán y el shock inflacionario.

En ese momento se cortó la dinámica alcista que había comenzado hacia finales de 2021 y continuado en la primera parte del año pasado. Desde entonces, las mejoras interanuales se enfriaron e, incluso, hubo meses -septiembre y octubre-, en los cuales el nivel de consumo cayó respecto de 2021. De hecho, el año terminó en rojo. En diciembre, el consumo masivo bajó 1,1% versus el mismo mes del año anterior.

La retracción tiene directa relación con el deterioro del poder adquisitivo de los salarios en medio de una inflación acelerada, y que incluyó especialmente a los alimentos en la última parte del año. Por eso mismo, el ministro Sergio Massa puso en marcha el programa "Precios Justos", en un intento por enfriar ese proceso. Hasta ahora con poca suerte.

El rubro salvador

Dentro de la malaria, hubo un rubro que se destacó. A pesar de que haya sido uno de los más sensibles a las subas de los precios.

Se trata de las "bebidas sin alcohol", cuyas ventas totales mejoraron nada menos que el 8,2% en diciembre en relación a diciembre de 2021. Ese signo positivo contrasta con la caída de 0,3% en las ventas de alimentos, por ejemplo.

Si bien el balance de las ventas fue positivo en 2022, el año terminó en declive por la aceleración de precios

Y ni hablar con la caída superior al 8% en las ventas totales de productos de limpieza. O del 5,8% en el consumo de artículos de higiene, siempre en la medición interanual.

Eso significa que la caída del consumo masivo de diciembre hubiese sido claramente peor si no fuera por el repunte de las bebidas sin alcohol, tomando en cuenta tanto las ventas en las grandes cadenas de supermercados como en los pequeños comercios (autoservicios y almacenes de barrio).

La inflación que golpea

La baja del consumo se vincula directamente al alza de los precios. Los alimentos, que en noviembre parecía que habían quedado al margen de la dinámica perniciosa, en diciembre volvieron a mostrar una suba en línea con los demás precios de la economía.

Incluso, a pesar de que la carne se mantiene con valores estables.

El ministro de Economía quiere que sí o sí haya un enfriamiento en la suba de los precios. Lo necesita porque él mismo se comprometió a que la inflación de abril bajaría al 3% y, además, porque en los próximos días se abrirán las negociaciones salariales para este año, y el ministro quiere que se ajusten con el pronóstico de inflación del 60% para este 2023.

Si la inflación se encamina al 5% mensual, eso significa que la inflación anual será de por lo menos el 80%, veinte puntos por encima de su promesa.