iProfesionaliProfesional

El "dólar agro" puso primera y al Banco Central le cuesta $362 cada billete que ingresa: cuáles son los riesgos

La jornada de operaciones con alto volumen evidenció las distorsiones del tipo de cambio preferencial. Hay críticas por el efecto indeseado en la inflación
13/04/2023 - 19:18hs
El "dólar agro" puso primera y al Banco Central le cuesta $362 cada billete que ingresa: cuáles son los riesgos

Costó pero arrancó: después de tres días de tironeos entre los productores sojeros, los industriales exportadores y los funcionarios, finalmente el "dólar agro" empezó a moverse, con un volumen de u$574 millones.

Un volumen más que digno para una sola jornada, que le permitió a Sergio Massa poder mostrarles a sus interlocutores en Washington, y especialmente a Wendy Sherman -la número dos del Departamente de Estado y designada por el presidente Joe Biden para atender específicamente el caso argentino- cómo el Gobierno está tomando medidas para mejorar sus reservas y poder hacer frente a sus obligaciones.

Claro que los funcionarios estadounidenses y los "duros" del staff técnico del Fondo Monetario Internacional miran sólo la mitad de la foto, la que conviene a los intereses de los acreedores del país. En cambio, más difícil de percibir es el efecto "frazada corta" de los problemas nuevos que se crean con el nuevo régimen preferencial para los exportadores sojeros.

Por estas horas, los más críticos del Gobierno están con la calculadora en la mano, haciendo la cuenta de cuánto le costó cada dólar que ganó el Banco Central en estos días. Así, la cuenta del miércoles había sido terrorífica: cada dólar costó unos $4.200, producto de que el BCRA había comprador u$s94 millones a $300 y luego había vendido u$s92 millones a $214. En definitiva, para quedarse con un saldo positivo neto de u$s2 millones tuvo que pagar $8.420 millones.

Claro que son cifras sometidas a mucha distorsión por los bajos volúmenes manejados y por la volatilidad del mercado. Ya en la jornada del jueves, los números empezaron a parecerse a algo más cercano a la "normalidad". El Banco Central tuvo que pagar por cada dólar $362, más cerca de lo que los economistas consideran el tipo de cambio implícito.

La cuenta surge del hecho de que el Central les compró a los sojeros u$s574 millones, por los cuales pagó $172.200 millones. A su vez, revendió a los importadores u$s242 millones, a la cotización oficial de $214,70 con lo cual ingresó pesos por $51.957 millones. En conclusión, perdió $120.043 millones para quedarse con un resultado neto de u$s332 millones. Esa cuenta da que, por cada dólar ingresado gastó $361,60.

Gracias al arranque del
Gracias al arranque del "dólar agro" el Banco Central pudo reforzar sus reservas en u$s332 millones, a un tipo de cambio tácito de $361,60

Es una cuenta que puede variar todos los días, claro está, y que en definitiva dependerá de cuánto de ese ingreso dolarizado esté dispuesto a "sacrificar" en la venta de divisas para los importadores, que están reclamando con desesperación una mayor disponibilidad para la importación de insumos industriales.

Las dos caras del "dólar agro"

En todo caso, lo que estos números dejan en evidencia es que ninguna medida de política económica resulta gratis. Como ya había ocurrido con las anteriores versiones del "dólar soja", esta vez también habrá varios costos asociados. Por lo pronto, hay economistas cercanos al propio Gobierno que cuantifican en $1 billón el costo de concentrar divisas en el próximo mes y medio y aliviar las tensiones con el Fondo Monetario Internacional.

Lo cierto es que el nuevo "dólar agro" puede ser visto como una devaluación sectorial acotada, que alcanzaría un 40%. O también se la podría considerar una suspensión temporaria de las retenciones.

La cuenta que hacen los productores rurales es la siguiente: hoy la soja en Chicago cotiza a u$s552, pero el sojero recibe apenas u$s195 por tonelada. Es decir, apenas un 37% de la cotización internacional.

¿Cómo se llega a esa cifra? De los u$s553 que recibe el productor cuando exporta, se debe restar un 33% que se queda la AFIP por concepto de retenciones. Quedan u$s370, que se liquidan al tipo de cambio oficial -hoy en $214-, lo que implica que ese monto se cambia por $79.000. Y, como el sojero necesita divisas para afrontar sus costos, recurre a la conversión de esos pesos en el MEP -que hoy cotiza a $390-, con lo cual en el mercado obtiene los u$s202.

Con el nuevo tipo de cambio preferencial a $300, la cuenta cambiaría sustancialmente. El productor recibiría del Banco Central $110.952 por cada tonelada de soja, que a su vez, en el mercado financiero, se transforma en u$s284. Esto significa un 51% del valor de la soja en el mercado internacional.

En los hechos, este nuevo incentivo exportador tiene, para el productor, casi el mismo efecto que una suspensión de las retenciones. Si, en vez de darle un tipo de cambio preferencial, el Gobierno hubiese optado por llevar las retenciones a cero, entonces los sojeros terminarían embolsando $118.000 por cada tonelada exportada, con lo cual se obtendrían u$s302 en el mercado MEP. En otras palabras, se quedarían con el 54% del valor internacional, apenas tres puntos por encima de lo que les dejará esta tercera edición del "dólar soja".

