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Una transición difícil: dólar alto para la exportación en un intento por evitar una corrida cambiaria

Mientras se demoran las definiciones de Javier Milei, el Gobierno se prepara para que la reapertura de los bancos no provoque una turbulencia financiera
20/11/2023 - 21:33hs
Una transición difícil: dólar alto para la exportación en un intento por evitar una corrida cambiaria

Hay situaciones en las que tres semanas pueden ser una eternidad. Sobre todo, si ese es el tiempo que hay que esperar para que los exportadores concreten una venta, cuando tienen todo su producto retenido y a la espera de la inevitable devaluación. O, también, si en ese lapso los proveedores de productos de primera necesidad ralentizarán al máximo las entregas, sabiendo que los precios a los que vendan hoy no serán los que deberán pagar cuando quieran reponer su stock.

Ese es, en definitiva, el nudo central en esta transición del gobierno de Alberto Fernández al de Javier Milei. Pese a la brevedad del lapso, existe el potencial de que se produzcan consecuencias fuertes en el mercado si no se llega a acuerdos mínimos: desde un desabastecimiento hasta una devaluación desordenada y una disparada de precios.

¿Qué es lo que está en juego? Desde el punto de vista de Sergio Massa, le corresponde a Milei dar las señales tranquilizadoras para evitar que en la reapertura de los bancos se reedite la salida masiva de depósitos por parte de ahorristas asustados por el proyecto dolarizador.

Y el ministro espera, también, que Milei no exacerbe la expectativa de una devaluación sin control, que vendría de la mano de un desarme inmediato del cepo. Si esa fuera la convicción del mercado, los inversores tratarían de adelantarse al estallido cambiario por la vía de hacerse de dólares en el paralelo, con lo cual se agrandará la brecha cambiaria hasta niveles insospechados.

De momento, ninguna de esas condiciones parece estar cumpliéndose. Más bien al contrario, referentes del espacio de Milei, como Carlos Rodríguez, coordinador del equipo de asesores, defendió públicamente la flotación cambiaria desde el primer día, y se mostró confiado en que, tras unos pocos días de "overshooting", el mercado se estabilizará.

Y el propio Milei, si bien parece haber aceptado que su proyecto original de dolarización no será aplicable desde el primer día, tampoco fue contundente en el sentido de explicar un mecanismo de transición. Por el contrario, volvió a referirse a las gestiones con fondos de inversión del exterior que financiarían el rescate de las Leliqs, lo cual implica que en su mente sigue figurando como prioridad "el cierre del Banco Central".

Sergio Massa con su equipo: el ministro diseña un esquema cambiario que resista las tres semanas de transición sin turbulencias
Sergio Massa con su equipo: el ministro diseña un esquema cambiario con el objetivo de resistir las tres semanas de transición sin turbulencias

Milei plantea que ese eventual préstamo -que, al menos tendría que ser por u$s23.000 millones- es la medida necesaria para que se pueda liberar el cepo cambiario sin hiperinflación.

El problema es que en el mercado hay un fuerte escepticismo respecto de que alguien esté dispuesto a poner ese dinero. Por caso, Miguel Ángel Broda, uno de los mentores de Milei en su juventud, dijo que ese fondo fiduciario no debería ser una prioridad y que más bien el foco debería estar puesto en conseguir u$s5.000 millones con los cuales pagar los vencimientos de deuda de diciembre y enero.

La incómoda disyuntiva de Massa

Hay otros factores que complican la transición. Y uno de los principales es que Milei se muestra reacio a dar a conocer el nombre de su ministro de economía, lo que implica que los funcionarios del gobierno saliente no tendrán como interlocutor a quien realmente tiene el plan económico.

Pero, sobre todo, que no habrá quien asuma la voz oficial sobre lo que vendrá y, por lo tanto, pueda enviar las señales tranquilizadoras. Desde el punto de vista de Milei, ese secretismo se justifica en la necesidad de proteger a su futuro ministro y no hacerlo quedar como responsables por situaciones que ocurran antes de que pueda asumir en el cargo.

¿Qué hará Massa mientras tanto? Para empezar, debe tomar una decisión urgente en el plano cambiario: si mantener el anuncio de mantener una tasa de crawling peg en 3% mensual -algo que nadie cree posible, dada la inflación de dos dígitos que ya se prevé para noviembre- o si dará un salto devaluatorio.

Es una disyuntiva incómoda para el ministro: él sabe que lo que mantuvo el flujo de entrada de divisas en las últimas semanas fue la existencia del "dólar exportador", el esquema de incentivo que permitía liquidar el 30% de la exportación en el mercado del "contado con liqui". Esto suponía, en términos reales, que el tipo de cambio para los exportadores era de $510. Pero ese régimen terminó su vigencia el viernes pre-electoral.

Entonces, la expectativa que se ve con mayor probabilidad es que, hasta el recambio gubernamental, haya alguna forma de estirar ese régimen de incentivo, por lo menos para que el mecanismo exportador no se detenga en seco.

La cifra incluso podría ser más alta que la del programa exportador actual si, como trascendió, se alterara el porcentaje de la exportación que se pudiera liquidar en el CCL y se llevara a 50%. En ese caso, se iría a un dólar efectivo de $620, un nivel más acorde con el que marcan los contratos de futuros del Rofex para diciembre.

