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"Hoy, el superávit fiscal destroza el sector privado formal"

Para el economista Juan Carlos De Pablo, no tiene sentido estimar la inflación cuando hay diversidad de suba de precios por producto y por lugar de venta
24/07/2007 - 14:01hs
"Hoy, el superávit fiscal destroza el sector privado formal"

El economista Juan Carlos De Pablo destaca que el costo de tener superávit fiscal es la enorme presión tributaria que sufre el sector privado formal. Por eso, dice no entender el entusiasmo de muchos de sus colegas por ese superávit. Resalta que lo experimentado hasta ahora, ha sido reactivación y no crecimiento. Además, sostiene que no tiene mucho sentido hablar de la tasa de inflación "real" porque existe una gran diversidad de aumento de precios dependiendo del producto y de dónde se comercializa.   

-¿Qué desafí­os enfrenta la gestión Miguel Peirano al frente del Ministerio de Economí­a?
-El ministro de Economí­a es el Presidente. Nadie espera que Néstor Kirchner cambie la polí­tica económica en los últimos cinco meses. De modo que hay un techo que tiene que ver con el estilo del Presidente, con el hecho de que se está retirando y de ahí­ para abajo.

La aseveración inicial de "los í­ndices son confiables" es una barbaridad total. Me hizo acordar a cuando, a comienzos de abril en 1989, Juan Carlos Pugliese lanzó el primer paquete, el dólar paralelo sube el primer dí­a y se inmortalizó con una frase que decí­a: "Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo".

-¿Cómo se recupera la credibilidad del INDEC?
-Muy sencillo: dando vuelta marcha atrás y pidiendo disculpa de una manera gigantesca. Hay que decirle a (Graciela) Bevacqua "volvé otra vez a Precios del Consumidor", a (Cynthia) Pok "volvé otra vez a Pobreza", "hagan los cálculos como los vení­an haciendo, liquí­denles la diferencia a los tenedores de tí­tulos y juren por su madre que nunca más van a hacer una barbaridad como esa". Y capaz que les creemos. No es lo que estoy esperando, pero cualquier otra cosa no es creí­ble.

-¿Es polí­ticamente viable que se haga una marcha atrás?
-Si no es polí­ticamente viable ahora, lo será alguna vez con el próximo gobierno.

-¿Hasta cuándo cree que va a ser sostenible la esterilización que hace el Banco Central?
-Lo sabe Dios. Si el Banco Central guarda los dólares y sigue dando LEBAC y los tiene listos para, cuando le vuelvan a entregar las LEBAC, entregarles los dólares, sólo hay un costo fiscal. Ahora, si se tienen ideas brillantes sobre las reservas del Banco Central, de manera que cuando baje la demanda de LEBAC y aumente la demanda de dólares el Banco Central diga: "¡Pito catalán, te vendí­ tí­tulos en pesos, es tu problema!", hay dificultades mayores.

-En este sentido, algunos dicen que lo más aconsejable serí­a un mayor superávit fiscal y así­ evitar este endeudamiento…
-Tener superávit fiscal con este aumento del gasto público es equivalente a seguir destrozando la parte formal del sector privado. Por eso, yo no entiendo el entusiasmo de muchos de mis colegas por el superávit fiscal. Uno no tiene que tener aseveraciones en el vací­o. Cuando el gasto público está aumentando 40-50%, tomando cinco meses contra cinco meses, y hay encima superávit fiscal y no tengo una batalla clara sobre el tema de la evasión, el sector privado, en la parte formal, está bancándose una presión tributaria fenomenal. Si a eso le van a aumentar más superávit fiscal, vamos a estar en más problemas…

-Sin embargo, tener superávit fiscal es una situación única en la economí­a argentina de los últimos años…
-No sé si es única, pero es atí­pica con este tipo de gobierno. El gobierno no tiene los problemas que se derivan de tener déficit. Tiene otro tipo de problemas. Pero bendecir un superávit fiscal, cualquiera sean las circunstancias, no es profesionalmente correcto. Están destrozando la parte formal del sector privado.