La caja de la AFIP podrá reforzarse en el corto plazo gracias al
La caja de la AFIP podrá reforzarse en el corto plazo gracias al "dólar agro" pero a lo largo del año tendría una merma de $1 billón, estiman los economistas

La soja en la caja de la AFIP

Es una cuenta que provoca irritación en el kirchnerismo, pero a la que el Gobierno no da demasiada importancia porque, en los hechos, lo que logrará con el nuevo "dólar agro" es un impulso de corto plazo a la alicaída recaudación de la AFIP, que en su última versión de marzo mostró una caída real de 7%.

Pero hay un detalle fundamental: de no haber sido por el "efecto soja", la recaudación habría registrado una suba: ocurre que cuando se depura el efecto del rubro de retenciones a la exportación, el resto de la recaudación no sólo no cae sino que hasta sigue registrando un pequeño crecimiento de 2,2% por encima de la inflación.

Claro, eso no termina de despejar las críticas, porque lo que afirman los economistas es que todo lo que se logre acumular en la caja de la AFIP en los próximos dos meses, será lo que falte en los meses siguientes. Es, después de todo, el efecto que ya se vio en los momentos inmediatamente posteriores a los regímenes "dólar soja 1" de septiembre y "dólar soja 2" de diciembre.

El cálculo de los economistas es que, por la disminución en la exportación agrícola -que según la Bolsa de Comercio de Rosario podría caer hasta un 30% en comparación con el año pasado-, el recorte en el ingreso a la caja fiscal será de al menos $1 billón, lo que podría significar más de tres puntos de la recaudación total.

Los efectos secundarios, a full

Pero los efectos secundarios no se limitan al "barrer bajo la alfombra" los problemas en el frente fiscal. Hay una larga lista de impactos sobre la economía, que incluye el encarecimiento de precios para el mercado doméstico -ya sea porque se trata de productos de consumo directo del público o porque son insumo de cadenas como la de la carne vacuna y el pollo.

No por casualidad, al mismo tiempo que se puso en marcha el "dólar agro" se dieron a conocer también las listas de condiciones para participar en el esquema, y se incluye el aporte al sistema de "Precios Justos" para atenuar el impacto sobre los precios.

En las últimas horas se llegó incluso a reconsiderar la amplitud de la nómina originalmente prevista de productos a incluir en el régimen de incentivo exportador, por temor a que el impacto inflacionario sea mayor al previsto, justo cuando los primeros días de abril están revelando una inflación de 2,5% en la canasta alimentaria, según la medición de la consultora LCG, que calcula que ese rubro se está moviendo a un 5,6% mensual.

Entre los funcionarios aumenta la preocupación por el eventual efecto del
Entre los funcionarios aumenta la preocupación por el eventual efecto del "dólar agro" sobre la inflación del rubro alimentos

Hay dos explicaciones para esto: una es específica de los productos involucrados en el régimen cambiario especial. Al encarecerse el precio exportador, ejerce su influencia sobre el resto de la cadena.

La otra explicación es de tipo general: comprar un dólar a $300 y luego venderlos a $214 implica una inyección de $86 por cada dólar que se consiga exportar en las próximas semanas. Es una expansión monetaria indirecta que terminará siendo convalidada por el Banco Central. El cálculo de la Fundación Mediterránea es que en la primera edición, en septiembre pasado, esa inyección de liquidez fue equivalente al 28% de la base monetaria, mientras que en diciembre, cuando se implementó el "dólar soja 2", la expansión fue equivalente al 10% de la base monetaria.

En esta ocasión la expectativa es que se pueda replicar una situación similar a la de diciembre, con el agravante, claro, de que en aquel momento la inflación corría a una velocidad crucero de 5% mensual y ahora lo hace a un 7%.

Pero los efectos del "dólar agro" no terminan ahí. En el campo, además, está el impacto sobre el alquiler de los terrenos, que por contrato se rige por quintales de soja. Jorge Vasconcelos, de la fundación Mediterránea, apunta que esto está provocando una distorsión en el mercado, dado que desde que empezaron a aplicarse los diversos "dólar soja", esa unidad de cuenta que rige los alquileres ha pasado a tener distintos valores según el momento del año que se considere.

Y, por si fuera poco, en las últimas horas se notó el último efecto colateral del "dólar agro": el efecto contagio sobre el resto de los sectores de la economía. La gremial Industriales Pymes Argentinos hizo un planteo formal para que a las empresas exportadoras se les reconozca, también, un tipo de cambio más alto. El argumento es que el margen de rentabilidad de la exportación se está haciendo tan bajo que las industrias prefieren volcar su producción al mercado doméstico, con lo cual no solamente dejan de aportar divisas, sino que se induce a una mayor recesión por la debilidad de la demanda interna, ante la caída salarial.