Las ADR (acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street) tuvieron el lunes una fuerte suba, como reacción del mercado a la elección de Milei como presidente
Las ADR (acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street) tuvieron el lunes una fuerte suba, como reacción del mercado a la elección de Milei como presidente

Sin reservas en el tanque

La opción de una devaluación directa del tipo de cambio oficial parece estar fuera del menú, porque implicaría un seguro contagio a precios, tal como ocurrió con la devaluación post PASO de agosto. Pero, esta vez, ni siquiera quedará el consuelo de poder echarle la culpa al Fondo Monetario Internacional.

La tradición de los gobiernos peronistas marca que se hará lo posible por estirar el statu quo cambiario actual, de manera de que quien deba pagar el costo político de la devaluación sea el gobierno entrante. Así lo hizo Cristina Kirchner en 2015, con Axel Kicillof como ministro y Alejandro Vanoli en el Banco Central.

Pero esta vez hay circunstancias que hacen que todo resulte más difícil, aun en un período tan breve como las escasas 13 jornadas financieras que restan para la asunción presidencial de Milei. Para empezar, está el desesperante nivel de las reservas del Central, en un nivel negativo por u$s10.000 millones.

Todo indica, por otra parte, que el FMI, enojado con Massa por haberse desviado de la disciplina fiscal para instrumentar el "Plan Platita", no querrá concretar el desembolso pendiente por u$s3.300 millones hasta que se haya producido el recambio gubernamental.

Y eso no es todo: los yuanes del swap con el Banco Central Chino -una de las herramientas salvadoras de Massa ante cada apuro financiero- tampoco estarán disponibles, hasta que las autoridades de la nación asiática hayan renovado el acuerdo con un nuevo gobierno que ya transmitió señales poco amistosas.

¿Un festejo efímero?

El otro ajuste que se considera inevitable pero del que aún no hay señales sobre cuándo y cómo se hará es el de los precios regulados que tienen mayor atraso, en particular en los sensibles rubros de combustibles y tarifas de electricidad, gas y agua.

Es claro que Massa no tiene un incentivo político a generar una corrección brusca, aunque algún grado de aumento va a ser necesario en los sectores donde el retraso ya está generando problemas operativos.

Con semejante marco, no se percibe optimismo en el mercado respecto de que la transición pueda realizarse sin sobresaltos financieros. En el mejor de los casos, lo que se espera es que haya una apertura de la información sobre la situación fiscal y de deuda del BCRA, sin que los funcionarios de Milei asuman una responsabilidad compartida con el equipo del gobierno saliente.

El economista Carlos Rodríguez dio su opinión sobre la liberación cambiaria desde el primer día, sin que quede claro que sea sea la postura oficial de Milei
El economista Carlos Rodríguez dio su opinión sobre la liberación cambiaria desde el primer día, sin que quede claro que sea sea la postura oficial de Milei

El dato relativamente positivo, de momento, es que el dólar del mercado cripto se mantuvo estable en torno de los $1.000 desde la noche del domingo, lo cual podría estar anticipando que no habrá una situación de pánico que dispare al blue en los próximos días.

Por otra parte, el mercado bursátil celebró la victoria de Milei y sus primeras definiciones sobre reformas estructurales -como las privatizaciones, por ejemplo- con un contundente salto en la cotización de las empresas argentinas que cotizan en Wall Street y una suba de los bonos de deuda soberana en dólares. Sin embargo, los analistas del mercado ya avisaron que, por la propia dinámica del negocio, a esa suba puede perfectamente seguirle una toma de ganancias. De manera que no está tan claro si se mantendrá un flujo masivo de fondos que apuesten a la valorización de los activos argentinos.

En otras palabras, el riesgo de una salida de depósitos bancarios y de una corrida a refugiarse en dólares no está descartada. En la medida en que Massa se resista a devaluar, esa probabilidad aumenta.

Contribuyendo a la confusión

Y, además, la confusión aumenta si desde el partido vencedor no hay un portavoz único y se siguen escuchando propuestas como la de Rodríguez -que implica en los hechos una licuación de las Leliqs y la aplicación de un desdoblamiento cambiario- sin que quede claro si está hablando a título personal o en nombre de Milei.

Todos los reportes de las consultoras económicas y firmas administradoras de fondos daban por descartado que, en la eventualidad de un triunfo de Milei, habría que esperar un ajuste de al menos 10% en el "contado con liqui", siempre que hubiera señales de moderación respecto de las propuestas iniciales que generaron más temor entre los inversores.

Todavía sin definiciones, y con intercambio de acusaciones entre la administración entrante y la saliente, el tiempo juega en contra. Por lo pronto, ya todos los economistas prevén que la inflación, que había dado una "tregua" al bajar al nivel de 8,3% en octubre, volverá a los dos dígitos en noviembre.

Y si hay un tema en el cual los economistas muestran consenso es que el arranque del próximo gobierno será con pico inflacionario. En el mientras tanto, todos asumen las tradicionales actitudes defensivas para evitar ser quien pague el costo del inexorable ajuste.