• 15/7/2025

Caputo y los dólares del colchón: por qué hay analistas que creen que hay más riesgo si el plan sale bien que si fracasa

Las opiniones en el mercado están divididas. Quienes creen que saldrá bien temen a la inflación en dólares. Los escépticos del plan, ven escasez de divisas
12/05/2025 - 12:08hs
Caputo y los dólares del colchón: por qué hay analistas que creen que hay más riesgo si el plan sale bien que si fracasa

Al plan de Toto Caputo para que los argentinos saquen los dólares del colchón le está pasando una situación insólita: hay quienes creen que fracasará rotundamente y hay otros que creen que tendrá éxito, pero ambos están igualmente preocupados por las consecuencias que tendrá sobre la economía.

Los "dólares del colchón" que potencialmente pasarían a monetizar la economía son unos u$s200.000 millones, si es que Caputo fuera lo suficientemente persuasivo como para convencer a los argentinos que sus billetes tendrán mejor uso circulando que guardados sin generar interés, y que en el futuro ya nadie "les romperá los cocos" para que expliquen el origen de los fondos.

Por raro que parezca, los más alarmados son los que creen que el plan puede salir bien, porque creen que puede tener el efecto similar al de una gran expansión monetaria y, por ende, generaría una mayor inflación en dólares.

Entre ellos, destaca Roberto Cachanosky, uno de los principales críticos a la gestión Milei desde la línea ortodoxa. Cachanosky sostiene que la idea de Caputo no es mala, pero que equivoca la secuencia: primero se deberían hacer las reformas estructurales para incentivar la producción y la apertura de la economía y, recién entonces, incentivar el uso de dólares.

Advierte que si simplemente se masifica el uso de los dólares para las operaciones transaccionales, pero no se da tiempo a que el aparato productivo reacciones a una mayor demanda, se corre el riesgo de "fundir a medio país".

Su planteo generó polémica porque asimiló la propuesta de Caputo a los "planes platita" del peronismo, que desde una perspectiva keynesiana proponían reactivar la economía con un shock de demanda, poniendo dinero en la mano de los consumidores.

¿Un Plan Platita libertario?

Esa acusación mereció la respuesta de economistas de línea libertaria, como Agustín Etchebarne, director de la fundación Libertad y Progreso, que acusa a los críticos de Caputo de incurrir en una confusión conceptual. Según Etchebarne, la comparación no tiene sentido porque la doctrina keynesiana proponía como estímulo económico el mayor gasto en obra pública, que es lo opuesto a lo que está llevando a cabo la gestión de Milei.

"Lo que dice Toto Caputo sobre ‘remonetizar la economía’ es otra cosa: simplemente está señalando que, en relación al PBI, el circulante en pesos es hoy la mitad de lo que era años atrás. Eso no se debe a una política monetaria contractiva, sino a la brutal caída en la demanda de dinero producto de la inflación. Ahora, al bajar la inflación, es lógico que aumente nuevamente la demanda de pesos", apunta Etchebarne.

Su visión coincide con el planteo de Federico Furiase, el ideólogo de la economía de "las tres anclas -fiscal, monetaria y cambiaria-.

Su argumento es que la única forma de que la inflación baje es con una estricta política monetaria que "cierre la canilla" de pesos. Y, por eso, justifica que el Banco Central se abstenga de comprar dólares dentro de la banda de flotación, porque eso supondría inyectar pesos que no necesariamente son demandados por la economía.

Es también por eso que le resta gravedad al hecho de que, en las últimas licitaciones, el Tesoro no haya logrado el "rolleo" de la deuda que vence. El argumento es que si un banco prefiere recuperar liquidez antes que cambiar un bono viejo por un bono nuevo, es porque necesita los pesos para darles crédito a sus clientes. Es decir, un aumento en la monetización de la economía por motivos genuinos y no forzado por el BCRA.

¿Se pierde el incentivo principal?

Pero, a decir verdad, en el mercado se perciben más opiniones escépticas que optimistas sobre la capacidad persuasiva de Caputo.

Dada la vigencia de la Ley de Gresham -la que explica, desde hace 400 años, que si en un país coexisten dos monedas, los ciudadanos atesorarán la buena mientras usarán la mala para hacerla circular en las transacciones cotidianas-, lo que muchos analistas prevén es que la única chance de éxito de Caputo es que haya un incentivo monetario. En otras palabras, que pagar con dólares salga más barato que hacerlo con pesos.

Y eso fue lo que había generado la expectativa sobre exenciones impositivas para quien estuviera dispuesto a cancelar sus obligaciones con ARCA en moneda estadounidense. Entre las versiones que corrieron en los últimos días figuró una bonificación del impuesto al cheque en el caso de pago en dólares.