-Con respecto a la crisis energética, ¿por qué no se hicieron las inversiones necesarias? ¿Fue por la falta de ajuste tarifario?
-Acá no hay tsunami alguno, no hay ninguna sorpresa, ni cosa por el estilo. En el gobierno, explican esto porque la economí­a se reactivó, lo cual es menos de la mitad de la verdad. El resto de la verdad es que, en materia climática, Dios, en 2007, decidió ser antikirchnerista, y que de 2002 en adelante la señal que recibió quien explora, produce, distribuye o transmite energí­a, combustible, etcétera, etcétera; fue "para vos no hay", y actuó en consecuencia. El gobierno se queja de que no hubo inversiones cuando hizo todo lo posible para que no hubiera inversiones. La Argentina está pasando, rápidamente, de paí­s exportador de petróleo y combustible, a fuerte importador a unos precios que no son los de 2003.

-Con respecto al modelo de dólar alto, superávit fiscal y superávit comercial, ¿en qué medida los logros son atribuibles a la gestión y en qué medida al contexto internacional favorables?
-Parte y parte. Lo que pasó es recuperación y no crecimiento. A partir del '98 tuvimos pequeñas caí­das, después fuerte caí­da y luego fuerte recuperación. Entonces, lo que hemos tenido es un flor de ciclo. En la Argentina, en los buenos años, se crece al nueve; en los malos años se decrece a menos nueve.

Lo que pasó fue una fuerte caí­da seguida de una fuerte recuperación. En la recuperación, la parte internacional es obvia, es importantí­sima, Dios sabe cuál es la cuantí­a, pero es una cosa extraordinaria. En la parte interna, hay un pedazo que es naturaleza humana.

En la intensidad, hay una cosa que sí­ me parece importante y es que echaron al Fondo. No el pago, el pago vino después. Lo que resultó crucial fue decirle al Fondo: "Yo la voy a hacer a la manera argentina". Y este no es un tema ideológico, este es un tema de proceso decisorio y de burocracia.

-Con respecto a la tasa de inflación real, ¿en cuánto la estima respecto de la oficial?
-No tengo ninguna estimación. En el sentido estadí­stico, siempre se puede calcular una tasa de inflación. Pero, cuando se tiene esta diversidad de aumento de precios dependiendo del producto y dependiendo de dónde lo están vendiendo no tiene mucho sentido. Yo te puedo presentar gente para la cual la tasa de inflación es 0, 5, 10, 20, 300, 15.000, 28%. Me imagino que un productor de pan está más preocupado que un productor de visón, porque (Guillermo) Moreno tiene 24 horas del dí­a para secretario de Comercio. Y una cosa es vender a través de grandes supermercados que están ahí­ todos con las luces mirando qué es lo que pasa y otra es vender a través de pequeños negocios. Hay un sector formal de la economí­a y otro informal.

--Con respecto a Brasil y su polí­tica de dólar bajo, ¿cuál es su opinión como modelo alternativo al argentino?
-Lo que está mostrando el mundo en general (Brasil, Chile, etcétera) es que hay mucho capital financiero dando vueltas, muchí­simo. El Fondo no tiene la importancia que tení­a. Entre otras cosas, porque el Fondo fue creado en 1948 cuando el capital financiero privado era nada producto de las guerras, las hiper, etcétera. Estamos en otro mundo. Y donde consiguientemente los movimientos de capitales de corto plazo hacen estragos con cierto tipo de cambio y no con otro. El Presidente no debe estar muy feliz con esto. Cuando el real estaba a 3, dijo "lo quiero a 3,10-3,20", está abajo de 2. Los industriales argentinos querí­an hacer el uno a uno entre el real y el peso. Menos mal que no les salió, porque si no, hoy se estarí­an matando.

-¿Qué posibilidades hay de que se espiralice la inflación el año que viene?
-No hago ningún tipo de pronóstico. En economí­a, lo que dice la historia del sentido común es que si intentás, intentás, intentás, alguna vez te sale. Si el gasto público está aumentando 40-50%, la cantidad de dinero, todo está aumentando a gran velocidad, los precios se van a enterar. La velocidad a la cual se van a enterar lo sabe Dios. La clave es la dispersión.

Ahora, nosotros en la Argentina deberí­amos ser particularmente cuidadosos con esto, porque tenemos inflación autóctona a lo largo de por lo menos siete décadas, así­ que sabemos un montón. Sabemos lo que cuesta pararla, lo que cuestan los mecanismos de indexación, etcétera.

De modo entonces que jugar con "bueno, después de todo", en el caso de la Argentina, es imperdonable. Hemos pagado altí­simos precios por lo que pasó en materia inflacionaria y por lo que costó después eliminarla.


Carmen López Imizcoz
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