También, en el ámbito agropecuario, se está hablando sobre la posibilidad de que los exportadores puedan recibir y mantener directamente su cobro en moneda estadounidense sin la obligación de liquidar primero en el mercado cambiario oficial.

Pero desde el gobierno dejaron filtrar la información de que no existirá -al menos, por ahora- la posibilidad de pagar impuestos en dólares. Puede haber dos razones para el gobierno: una de índole fiscal -prescindir el impuesto al cheque implicaría perder un 7% de la recaudación tributaria-; y la otra es de índole legal: se necesitaría una ley para que el dólar fuera aceptado como moneda con plena capacidad cancelatoria de impuestos.

La vuelta del dolarizador Ocampo

Y, llamativamente, uno de quienes argumentó en contra de la propuesta de Caputo fue Emilio Ocampo, el "evangelizador" de la dolarización total, que durante la campaña electoral de 2023 elaboró el discurso político de Milei y luego de la elección dio un paso al costado, al no coincidir con la visión que impuso Caputo, recién designado para conducir la economía.

Fiel a su postura original, Ocampo sostiene que es necesaria una reforma a fondo, preferentemente con la eliminación del BCRA, para que los argentinos utilicen sus dólares atesorados. Y, apelando a una frase del cantante español Joaquín Sabina, dio un pronóstico enigmático: "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió"; agregaría; y que jamás sucederá".

Desde sus redes sociales, argumentó que el problema de Caputo es que el peso tiene curso forzoso y el dólar no tiene curso legal, lo cual elimina cualquier posibilidad de competencia de monedas.

Recuerda que el curso legal implicaría que, con el dólar, se pudiera cancelar cualquier obligación -incluyendo el pago de impuestos- sin que nadie lo pueda rechazar. En cambio, sostiene, aun después del levantamiento de los controles cambiarios, el peso continúa siendo una moneda inconvertible, lo cual la torna de curso forzoso.

Ocampo estima que los argentinos tienen cinco veces más dólares que pesos, en una dolarización informal que resulta ineficiente para la economía, dado que el spread entre el tipo de cambio comprador y vendedor es de casi 5%.

"Comprar dólares para después venderlos es carísimo. Pero históricamente ha resultado más caro quedarse en pesos, una moneda en constante desvalorización", afirma el autor del frustrado plan dolarizador.

El debate en términos técnicos se hace difícil en un contexto de crispación política, como quedó en evidencia con las respuestas que le dedicaron los cibermilitantes de Milei. Muchos le recordaron su frustrada búsqueda de inversiones para capitalizar al BCRA a cambio de bonos de la deuda soberana argentina. Y también abundaron las acusaciones de resentimiento personal por no haber llegado a ocupar la presidencia del Central.

A la espera de un escudo legal

Es por estos motivos que los más escépticos creen que Caputo logrará, a lo sumo, una "segunda parte" del blanqueo de capitales que le aportó oxígeno en forma de u$s22.000 millones el año pasado.

En ese sentido, hubo quienes recordaron que la ley de blanqueo preveía la extensión del plazo para regularizar activos hasta el 31de julio de este año. Si la propuesta quedara en una simple extensión del blanqueo, su volumen en dólares quedaría acotado, pero quienes adhieran tendrán mayores seguridades jurídicas que quienes simplemente crean en una "amnistía total para los dólares del colchón".

De hecho, uno de los mayores desafíos de Caputo está en el plano jurídico. Varios analistas recordaron que tras el blanqueo de capitales de Mauricio Macri en 2016, se incumplieron algunos postulados, porque en la gestión de Alberto Fernández se aplicaron alícuotas diferenciales para Bienes Personales, en un "castigo" de hecho para quienes habían exteriorizado activos en el exterior.

El fantasma de una persecución con retroactividad en caso de que haya un cambio de signo político en la Casa Rosada en 2027 es uno de los temores que están haciendo dudar a los ahorristas del colchón.

Se da por descontado que las primeras medidas saldrán por DNU, pero que tras las elecciones legislativas se tendría que aprobar una ley que proteja a los que estén dispuestos a "remonetizar la economía con dólares".

De momento, son muchas las dificultades prácticas que aparecen a la vista, pese al optimismo que Caputo intenta contagiar en sus apariciones mediáticas. Y de la respuesta que dé el público dependerá la capacidad del gobierno para sostener su plan económico más allá de las elecciones: después de todo, los economistas calculan que se necesitará unos u$s8.000 millones sólo para financiar el déficit de cuenta corriente.